En el mes de agosto se presentó en el Honorable Senado de la Nación el documento “La Institucionalidad Regional. Algunos Antecedentes Internacionales”, un interesante aporte que aborda temas como los diferentes modelos de descentralización territorial, las características de los distintos entes territoriales y las nuevas formas de regionalización, entre otros.
La presentación tuvo lugar en el marco de una reunión de la Comisión de Economías Regionales, Economía Social y Mipymes, que preside el senador Roberto Basualdo, que agradeció al autor del trabajo Dr. César González, quien integra el equipo técnico profesional de dicha comisión.
Dado que la temática desarrollada resulta afín al abordaje conceptual que venimos adoptando como Fundación Metropolitana, así como al interés que tienen otras experiencias (como es el caso de los fondos estructurales europeos) para promover el desarrollo regional y la cohesión social, presentamos una breve síntesis del documento.
El trabajo tiene objetivos amplios y repasa histórica y conceptualmente las distintas formas de organización territorial de los Estados: federalismo y unitarismo, además de las estrategias de desconcentración y descentralización adoptadas fundamentalmente por los Estados unitarios. Asimismo, describe el Principio de Subsidiariedad y la idea de “cercanía al ciudadano”; sin pasar por alto la Cuestión Presupuestaria -Autonomía Financiera y/o Autarquía.
El Principio de Subsidiariedad supone que las competencias públicas sean atribuidas o ejercidas por las instancias más cercanas a los ciudadanos, lo que además trae implícita la idea que las competencias sean ejercidas por el nivel territorial que pueda hacerlo con mayor eficacia. Lo que ahora se necesita es asegurar la calidad y la competitividad de los servicios públicos, su capacidad para adaptarse rápidamente a situaciones diferentes y en constante mutación. Sólo desde las autoridades locales se pueden alcanzar estos objetivos, ya que son más flexibles y adaptables.
Se advierte sobre nuevas formas de regionalización a partir de la necesidad de promover el desarrollo, lo que se denomina “regiones para la acción” o “regiones para el desarrollo”. Particularmente Italia, haciendo uso de este criterio, apostó a las Regiones como herramientas para conseguir el desarrollo de determinadas industrias (marcas regionales, vincular las industrias con los centros educativos, etc.). Lo que puso en crisis el sistema italiano anterior y obligó a mirar seriamente a las Regiones fue la globalización, las empresas se vieron, primero, ante la competencia del Este Europeo y luego de la proveniente de China e India. Italia advirtió que el modelo centralizado no había funcionado y no iba a funcionar para poder competir con el mundo.
En el documento se hace especial hincapié en el concepto de “cohesión social” como “proceso de reducción drástica de las brechas existentes –sociales y económicas- entre miembros y regiones de una sociedad”. En la Unión Europea la “cohesión social” fue uno de los ejes fundamentales de su proceso de integración. Es un concepto interesante porque también los Estados pueden aplicarlo si lo que buscan es suavizar o disminuir las asimetrías, desequilibrios o desigualdades entre sus diferentes regiones o zonas geográficas. En definitiva, la cohesión social no es otra cosa que disminuir las desigualdades entre centro y periferia (entre zonas urbanas y zonas rurales), fortalecer el desarrollo de las regiones de menor crecimiento (dotarlas de infraestructura de comunicación, transporte y servicios esenciales), considerar los problemas que aquejan a las grandes concentraciones poblacionales (degradación del espacio urbano, deficiencias en la infraestructura de los servicios para los habitantes de las áreas urbanas y marginales, etc.).
Profundizando en la idea de cohesión social, en el trabajo se analiza con cierto detenimiento la experiencia de los Fondos Estructurales en la Unión Europea.
Los Fondos Estructurales Europeos están conformados por:
- El Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), que contribuye a ayudar a las regiones menos desarrolladas y a las que se hallan en fase de reconversión económica o sufren dificultades estructurales.
- El Fondo Social Europeo (FSE), que interviene en el contexto de la estrategia europea de empleo.
- El Fondo Europeo de Orientación y de Garantía Agrícola (FEOGA), que contribuye al desarrollo y al ajuste estructural de las zonas rurales menos desarrolladas.
- Y finalmente, el Instrumento Financiero de Orientación Pesquera (IFOP), que presta apoyo a la evolución estructural del sector de la pesca.
La Unión Europea estipula líneas de acción que deben ser desarrolladas e implementadas vía fondos estructurales en un determinado lapso temporal, así para el período 2014-2020 tienen prevista la “mejora en la competitividad de las Pymes”, en este sentido se prevé: mejorar la financiación (subvenciones, préstamos, garantías, etc.); formar a los empresarios, directivos y trabajadores para adaptarse a nuevos desafíos; invertir en capital humano, y en educación y formación profesional orientadas a la práctica; propender a la colaboración en red (que incluyen la cooperación transfronteriza); mejorar su acceso a los mercados mundiales y mitigar el riesgo empresarial; aprovechar nuevas fuentes de crecimiento (economía ecológica, turismo sostenible, servicios sanitarios y sociales, y las industrias culturales y creativas); establecer vínculos con centros de investigación y universidades para la innovación.
Partiendo de la base que es muy difícil realizar procesos de integración con países muy desiguales, la experiencia comparada de los Fondos Estructurales de la Unión Europea demuestra que es posible modificar las fuertes asimetrías económicas y productivas de los países entre sí; la Unión Europea ha promovido un “desarrollo compartido” a base de subsidios que financian los países más poderosos o más prósperos.
El documento repasa los países latinoamericanos que ofrecen particularidades y/o experiencias de regionalización interesantes. Por un lado Perú, que a pesar de ser un país unitario viene llevando adelante un prolongado proceso de descentralización; y Colombia, que muestra procesos de regionalización institucionalizados y no institucionalizados, así como algunas experiencias que son dispuestas desde el Gobierno Central y otras que surgen como una iniciativa de los propios gobernantes locales o provinciales (“iniciativas de construcción regional”).
Finalmente, para el caso argentino, se mencionan las disposiciones que obran en la Carta Magna luego de la Reforma Constitucional de 1994: posibilidad de crear regiones por las Provincias y las dificultades para acordar una Ley de Coparticipación Nacional de Impuestos.
Indudablemente, a raíz del proceso de globalización y los grandes cambios científicos-tecnológicos, se ha planteado una reconfiguración del espacio, y por lo tanto de las expresiones “territorio” y “región”. Existe una creciente presión de los procesos de reestructuración productiva sobre las divisiones territoriales a nivel mundial.
Por otro lado, el bajo desarrollo de las regiones que componen un país genera excluidos que terminan trasladándose a la periferia de los grandes centros urbanos en condiciones de extrema pobreza.
Como consecuencia de todo lo expresado, se puede afirmar que los más modernos ejemplos de avances a partir del concepto de Región están enfocados hacia una idea de la misma como eje central del desarrollo de un determinado territorio, y en consecuencia muchos países han optado por dar un papel protagónico a las regiones como dinamizadoras del desarrollo territorial.