Jorge tiene 61 años, es veterano de la Guerra de Malvinas y, mediante Malvinas, Educación y Valores, se propone continuar con la tarea malvinizadora. Nos retrotrae al día en el que informaron que podía defender los colores nacionales. Tiene orgullo de haber peleado por la patria, pero no cree que ese sea el medio para recuperar nuestras islas. Analiza el rol del Estado desde la recuperación de la democracia respecto a los veteranos. Es, sobre todo, una historia de vida.
NP: ¿Cómo fue el día en el que te enteraste que ibas a ir a la Guerra? ¿Dónde estabas en ese día tan especial?
JS: Quiero entender que recuperamos Malvinas el 2 de abril. Yo estaba en Comisión en Mercedes, provincia de Buenos Aires, en un Vivac prestando servicios para el ejército, aunque soy de la Fuerza Aérea, pero en ese tiempo me habían mandado a hacer la incorporación de las clase 62. Ahí estaba la CACOM 10, que era del Ejército, compañía de comunicaciones mecanizada. El Vivac significa que, durante 40 o 45 días, aproximadamente, se incluye al personal de soldados para hacer el servicio militar obligatorio. Yo me preguntaba por qué siendo de la Fuerza Aérea me habían mandado hasta allí, ignorando qué era lo que sucedía. Recuerdo que el 2 de abril, en el Vivac, cuando recuperamos Malvinas festejamos todos eufóricos y muy contentos.
Continuaron los días con normalidad. No recuerdo si llegamos a la madrugada del 9 u 8 de abril, y la compañía se replegó a su destino de origen en el barrio de Palermo. Y yo, como era de la Fuerza Aérea, me fui para mi casa de la calle Máximo Paz, en Monte Grande. Ni bien llegué, vino la policía, tocó el timbre de mi casa, y me invitó a que lo acompañara a la Comisaría, porque iba a recibir un llamado de la Escuela de Defensa Nacional, que era el destino que yo tenía.
Soy suboficial de la Fuerza Aérea. Cuando llegué a la Comisaría, lógicamente del otro lado, me dicen “Bueno, mire, usted sabe lo que viene sucediendo. Los ingleses ya salieron y demás, se tiene que presentar en Aeroparque”.
Me llevaron a casa nuevamente, porque como venía del Vivac todavía estaba todo cambiado con las ropas de fajines y demás. Me cambié por otro uniforme y me fui al edificio de fondo para retirar todo lo que es el equipo de frío. De ahí, fui a Aeroparque a retirar todo el armamento, donde luego crucé por la misma pista de la plataforma militar. Tomé un avión de Aerolíneas hasta Comodoro Rivadavia, que es donde se encontraba la Novena Brigada Aérea. Ahí había un Hércules con equipos de comunicaciones, lógicamente no estaba solo, había un montón de gente.
Subimos los equipos de comunicaciones al Hércules y volamos hacia Malvinas. Cuando llegamos, en el aeropuerto se encontraba el Comodoro Rusticcini, quien falleció recientemente hace dos meses. De ahí vuelvo hacia el continente y tengo un aterrizaje ya definitivo, el día 11 de abril, un domingo de pascuas. Hacía mucho frío, lo recuerdo perfecto. A pesar de que era abril, allá ya estaba esa llovizna que era como un garrotillo y un viento tremendo. Un frío bárbaro.
Ahí ya me quedé definitivamente en el aeropuerto de Puerto Argentino, armamos los equipos de comunicaciones y después hicimos un backup en el pueblo.
Estaba a 8 kilómetros del aeropuerto de Puerto Argentino. De ahí empezamos a operar los equipos en forma interna, lógicamente comunicados a través de la microonda con el continente.
Los equipos internos eran todos cableados, como los equipos actuales que hay ahora, pero aquellos eran tipo máquinas de escribir eléctrica con papel y cinta perforada y forrada. Así nos comunicabamos a través de la isla, desde distintos puestos. Hacíamos escuchas, básicamente esa fue la función que yo cumplí. Yo era operador de comunicaciones, así que nos turnábamos con otros compañeros. En fin, allí estábamos, íbamos al aeropuerto, nos quedabamos en el pueblo, y a veces íbamos al teatro de operaciones, que estaba a tres cuadras de donde teníamos el backup.
NP: ¿En Malvinas estuviste desde el 11 de abril hasta qué fecha?
JS: Hasta el 31 de mayo. Yo estuve hasta catorce días antes de que terminara la guerra.
Debido a que caía el agua, sumado a otro episodio que me sucedió, me agarró aire en el pulmón derecho y me evacuaron al continente el 31 de mayo.
NP: Hoy en día, si tuvieras que describir las sensaciones de la ida y la vuelta, ¿encontrarías puntos en común o diferencias entre las sensaciones que viviste?
JS: Yo no dejaba de ser una adolescente grande, tenía 19 años. Si bien había egresado en el año 1978, era el primer grado de suboficial que tenía. Fue una experiencia porque en esa época había otro sistema. En la escuela ya te decían que las Malvinas eran argentinas y que a la patria había que defenderla. En esos momentos, todo el acontecimiento que venía con la promesa a la bandera y demás, te transmitían valores, los cuales, a través de los años uno fue incorporando cada vez más, por ejemplo, cuando elegí la profesión. Primero porque me gustaban los aviones, porque me gustaba el uniforme, y después porque dije “Bueno, Argentina nunca va entrar en guerra, pero si entramos lógicamente que la voy a defender”. Yo no quería hacerme militar porque quería estar en una guerra. A mi me encantaba volar, nada más. Después, todo eso se fue sumando. Lógicamente que en su momento me preguntaron si quería ir a la guerra. Ya en Comodoro Rivadavia, me preguntaron, “¿Usted está convencido de cruzar las Malvinas?”, “Por supuesto”, respondí. En parte pensaba que no iba a pasar nada, esa es la realidad.
Yo dije, “los tipos no van a venir a catorce mil kilómetros de distancia con la problemática económica que tienen. Nosotros estábamos jodidos, pero ellos también”. Y bueno, uno se equivoca. Lo que siempre digo es que no fui a Malvinas por el capricho de un borracho. Fuí a Malvinas convencido de lo que me habían enseñado en la escuela. En casa, mis viejos me decían que la patria era la patria. Estábamos dentro de una época de un proceso militar, donde el país estaba intervenido por los militares. Cuando volví, empecé a investigar y me di cuenta que se cumplían 150 años que teníamos como país para reclamarlas y lo perdíamos, perdíamos todo derecho.
Desde 1833 que estos tipos nos usurpan las islas, después de nosotros haberlas heredado de España, donde tuvimos el primer gobernador, y donde tanto se hizo. Malvinas no es un simple pedazo de tierra. Malvinas es la llave de ingreso a los recursos del mundo. Ahí tendríamos que discutir la geopolítica y hablar del Tratado Antártico y de los recursos.
Hoy hay un recurso que es muy importante y que lo tenemos a diario, como el litio que se utiliza en las baterías. Todo lo electrónico, todo lo que lleve batería, es todo a través del litio. Y en la Antártida existe una reserva de litio tremenda, así como la reserva más grande de agua potable que necesita el mundo, no es solamente el petróleo.
NP: Vos en un momento, hiciste referencia a la situación política que atravesó nuestro país en el momento de la guerra. ¿Cómo fue el día después de haber llegado y vuelto a tu casa? ¿Cómo fue, por un lado, el recibimiento de la sociedad, de tus vecinos y de la comunidad en sí? Y, por otro, ¿Cómo fue la situación política y el mensaje político qué se dio después de la guerra?
JS: Antes de la guerra, tenés a la parte política que no estaba en el gobierno, pero que sí opinaba, como por ejemplo, Raul Alfonsín antes de haber sido elegido por el pueblo, aceptaba en forma incondicional ir a Malvinas. Y apostaban, lo mismo hizo Sábato, de hacer una tregua, a pesar de que había un gran litigio. Estábamos en una época donde los militares venían haciendo estragos y desapareciendo gente. Tanto Sábato, como Alfonsín y Menem, en su momento estaban totalmente a favor de haber recuperado Malvinas. De hecho, todo el pueblo argentino lo estaba. Pues, yo digo que Malvinas es la única política de Estado que manejamos todos los argentinos. Cuando terminó la guerra vinimos perdedores, no sólo vinimos escondidos sino que teníamos la palabra prohibida. Y Alfonsín, y esto está escrito no lo digo yo, dijo que nosotros éramos el carro atmosférico porque habíamos perdido la guerra. Yo tenía mi profesión y seguía trabajando, pero los que eran soldados no conseguían laburo, iban a golpear a una puerta y no se lo daban.
Estábamos en el año 83, habíamos recuperado la democracia, y a los veteranos de guerra nos dieron la espalda. Por eso, los primeros años después de la guerra tuvimos más de 480 suicidios. Por eso el síndrome post traumático de guerra avanzó tanto, y tanto que todavía hoy se siguen padeciendo suicidios y enfermedades crónicas.
NP: Este año se cumplen 40 años de la recuperación de la democracia y 41 de la guerra de Malvinas. ¿Crees que durante todo este tiempo existió una política de Estado homogénea en lo que respecta al reconocimiento a los héroes y veteranos de Malvinas?
JS: A ver, yo lo separaría en dos partes. La sociedad como sociedad nunca estuvo ausente. Digamos que estuvo en silencio. Pasado un tiempo después de la guerra, ya uno no era percibido como un “loquito de la guerra”. Todo fue fabricado de una manera que, al no haber tenido experiencias en guerra como argentinos, se hizo muy complejo. Todas las anteriores fueron batallas, entonces, no teníamos experiencia de los argentinos en guerra.
Las patronales, por decirlo de alguna manera, se negaban a tomar veteranos de guerra para trabajar porque decían que podían estar fallados o medio loquitos. “Tené cuidado, puede arrancar para cualquier lado” era una frase común de escuchar. Pero pasado el tiempo, en una acto de una gran nobleza, la sociedad empezó a aceptarnos.
Todo se fue acomodando de una manera en la que el veterano de guerra pasó a ser aceptado e incorporado a la sociedad. A su vez, el veterano asumió un trato distinto con la sociedad, empezó a tratar de incorporarse insistiendo, reclamando sus leyes y demás. Pero, el Estado siempre estuvo ausente, de tal manera que podemos decir que recién en el año 2003, se empezó a reivindicar un poco el tema Malvinas. Yo no sé si, desde esa óptica, hubo una animación por parte del Estado a querer reivindicar Malvinas, pero sí te puede decir que se le empezó a dar una solución al veterano de guerra. Primero, fueron soluciones económicas y de salud. No había leyes al respecto, las únicas habían sido impulsadas por Carlos Menem, y era el mismo subsidio que se le daba a los chicos con Síndrome de Down, no había obra social, no había nada. Después, el gobierno de Néstor Kirchner empezó a reivindicar un montón de cosas, salió la primera pensión, ya una pensión como veterano de guerra, la pensión nacional. Se le dio una obra social, hay una parte que se llama PAMI Veterano, donde el veterano de guerra hoy en día sigue siendo atendido por esa obra social. Después la provincia de Buenos Aires empezó a dar otro subsidio, empezaron a salir leyes donde el veterano de guerra tenía un 10% del cupo para poder ir a trabajar en la mayoría de los empleos del Estado.
Hubo un montón de cosas que fueron favoreciendo un poco a la vida, en este caso, del veterano de guerra, y hoy podemos decir que un veterano de guerra está medianamente bien, está medianamente mucho mejor que otras personas, que otros laburantes, ¿no? Bueno, eso se consiguió a través de luchas, a través de muchas cosas. Y la sociedad siempre se mantuvo presente. Cuando entramos en el desfile grande, estamos hablando ya del gobierno de Macri, fue realmente el primer desfile grande que hubo. Ahí, el pueblo se juntó con el veterano de guerra, realmente es como que lo recibió con emoción, con aplausos, risas, con llanto, y el veterano se sintió muy bien habiendo podido ser reivindicado con el pueblo.
NP: A lo largo del análisis que haces de todos estos años, se pueden encontrar ciertos avances y retrocesos en lo que hace la generación de la conciencia malvinera. Mencionaste a Kirchner y a Macri en el análisis, y señalaste que Malvinas es la única política de Estado de los Argentinos. ¿Crees que Malvinas puede ser el puntapié inicial para la construcción de otras políticas de estado?
JS: Sí, yo creo fervientemente que Malvinas es la única política de Estado. Vos fijate que el eslogan de los 40 años de la Guerra fue “Malvinas nos une”, porque es lo único que puede unir a los argentinos. Yo utilizo una lógica muy piola: Si juntamos a un hincha de river, a uno de boca, a un radical y a un peronista, y si, a los cuatro le preguntamos “¿De quienes son las Malvinas” los cuatro coinciden en que son argentinas. Eso es lo único que no nos diferencia. Eso es una política de Estado donde no hay una grieta. Podemos discutir y pelear hasta por un equipo de fútbol, pero por Malvinas no nos vamos a pelear.
Estoy seguro que, aunque puede haber uno o dos que están en contra y sean pro extranjeros, cualquier argentino bien nacido no se va a poner en una línea de decir que las Malvinas no son argentinas.
Sin embargo, a la vez el Estado sigue manteniendo leyes, decretos y tratados en vigencia, por ejemplo, podemos hablar del tratado de Madrid, que hoy está vigente y que desde Alfonsín hasta ahora, pasaron un montón de gobiernos y nadie intentó derogar ese tratado firmado en 1989, en Madrid. Cualquiera de los dos países, tanto Gran Bretaña como nosotros, estamos en condiciones de disolverlo. Ellos, por una cuestión lógica, no lo hacen y nosotros, porque es más fácil ir a la ONU y reclamar que se sienten a dialogar en vez de derogar y arrancar de nuevo.
Ya perdimos 41 años para el 2 de abril de los próximos 150 que teníamos como país para reclamar nuevamente que las islas son nuestras. Y hoy tenemos más pruebas que hace 41; tenemos la plataforma bien delineada, tenemos el krill, tenemos la Antártida argentina a través del mapa bicontinental de nuestro país. Cada uno tiene una porción antártica, donde puede investigar los recursos que allí se encuentran, pues ellos ya los están explotando. Hay que observar la gran cantidad de banderas inglesas que hay en toda nuestra plataforma, en todo nuestro mar argentino y en el territorio argentino entregado por el Estado.
Entonces, nos llenamos la boca diciendo que las Malvinas son nuestras, que las tenemos que defender, pero no se hace nada. Que se entienda bien, yo no digo de pensar en una guerra, digo que tenemos gobernantes a los que pareciera que Malvinas no les interesa.
Hace un tiempo, escuché a una señora política decir “¿Para qué queremos la Malvinas?”.
¿A vos te parece que la política, que tiene poder para incentivar, hacer leyes, decretos e imponer situaciones diga “¿Para qué queremos la Malvinas?”
Perfecto. Yo, cuando hablo de Malvinas, soy apolítico totalmente. ¿Sabes por qué? Porque realmente quiero a mi patria. Yo pienso como argentino y a nadie le gusta que se le metan a nadie en la casa. ¡A nadie! Para mí, Malvinas es mi casa. ¿Sabes por qué? Porque ahí fui a entregar todo mi ser, dejé mi infancia, dejé mi adolescencia, dejé mi felicidad, dejé todo por ir a defender la patria. Así que cuando veo cómo procedió el Estado a través de los años, puedes decir, “Valió la pena. Si, lo haría mil veces”. No hay sentimiento del Estado por lo nuestro, es solamente un negocio.
NP: ¿Qué actividades llevas adelante para practicar la malvinización en nuestro país?
JS: Yo pertenezco a una entidad de bien público que comenzamos de forma local en Esteban Echeverría, se llama Malvinas, Educación y Valores. Tenemos toda la documentación presentada y ya está por salir la personería jurídica a nivel nacional. Lo que hace Malvinas, Educación y Valores es fundamentalmente ir a las escuelas, universidades, sociedades de fomento, clubes y otras instituciones para hablar de Malvinas. Pero no hablamos de Malvinas como guerra, nosotros decimos que Malvinas es futuro, el luto lo vamos a llevar siempre, 649 personas que dieron su vida por la patria, este luto lo vamos a llevar siempre. Ahora, ¿qué hacemos? ¿nos quedamos en la trinchera, llorando y diciendo “por qué nos pasa esto”? ¿o empezamos a concientizar a la sociedad y decirle por qué tuvimos una guerra? Nosotros queremos hablar de ¿Cómo recuperar Malvinas?, ¿Por qué las Malvinas son tan importantes y por qué los ingleses están enfatizados en ellas?
Desde ahí podemos empezar a tomar conciencia que Malvinas no es frío, ni hambre. Malvinas tiene pingüinos, tiene ballenas, arena blanca, agua transparente, y un paisaje precioso en donde en dos horas tenes las cuatro estaciones climáticas. Malvinas es futuro, Malvinas es la puerta de ingreso a los recursos del mundo. De los 23 lugares que hay en los océanos del mundo, el krill de Malvinas es el único que tiene 50 veces más propiedades, y el mejor antioxidante que existe en el mundo es el krill antártico. Hoy lo están explotando los ingleses, cuando no lo podrían explotar. La Antártida es solamente para investigación. Sin embargo, ¿por qué toda la OTAN los apoya?. Dejó que entraran empresas que explotan y producen aceite de krill antártico. Hay muchísimas cosas que vienen haciendo y que nosotros estamos impedidos. Nuestro reclamo es absolutamente genuino y honesto. Si se agarra un mapa bicontinental, vas a ver que los dos paralelos pasan en punta, justo por entre medio de las dos Islas de la Gran Malvinas y la Soledad, apuntando la principal porción antártica.
Entonces, no son las Malvinas solamente, nosotros estamos a 580 kilómetros de distancia del continente a Malvinas y ellos están a 14 mil kilómetros. Ni la OTAN, ni ellos, pueden decir que no son argentinas.
NP: La Fundación Metropolitana es leída por una heterogeneidad muy amplia de actores de diferentes subsistemas, ¿Qué mensaje les dejas a todos ellos, que desde diferentes lugares tienen distintas responsabilidades ante la Patria?
JS: Yo les preguntaría ¿Qué pensarían ellos?, ¿De qué manera podemos recuperar malvinas sin tocar un arma?, ¿Cuándo empezamos? Porque a lo mejor el Estado no se da cuenta que ya hay un montón de argentinos haciendo lo imposible por acercar Malvinas al continente. ¿De qué manera? De muchas y diversas. Los últimos años, hubo cinco escuelas en la provincia de Buenos Aires que hicieron viajes de egresados a Malvinas. En vez de ir a Bariloche, juntaron la plata haciendo kermeses, bingos, vendiendo chocolates, tortas y viajaron. Allá hasta pudieron hacerse amigos de los pibes de su edad, ellos mismos vienen acá al continente y compran. Entonces, no nos quieran engrupir con que los isleños están en contra de ser argentinos, ni mucho menos. Sin embargo, la gente debe ir tomando conciencia que se puede ir a visitar Malvinas, ¿por qué no le dicen a la gente que sí se puede ir a Malvinas? Que el pasaporte te lo piden cuando entras allá y te ponen “visitor más». A mí, en el 2013, nadie me impidió ir a Malvinas. ¿Entendes? Yo celebro que hayan reglamentado que todos los medios de transporte público, de origen nacional, que circulen dentro de la jurisdicción argentina y también fuera de la misma, estén obligados a llevar la leyenda “las Islas Malvinas son argentinas”.
Malvinas es el valor, queremos llegar a las escuelas, queremos concientizar. Malvinas es futuro. Malvinas es la patria misma. ¿Quién no lleva un Malvinas en su mochila? Pasamos dos años de pandemia donde teníamos horarios para ir hasta al almacén, a comprar todo lo que pudiéramos, porque, a partir del otro día, no íbamos a poder salir. Eso fue Malvinas, donde hubo muertos, donde hubo heridas, donde hubo gente que vio todo eso y hoy está acá. Eso es Malvinas, es una mochila. A Malvinas y a la Patria no se las hace con un fusil en la mano. A Malvinas y a la Patria se las hace como están haciendo ustedes, laburando y poniendo el lomo. La patria es el de al lado.