Energía sin Barreras: La visión inclusiva de la UNOPS - Informe Digital Metropolitano

Energía sin Barreras: La visión inclusiva de la UNOPS

Por Valentín A. Rojas Lovecchio

La Guía para el desarrollo de infraestructura energética inclusiva de la UNOPS (la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos) es un documento clave que busca orientar a los responsables de la toma de decisiones y a los profesionales del sector energético en la creación de infraestructuras accesibles y equitativas

Esta guía, desarrollada en colaboración con la Agencia Internacional de la Energía y Arup, una empresa de ingeniería, se enfoca en asegurar que el acceso a la energía no solo sea universal, sino también inclusivo, beneficiando especialmente a mujeres, niñas y grupos marginalizados.

¿Cómo es la Guía?

En primer lugar, la guía subraya la importancia de la inclusión en el desarrollo de infraestructuras energéticas. Reconoce que, históricamente, ciertos grupos han sido excluidos del acceso a la energía, lo que ha limitado sus oportunidades de desarrollo y bienestar. Por lo tanto, propone estrategias para identificar y superar estas barreras, asegurando que todos los segmentos de la población puedan beneficiarse de los avances en el sector energético.

Además, la guía destaca la necesidad de inversiones significativas para lograr un acceso universal a la energía limpia y confiable. Estas inversiones no solo deben enfocarse en la expansión de la infraestructura, sino también en la implementación de tecnologías sostenibles y en la capacitación de las comunidades para gestionar y mantener estos recursos. De esta manera, se promueve un desarrollo energético que es tanto sostenible como inclusivo.

Otro aspecto crucial abordado en la guía es la participación comunitaria. La UNOPS enfatiza que las comunidades locales deben estar involucradas en todas las etapas del desarrollo de infraestructuras energéticas, desde la planificación hasta la implementación y el mantenimiento. Esto no solo asegura que las soluciones energéticas sean adecuadas a las necesidades locales, sino que también empodera a las comunidades, fomentando un sentido de propiedad y responsabilidad hacia los proyectos.

Finalmente, la guía proporciona herramientas y metodologías prácticas para evaluar y mejorar la inclusividad de los proyectos energéticos. Esto incluye indicadores específicos para medir el impacto de las infraestructuras en diferentes grupos de la población y recomendaciones para adaptar las políticas y prácticas en función de estos resultados.

Los desafíos

Lograr la inclusión energética presenta varios desafíos significativos. En primer lugar, el acceso desigual a la energía es un problema persistente. Muchas comunidades, especialmente en áreas rurales y remotas, carecen de infraestructuras energéticas básicas. Esto se debe a la falta de inversión y a las dificultades logísticas para extender las redes energéticas a estas zonas, lo que deja a muchas personas sin acceso a servicios esenciales.

Otro desafío importante son los costos elevados asociados con la implementación de tecnologías energéticas sostenibles y la expansión de la infraestructura existente. Las inversiones necesarias para desarrollar y mantener estas tecnologías pueden ser prohibitivas, especialmente para los países en desarrollo y las comunidades de bajos ingresos. Esto limita la capacidad de estas regiones para adoptar soluciones energéticas modernas y sostenibles.

La desigualdad de género también es un obstáculo significativo para la inclusión energética. Las mujeres y las niñas a menudo enfrentan barreras adicionales para acceder a la energía, como la falta de recursos económicos y la discriminación social

La falta de participación comunitaria en la planificación y ejecución de proyectos energéticos es otro desafío. Sin la inclusión de las comunidades locales en estos procesos, las soluciones energéticas pueden no adaptarse a las necesidades y contextos específicos de cada área. Esto puede resultar en proyectos que no son sostenibles a largo plazo y que no logran beneficiar a todos los miembros de la comunidad de manera equitativa.

Finalmente, la falta de políticas y marcos regulatorios adecuados puede dificultar la promoción de la inclusividad energética. Sin un apoyo gubernamental sólido y una regulación efectiva, es difícil garantizar que los proyectos energéticos se desarrollen de manera inclusiva y sostenible. Es crucial que los gobiernos implementen políticas que fomenten la inversión en infraestructuras energéticas inclusivas y que aseguren la participación de todos los grupos de la sociedad en estos procesos.

Ejemplos exitosos

Existen varios ejemplos exitosos de iniciativas que han promovido la inclusiónenergética en diferentes partes del mundo. Uno de los más destacados es el Programa Luz para Todos en Brasil, lanzado en 2003. Este programa ha sido fundamental para llevar electricidad a millones de personas en áreas rurales y remotas de Brasil. Tan solo desde enero hasta marzo del 2024, 9.803 familias de siete estados fueron beneficiadas en conexiones de Luz Para Todos, programa del Ministerio de Minas y Energía (MME). Esto significa un beneficio directo a 39,2 mil personas. El programa se ha centrado en comunidades indígenas y otras poblaciones vulnerables, asegurando que nadie quede excluido del acceso a la energía.

Otro ejemplo notable es el programa de energía solar en Bangladesh. El país implementó uno de los programas de energía solar más grandes del mundo, permitiendo que 20 millones de bangladesíes tuvieran acceso a electricidad en áreas rurales. Este enfoque ha permitido que muchas familias que no tenían acceso a la electricidad puedan disfrutar de los beneficios de la energía limpia y renovable, mejorando su calidad de vida y reduciendo la dependencia de combustibles fósiles.

En África, el proyecto de mini-redes solares en Tanzania ha demostrado ser una solución efectiva para llevar energía a comunidades aisladas. Estas mini-redes, que utilizan energía solar para generar electricidad, han permitido que muchas aldeas tengan acceso a una fuente de energía confiable y sostenible. Este proyecto no solo ha mejorado la calidad de vida de los residentes, sino que también ha fomentado el desarrollo económico local al permitir la creación de pequeñas empresas y la mejora de servicios básicos como la educación y la salud.

En Argentina

En nuestro país también se llevaron a cabo iniciativas exitosas para promover la inclusividad energética. Un ejemplo destacado es el Programa PERMER (Proyecto de Energías Renovables en Mercados Rurales), que ha sido fundamental para llevar energía renovable a comunidades rurales y aisladas. Este programa, financiado por el Banco Mundial y el gobierno argentino, ha instalado sistemas solares fotovoltaicos y otras tecnologías renovables en escuelas, centros de salud y hogares rurales, beneficiando a miles de personas que antes no tenían acceso a la electricidad.

Otro ejemplo es el proyecto de mini-redes solares en Jujuy, donde se han implementado sistemas de energía solar para abastecer a comunidades indígenas y rurales, proveyendo de energía eléctrica a unos 146 viviendas y siete edificios públicos. Estas mini-redes no solo proporcionan una fuente de energía limpia y confiable, sino que también han fomentado el desarrollo económico local al permitir la creación de pequeñas empresas y mejorar los servicios básicos.

Además, Argentina ha estado trabajando en el desarrollo de su estrategia de hidrógeno verde, aprovechando su potencial en energías renovables para producir hidrógeno de manera sostenible. Esta iniciativa no solo busca diversificar la matriz energética del país, sino también posicionarnos como líderes en la producción de hidrógeno verde a nivel mundial, lo que podría generar importantes beneficios económicos y ambientales.

¿Cómo se logra?

Para lograr la inclusividad energética a nivel mundial, es esencial desarrollar políticas inclusivas que promuevan el acceso equitativo a la energía. Los gobiernos deben implementar subsidios para tecnologías energéticas sostenibles, ofrecer incentivos para inversiones en infraestructuras en áreas rurales y remotas, y establecer regulaciones que aseguren la participación de todos los grupos sociales en los proyectos energéticos. 

Además, fomentar la participación comunitaria es crucial. Involucrar a las comunidades locales en todas las etapas de los proyectos, desde la planificación hasta la implementación y el mantenimiento, garantiza que las soluciones energéticas sean adecuadas a las necesidades locales y fomenta un sentido de propiedad y responsabilidad hacia los recursos energéticos.

La colaboración entre el sector público y el privado es vital para movilizar los recursos necesarios y compartir conocimientos y tecnologías. Las alianzas público-privadas pueden facilitar la implementación de proyectos energéticos a gran escala y asegurar que los beneficios se distribuyan equitativamente. Estas colaboraciones permiten aprovechar las fortalezas de ambos sectores para lograr un impacto más significativo y duradero.

Conclusión

La Guía para el desarrollo de infraestructura energética inclusiva de la UNOPS es un recurso esencial que subraya la importancia de asegurar que el acceso a la energía sea equitativo y universal. Esta guía no solo proporciona directrices prácticas para la implementación de infraestructuras energéticas inclusivas, sino que también destaca la necesidad de cerrar la brecha de acceso a la energía, especialmente para mujeres, niñas y grupos marginales.

Es sumamente importante que la energía llegue a todos y todas. Es un derecho fundamental que impacta directamente en la calidad de vida y el desarrollo económico y social de las comunidades. Sin acceso a fuentes de energía modernas y sostenibles, muchas personas quedan excluidas de oportunidades educativas, laborales y de salud, perpetuando ciclos de pobreza y desigualdad.

La inclusión en el desarrollo de infraestructuras energéticas no solo es una cuestión de justicia social, sino también de eficiencia y sostenibilidad. Al involucrar a todas las comunidades en estos proyectos, se asegura que las soluciones energéticas sean adecuadas a las necesidades locales y se fomenta un sentido de propiedad y responsabilidad hacia los recursos energéticos. Esto, a su vez, contribuye a la sostenibilidad a largo plazo de los proyectos y al empoderamiento de las comunidades.