Por Lorenzo Navajas
En diciembre de 2019 el Consejo de la Unión Europea confirmó sus intenciones de seguir los lineamientos del Acuerdo de París (es decir, que el bloque llegue a la neutralidad climática en 2050, en 26 años) mediante la instauración de la Comisión Von der Leyen. Esta Comisión presentó a su vez el Pacto Verde Europeo (European Green Deal), aprobado en enero de 2020 por el Parlamento Europeo.
El Pacto Verde es un paquete de medidas políticas que buscan promover una transición ecológica equitativa y socialmente justa mientras se mantiene la competitividad de la industria europea. Este toma diferentes formas, entre las cuales se destacan los nuevos estándares de importación que impondrán al resto del mundo para comerciar. Como es de esperarse, estos estándares tienen particular foco en productos agropecuarios y materias primas.
De principal relevancia para la Argentina será el nuevo reglamento de productos libres de deforestación, o DFPR (de su nombre en inglés, Deforestation Free Products Regulation). Esta legislación apunta a restringir el acceso de productos que no cumplan las condiciones impuestas por los mercados europeos. La entrada en vigencia del DFPR será en enero de 2025, por lo que sus consecuencias serán percibidas mundialmente en poco tiempo. Las materias primas alcanzadas por el DFPR son la madera, la soja, el ganado bovino, el cacao, el café, el aceite de palma y el caucho, de la mano con productos manufacturados a partir de estas.
¿Cómo se llevará a cabo esta legislación? La forma de efectivizar esta política será mediante la trazabilidad del producto. Esto implica un seguimiento a lo largo de toda la cadena de producción y distribución que demuestre fehacientemente que estos no tienen impacto negativo tanto en la deforestación como en el uso del suelo. No solo eso, sino que debe comprobarse que la producción no se dio en tierras que hayan sido deforestadas desde el 2020. Una ventaja, al menos en primera instancia, es que la Unión Europea no impondrá diferentes márgenes de exigencia para los distintos países en un primer momento, dando igual oportunidad a todos los Estados.
Ahora bien, ¿cómo afectará esto a la Argentina? Como cualquier regulación, la imposición de estas normas implica reordenamientos económicos, de prioridades y de competitividad. Primero, analicemos el panorama de importaciones de la UE. El cuadro confeccionado por Fundar nos muestra información muy importante: el impacto de las importaciones afectadas por el DFPR y los países de origen. Como podemos apreciar, la Argentina es el octavo país más afectado por esta regulación, principalmente en nuestras exportaciones de soja (que tiene el 20% del mercado europeo) y ganado bovino (20% del mercado europeo). En términos monetarios, estas implican el ingreso de 4645 millones de dólares anualmente, el 5% de las exportaciones.
Esto no se trata necesariamente de una mala noticia. Al contrario, esto puede ser algo positivo para la Argentina. Esta nueva legislación puede generar vacíos en el mercado europeo debido a la prohibición de entrada de productores que no cumplan con los requerimientos. Sin ir más lejos, la producción agrícola de Brasil, el segundo importador en el mercado europeo, se ve fuertemente condicionada por su necesidad de deforestación del Mato Grosso. En ese contexto, la Argentina debe prepararse para tener listas las condiciones desde el primer momento y ocupar lugares que serán abandonados, al menos a corto plazo. No es un desafío inabarcable.
El aparato económico argentino ya cuenta con herramientas que pueden ser utilizadas para este contexto, tanto en el sector público como el privado. Con lo que respecta al monitoreo del uso de las tierras, la Argentina cuenta con diferentes oficinas instrumentos estatales como el Centro de Información Ambiental, el Sistema Integrado de Información Ambiental y el Sistema Nacional de Monitoreo de Bosques Nativos.
En el sector de la soja y la ganadería, los productores privados desde 2019 recolectan información en el ViSeC (Visión Sectorial del Gran Chaco Argentino). Este cumple el objetivo de monitorear la producción agropecuaria y asegurar que se encuentra libre de deforestación, y es una iniciativa que ha recibido validación de actores especializados.
A pesar de las instituciones previamente nombradas, que nos darían una ventaja inicial en este nuevo panorama, la realidad de nuestro sector productivo indica ciertas dificultades. El grueso de nuestra economía agropecuaria toma lugar en la denominada”pampa húmeda”, una región de pastizales y llanuras donde la deforestación no es una necesidad productiva. Si bien tradicionalmente la ganadería ocupó esta región, en las últimas décadas la mayor rentabilidad de la soja desplazó a la producción vacuna en esa región.
Las regiones donde hoy predomina la economía de ganadería bovina pueden ser divididas dos. Una, la región de los pastizales litoraleños, donde la ganadería se mantuvo como actividad principal tradicional. La otra se encuentra en la región del Noroeste Argentino chaqueña, y suelen encontrarse “nuevos” productores ganaderos que vieron su entrada permitida gracias a la retirada de las regiones de la pampa húmeda. Es en este último actor donde las regulaciones ambientales europeas pueden llegar a hacer más daño, ya que las áreas utilizadas no se trataban de pastizales, y por lo tanto si requirieron de desmonte para hacerlas productivas.
A pesar de esto, tanto la iniciativa privada para la adaptación como la existencia de políticas de estado para la creación de condiciones propicias a la exportación agropecuaria hacia la Unión Europea dan a la Argentina condiciones favorables. La construcción autónoma de infraestructura local nos permitiría también acceso a mercados financieros, que también están instaurando condiciones ambientales a sus clientes. Todo esto alienta cierto optimismo con respecto a la adaptación de la Argentina, ya que, como se ha dicho anteriormente, la rapidez para la adaptación puede permitir beneficios a mediano plazo mediante la ocupación de lugares abandonados por quienes se vean imposibilitados de cumplir las condiciones.
Con el cambio de los tiempos tanto en la arena doméstica como en la internacional, es importante mantener el foco en lo importante: la exportación de materias primas agropecuarias ha sido el principal generador de riqueza de este país, y probablemente lo siga siendo. Por lo tanto, es importantísimo generar consensos políticos y sociales que permitan el desarrollo de nuestra economía en un panorama de reglas de juego restrictivas y atentas a la ecosostenibilidad. Las legislaciones ambientales son una tendencia que crece en la regulación económica de las grandes economías del mundo (en Estados Unidos, por ejemplo, se habla de un Green New Deal hace años como parte de la plataforma del Partido Demócrata), por lo que es importante y facilitar las condiciones para una posición competitiva. Si bien Argentina no está para nada mal parada, es importante que el sector privado mantenga la atención al panorama y pueda de esa forma generar capacidad de adaptación.