Por Pedro Del Piero y Daniel Chaín, Presidente y Vice de Fundación Metropolitana
Buenos Aires es enorme y evidencia el desequilibrio demográfico argentino.
La habitamos 16 millones de personas y salir de ella, o sea llegar a campo abierto, nos obliga a recorrer entre 60 y 100 kilómetros desde Plaza Congreso.
La gobiernan la Nación, la Ciudad Autónoma, la Provincia de Buenos Aires y 40 municipios, con marcada fragmentación en cuestiones tan concretas como el transporte de personas y cosas, la seguridad, el empleo, la competitividad territorial, el uso del suelo y los residuos, entre otras.
Dicha fragmentación está presente también en la sociedad y los mercados, lo que agrega una notable dificultad para lograr decisiones públicas y privadas eficaces que resuelvan problemáticas de gran complejidad y de escala metropolitana como las ya señaladas.
En clave de gobernabilidad, por ser un país federal, sólo disponemos de la cooperación para implementar políticas interjurisdiccionales. Esto, ya lo hicieron prácticamente todas las provincias argentinas que constituyeron regiones “para el desarrollo económico y social” como el NOA, el NEA, Cuyo, Centro y la Región Patagonia.
A la fecha sólo falta que constituyan región la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma, frente a lo cual nos preguntamos, ¿la Buenos Aires Metropolitana no es acaso una región de Argentina que merece constituirse como tal?, y si lo fuera ¿quiénes habitamos esta región no deberíamos planificar para la misma un desarrollo integral e integrado?, en consecuencia y para cohesionar un proyecto colectivo ¿no se debería afirmar nuestra identidad de gran metrópolis como faro de la diversidad y el conocimiento?, y para integrarnos definitivamente a la deseada Argentina sustentable ¿no se debería poner en marcha una cruzada alberdiana para que en 2050 en nuestra gran ciudad seamos 12 millones de habitantes y no 24 como indica la proyección demográfica?, ello sería posible si crecen las ciudades intermedias, alentadas por fuertes desarrollos regionales.
En fin, sueños y bitácora, que nos llevan a proponer que en este año electoral los consensos metropolitanos entren en campaña, porque la cooperación en la Buenos Aires Metropolitana sólo es posible acordando.
Y al preguntarnos sobre qué acordar, imaginamos que el consenso central y básico es la necesidad y la voluntad de encarar entre todos las demandas metropolitanas acuciantes identificándolas con precisión. Porque la gestión de lo metropolitano, por carecer de gobierno pleno y clásico, sólo se construye asociativamente alrededor de objetivos específicos como es la disposición de residuos que gestiona CEAMSE.
Cuanto más claro es el objetivo mejor se definen -caso por caso- las modalidades de implementación, los recursos que demandan y su obtención, quiénes y cómo los aplican, qué regulación coordinada necesitan, cómo se controla la ejecución y finalmente lo central: qué beneficio obtiene cada cooperante en cada situación. Son los tan mentados escenarios ganador-ganador que, de cara a la gente, tanto rinden en política.
Como parte del consenso debería acordarse cómo establecer y administrar un Banco de Proyectos Metropolitanos referidos a un diagnóstico situacional que, formulado con alta profesionalidad, recepte la amplia participación de todos los intereses, desde los más difusos hasta los más concentrados. En las mesas decisionales gubernamentales y de los sectores privados, no dudamos que este banco actuaría como incentivo para la planificación y guía de acuerdos cooperativos.
En definitiva, se trata de poner en marcha un acuerdo fundacional básico para darle identidad y desarrollo a la Buenos Aires Metropolitana y ser soporte en el tiempo de cuantos acuerdos operativos demande su progreso.
Todo sea para lograr mayor equidad en la comunidad metro bonaerense que -asentada sobre la unidad eco sistémica contenida por el Río de la Plata y la ruta provincial número 6 (arco desde Zárate a La Plata, pasando por Luján y Cañuelas)- sabe que el camino es la empleabilidad genuina con integración social desde una sana competitividad territorial sistémica, en una Argentina pujante.
¿Será posible que la campaña electoral incorpore compromisos para lograr este gran consenso?