Por Pedro Capossiello – La preocupación ha ido en aumento desde que el virus empezó a circular en barrios donde no es posible el distanciamiento social por causa del hacinamiento. En aquellos lugares las condiciones de higiene y sanitarias no están dadas, además se profundiza la emergencia alimentaria y económica. Distintos niveles de gobierno están buscando alternativas para la provisión de alimentos e ingresos. A la par, van estableciendo contacto con los movimientos sociales, quienes despliegan la red social territorial que intenta dar abasto en tal escenario. Puede decirse que estas respuestas se esbozan ante la versión local del “a medida que el coronavirus profundiza la desigualdad, la desigualdad empeora su propagación”.
Puede sonar redundante decir que la crisis se inserta en un escenario económico y social previo. Que expone la fragilidad del sistema y deja lo más cruento de nuestras ciudades al descubierto. Sin embargo, se vuelve necesario hacer hincapié en un aspecto de la desigualdad que la peste no suspende sino que profundiza. Como adelantaba Facundo di Filippo, debe prestarse especial atención a la crisis habitacional como indicador de la desigualdad. No es casualidad que las zonas en donde no está garantizado el acceso a servicios básicos y a una vivienda digna sean ahora las de mayor exposición. Vale recordar que el 10% de la población argentina vive en villas y asentamientos. Hay en nuestro país alrededor de 4400 barrios informales acorde al Registro Nacional de Barrios Populares de los cuales 1300 se encuentran en el AMBA. “El 33,5% de la población del país sufre carencias en cuanto a la conexión a cloacas, acceso al agua corriente y a la energía y el 27,2% del total de las viviendas no resultan adecuadas, por cuestiones como sus materiales, el servicio sanitario al que se accede y el espacio disponible” detalla di Filippo.
A la falta de ingresos y alimentos se suma que en los barrios no cuentan con insumos básicos de higiene. Por si no fuese suficiente, la emergencia sanitaria por coronavirus encontró a estos barrios sin agua potable como gran problema a resolver. Al mismo tiempo, la escasa fumigación y descacharreo favorecen la expansión del dengue. Entre otras cuestiones que vienen señalando ONGs y curas villeros, como casos de violencia institucional de las fuerzas de seguridad y el aumento de la violencia de género durante el período de encierro, denuncian que se necesitan más asilos para resguardar a ancianos y que buena parte de la población en barrios informales padece enfermedades cardíacas o respiratorias. En tales condiciones, son aún mayores los riesgos ante un posible contagio del Covid-19.
La mirada de (los) gobierno(s) puesta en cada territorio
Más que nunca, los gobiernos del AMBA se ven en obligados a desdoblar esfuerzos y articular para que el aislamiento comunitario funcione. A medida que se avanzaba en el plan de obras del sistema de salud, su mirada se iba posando en los territorios. Daniel Arroyo y María Migliore, Ministro de Desarrollo Social de la Nación y Ministra de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad, comenzaron a trabajar juntos a mediados de abril para complementar acción del Estado y de las redes comunitarias. En la gestión de la pandemia una de las acciones a mencionar es aquella que se rubrica a través del programa de emergencia sanitaria “El Barrio cuida al Barrio”. El mismo busca brindar “acompañamiento específico a grupos de riesgo, difundir medidas preventivas y distribuir elementos de seguridad e higiene”.
¿Qué otras respuestas políticas se están dando? La ANSES con el IFE y el Ministerio de Desarrollo Social tienen la tarea de desacelerar el impacto económico y social pandémico. El ministerio conducido por Arroyo dispuso algunas medidas sociales ante la emergencia por el Coronavirus. En el caso del Plan Alimentar ha tenido que ser readecuado. La acreditación de las tarjetas – antes mensual – pasó a depositarse en cuotas semanales y también se dispuso un refuerzo extraordinario del cobro a fines de abril. Entre otras iniciativas para intentar dar abasto a la demanda de alimentos se piensa en la implementación de una tarjeta alimentaria para comedores. Más reciente en el tiempo, ante la disparada de casos de Covid-19 en barrios informales, el Ministerio de Salud lanzó el operativo Detectar, un plan de testeo en barrios del AMBA, comenzando por el Barrio 31 en CABA y el barrio La Paz en Quilmes. El Área Metropolitana como señaló la Secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, concentra más del 60% de los casos.
La gestión comunitaria
Como bien grafica el ICO de la Universidad de General Sarmiento, el rol de las organizaciones sociales es fundamental en el mapa bonaerense y preocupa, tanto la situación de la Provincia como la de Capital. En este punto el Centro de Estudios Metropolitanos advierte que las villas de la Ciudad comparten ciertos indicadores con asentamientos del conurbano bonaerense. En sendas ocasiones, la dificultad del Estado para resolver se suple gracias a la labor de estas organizaciones que vienen “militando la cuarentena”. Ante la pregunta de cómo llegar al sector informal, la respuesta es gracias a la articulación desde abajo, a través de cooperativas, comedores y movimientos sociales, que son quienes adoptan la figura de los “promotores comunitarios” y colaboran con la acción estatal para acercar insumos (lavandina, alcohol en gel, sachets de agua, viandas, bolsones alimentarios).
Muchas de estas redes de organización popular han tenido que reinventarse en las últimas semanas. Algunas, posicionando referentes territoriales en distintas áreas: salud, género, economía, para contener las urgencias alimentarias, sanitarias y de violencia intrafamiliar. Ha crecido enormemente la asistencia a comedores y merenderos. Una iniciativa a mencionar es “Seamos Uno”, coordinada por Rodrigo Zarazaga y que propone, en base a donaciones de empresas y particulares, hacer llegar alimentos a los hogares. Ya hay varias empresas que se han sumado y las cajas de alimentos vienen siendo repartidas en distintos puntos de la Ciudad y el Conurbano.
Algunas lecciones hasta ahora
Coordinación entre actores y rol social: La crisis resalta tanto la necesidad de un Estado presente como el colchón social de organizaciones territoriales. Además de la acción estatal, es importante mencionar el rol complementario que llevan a cabo las organizaciones sociales en este punto. Si hablamos de los barrios, de contener la propagación del virus no podemos desconocer la función que tienen cooperativas, comedores, movimientos sociales, organizando ollas populares y acercando alimentos y elementos básicos de higiene.
Importancia de la planificación: hay que destacar la planificación versus la gestión. Amén de los esfuerzos llevados a cabo por distintos gobiernos hasta aquí lo que se impone ante “el día después” o la mentada “vuelta a la normalidad” es prever escenarios para organizar la vida en común y anticiparse al caos.
Políticas habitacionales: el colectivo Habitar Argentina ha planteado ya algunas medidas que pueden tomarse frente a un territorio cada vez más desigual: Propuestas urgentes de medidas para combatir el COVID desde una mirada integral del hábitat. Del mismo modo organizaciones entre las que se destacan ACIJ, CELS, TECHO, elaboraron un una serie de recomendaciones plasmadas en un protocolo de actuación frente al COVID en villas y asentamientos.
Construir consensos: seguramente para ello sea necesario como sostiene Agustín Salvia delinear un horizonte de acuerdos económicos y sociales que oficie tanto de base de políticas públicas como para una sociedad menos desigual.