Por Pedro Del Piero – Presidente Fundación Metropolitana La Buenos Aires Metropolitana, el AMBA, no da más. Hoy es evidente por el impacto del COVID 19, pero normalmente el tiempo de viaje promedio de las personas para ir y volver a trabajar superaba la hora y media, en transporte público o particular.
Según el informe “Condiciones de vida de las Infancias Pre-pandemia COVID-19”, elaborado por la UCA, 7 de cada 10 niños del GBA residen en hogares en situación de pobreza. Para vivir una familia tipo necesita $120.000 por mes. Entonces, no sorprende el relevamiento del Observatorio Gente en Movimiento al señalar que la mitad de los porteños están dispuestos a irse de la Capital Federal.
En esta época de pandemia tomamos plena conciencia de la importancia del territorio. Un virus puso en caja la gestión de la distancia entre personas y entre aglomerados urbanos. Lo local interpela lo global y obliga a repensar el funcionamiento de flujos y desplazamientos de gente en las ciudades. Pronto será el momento de readecuar el flujo de mercancías y finanzas.
El ÁMBA ocupa sólo el 0,4% de territorio nacional y alberga a casi 17 millones de personas. De seguir creciendo así, en 2050 será el hogar de 22 millones. Este desequilibrio demográfico, esta macrocefalia, es nociva para Argentina porque el AMBA hace prácticamente 5 décadas que perdió funcionalidad, como región socioeconómica, dentro del perfil productivo y de servicios del país.
Desarrollar su identidad como región socioeconómica es de suma importancia para esta comunidad rioplatense que, territorialmente, se asienta en una unidad ecosistémica limitada por la ruta provincial número 6 (Zárate, Cañuelas, La Plata). Esta unidad es un sujeto colectivo que puede planificar su destino pero debe hacerlo complementariamente con las demás regiones argentinas.
Tal como lo anunció el presidente en su discurso del 17 de Julio es imprescindible pensar el desarrollo de cada una de las regiones argentinas. Para esto, es importante un Plan de Desarrollo Federal de base regional que, apoyado en el federalismo de concertación, tenga como componente central la desconcentración del AMBA y el fortalecimiento de la actividad socio económica del interior. Juan Bautista Alberdi dijo que “gobernar es poblar” nosotros proponemos que “poblar sea desarrollar, y gobernar sea integrar”. Para tal desarrollo imaginamos tres grandes andariveles: el turismo, el conocimiento y la agroindustria.
Si tomamos como ejemplo el turismo, según el Plan Federal Estratégico De Turismo Sustentable (2014) hay en Argentina 6 áreas de oportunidades turísticas regionales, con capacidad para expandir el turismo receptivo de fuerte aporte por visitante y alta demanda de servicios de calidad en alojamiento, hotelería, gastronomía, cultura y artesanías, infraestructura; que derrama y sostiene turismo interno. En este escenario las culturas locales expanden empleabilidad con sus estilos y producciones típicas, así como exhiben bellezas naturales libres de contaminación.
Los servicios del conocimiento se pueden brindar y exportar desde cualquier rincón del país –mejor en proximidad de enclaves del conocimiento como por ejemplo Bariloche, Córdoba o Tandil- contando con la conectividad adecuada. Y sobre la agroindustria sabemos muy bien lo que significa agregar valor a las producciones agropecuarias con trabajo argentino, incentivando redes productivas exportadoras y de mercado interno.
Pensando en un plan de desarrollo para el AMBA, la patriada consiste en generar las condiciones para que migren 10 millones de personas en 30 años resultando, para 2050, una Buenos Aires Metropolitana con 12 millones de habitantes. Ello permitiría, en su interior, una profunda redefinición de centralidades y un equilibrio social que no exhiba tantas desigualdades.
Para quienes migren, es indispensable, garantizar empleo de calidad, e infraestructura y servicios de comunicación. Se debe apuntar a ciertos sectores de la población que, con toda la vida por delante, lleven en la mochila capacidad de hacer y voluntad de arraigo para mejorar su calidad de vida y la de sus hijos.
¿Por qué insistimos en lo regional? Porque esa es la dimensión federal presente y disponible para articular virtuosamente los recursos humanos y naturales de las comunidades. Así lo hicieron los estados provinciales originarios cuando formaron la Nación y desarrollaron el progreso de fines del siglo XIX hasta avanzado el siglo XX.
Regiones y Gobierno Federal pueden concertar infraestructura para el desarrollo, la política cambiaria, e impuestos y tarifas, entre otros ítems. Al mismo tiempo, pueden unificar acciones provinciales por región para planear el desarrollo, eso es verdadero federalismo de concertación en el marco contenedor de la coparticipación federal. Para esta regionalidad el Consejo Económico y Social pareciera ser un buen lugar, más todavía si estuviera vinculado al Congreso de la Nación.
Federalismo y desarrollo socio económico se necesitan mutuamente. Por eso, hay que constituir la Región Metropolitana Buenos Aires, sumarla al proyecto deseado de Nación y sostener un sistema de gobernabilidad federal para un país integrado donde Dios “esté y atienda en todas partes”, no solo en Buenos Aires.
Siguiendo la Constitución de 1994, 22 provincias ya formaron 4 regiones: Patagonia, Nuevo Cuyo, Centro y Norte Grande. Usaron el art 124 que dice: “Las provincias podrán crear regiones para el desarrollo económico y social y establecer órganos con facultades para el cumplimiento de sus fines…”. Solo resta que lo hagan Provincia y Ciudad de Buenos Aires, invitando a la Nación a una adhesión activa y comprometida.
Esto, de cara al futuro, haría estratégico el intenso ejercicio interjurisdiccional provocado por el COVID 19 en el AMBA. La Nación, la Provincia y la Ciudad deben trabajar juntos, no solo para la emergencia del corto plazo, sino para planificar la Argentina desarrollada, sostenible y demográficamente equilibrada.