POR DANIEL CHAIN, MINISTRO DE DESARROLLO URBANO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES – En la Ciudad de Buenos Aires estamos comenzando una tarea importante de descentralización en dos sentidos, no sólo en términos del gobierno local, sino también en la necesidad de pensar esta ciudad de manera regional. El desarrollo de los países tiene un eje, una vértebra fundamental, que son las ciudades. A partir de esa premisa debemos reconocer su futuro y sus escenarios posibles, para pensar una estrategia que tome en cuenta y que consolide relaciones armónicas y solidarias con las ciudades que la circundan. Somos la Ciudad de Buenos Aires sin duda, pero esa relación armónica y solidaria con las ciudades que nos circundan y las alianzas con la Nación, con el sector empresario, con la sociedad civil, y con la comunidad internacional son necesarias para transformar esta realidad.
Se hace necesario pensar globalmente y actuar localmente, una frase muy dicha, pero si no actuamos localmente va a ser imposible lograr algo concreto. El desafío de cualquier ciudad del planeta es optar decididamente por políticas públicas que defiendan el interés general y disminuyan la inequidad social, que promuevan oportunidades para quienes viven con discapacidad o son personas en situaciones de vulnerabilidad; y que al mismo tiempo se propicien modelos de producción y de consumo compatibles por el uso sostenible de los recursos ambientales.
Hoy estamos dejando el discurso de la sustentabilidad para incorporar el de la ciudad saludable, que no es más que su consecución. Las ciudades y en especial las grandes áreas metropolitanas tienen una alta incidencia en el PBI. Cuando hacemos el análisis del PBI regional de la Ciudad de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires, encontramos una falla y es que lo analizamos en relación a personas que habitan distintos lugares. La diferencia radica entre dividir el PBI por los 3 millones de personas que la habitan o por los 6 millones que la viven diariamente. La segunda opción es la forma más cercana de medir verdaderamente el PBI, y de saber que el 50% del PBI de la Ciudad lo produce, lo disfruta o lo sufre gente que vive en la Gran Ciudad de Buenos Aires.
Este es un dato central porque desde un punto de vista económico las áreas metropolitanas pueden verse como economías de aglomeración y de escala en sí mismas. ¿Cómo es el impacto de las políticas de producción o de desarrollo económico en la economía de cada una de las personas que habitan la Gran Buenos Aires? ¿Qué porcentaje de los que están instalados en el polo tecnológico de la Ciudad habita otra jurisdicción?
Dentro del sistema urbano nacional, la región metropolitana de Buenos Aires es la mayor aglomeración de la Argentina. A pesar de ser reconocida por organismos estadísticos oficiales como una unidad territorial, carece de entidad institucional teniendo jurisdicción de los gobiernos federal, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de la provincia de Buenos Aires y los gobiernos municipales. En este marco, la gobernanza es el problema, la coexistencia de distintos niveles de gobierno en un mismo territorio que, unida cuestiones que trascienden los limites, hacen necesaria la constitución de soluciones interjuridiccionales para gestionar o planificar y formular políticas territoriales estratégicas con visión totalizadora y sistémica, que a su vez resuelvan problemáticas y desarrollen la potencialidad de esta aglomeración.
La Ciudad de Buenos Aires está desarrollando a un ritmo importante el polo tecnológico con un impacto positivo que estimamos –junto con el Ministerio de Desarrollo Económico- se direccionará hacia Avellaneda. Si analizamos cada uno de los lugares donde se relacionan la Ciudad y la Provincia, vamos a encontrar una enorme cantidad de igualdad de condiciones. El desafío actual consiste en que las propias problemáticas urbanas jueguen a favor del desarrollo económico, lo potencien y lo estimulen.
En este punto, la importancia de los gobiernos locales es central, sobran ejemplos que muestran cómo la pasividad de los poderes públicos permite que zonas dinámicas terminen generando su propia deseconomia y atentando contra su propia sustentabilidad. Tenemos ejemplos en nuestras propias ciudades, hoy pequeños, que si los atacamos a tiempo pueden transformarse en oportunidades magníficas. El concepto de sustentabilidad alcanza a la cuestión ambiental, al desafío que el crecimiento económico tenga perdurabilidad a futuro y esto implica que esté plantado sobre bases sólidas, diversificadas, innovadoras y que signifique un efecto positivo sobre su entorno. La diversidad hace a la posibilidad de ser sustentable en el tiempo, el impacto que tuvo en la Ciudad de Buenos Aires la crisis terrible que tuvimos hace una década fue menor que en la áreas donde la concentración de las actividades era mayor.
El progreso es crecer y crecer es resolver nuevos problemas. Con esta idea iniciamos en 2007 este gobierno, con la convicción de abordar la realidad desde el límite superior. Me parece que este es el desafío también para la Gran Ciudad de Buenos Aires. El Estado interviniendo estratégicamente genera valor, modifica las condiciones de un determinado sector y crea nuevas oportunidades.
La gestión es larga para estas cosas, lo que significa que no haya que trabajarlas con ahínco, y claro que es difícil cuando el éxito político lo va a recibir tal vez la tercer gestión que persevere en el objetivo, pero sin embargo se pueden obtener éxitos que políticamente también son importantes en el medio plazo, como Parque de los Patricios.
Antes hablábamos de la necesidad de que el Estado genere inversión, promoviendo la infraestructura y estableciendo hitos de desarrollo sustentable, el resultado de estas decisiones es concreto y medible, las experiencias realizadas por nuestra gestión reafirman la certeza de que especificar correctamente los desafíos nos dirige hacia conclusiones acertadas. Una ciudad más equilibrada, próspera y con oportunidades es el objetivo.
El desafío que tenemos como dirigentes es urbanizar la gente, urbanizar en cuanto a conformar ciudadanos que construyan ciudad en la matriz colectiva, en ese sentido la meta debe ser la de generar ciudadanos y no consumidores de ciudad. Históricamente los estados nacionales tomaron la función de crear ciudadanos donde la importancia de la educación, de la salud, la defensa, operaba desde esa escala, desde la escala nacional. Estas funciones, así como la creación de infraestructura urbana que parte de los gobiernos nacionales son decisivas, obviamente para las ciudades, comprendemos que desde lo nacional se crean y recrean condiciones para la urbanidad, desde el Poder Ejecutivo nacional sin duda, pero es también importante reconocer que las experiencias y la construcción de identidades individuales tiene una escala de reproducción territorial que no necesariamente coincide con la nacional. En este sentido la agenda de construcción de ciudadanía debe funcionar desde lo nacional a lo territorial.
Las ciudades son a la vez problemas y oportunidades, tienen una complejidad singular, lo que no significa necesariamente que las resoluciones sean complicadas, sino que requieren un esfuerzo contante de gobernabilidad y este esfuerzo es el de ofrecer los bienes y servicios públicos, de crear, construir pero también habilitar los espacios de construcción ciudadana de despliegue de intereses, difusiones y participaciones plurales. Agregamos a esta lista cinco palabras: abrir, compartir, habilitar, permitir, impulsar.
Es posible y deseable la gobernabilidad, que no erosiona la importancia de los políticos sino que los coloca en un rol fundamental, y que no está ligada a connotaciones autoritarias, sino todo lo contrario, a la fundación de la polis. Así nació la concepción de ciudadanía. Cuando desde el Estado se actúa promoviendo el diálogo y los acuerdos, no sólo se está creciendo en ciudadanía sino que se está utilizando la herramienta fundamental que permite que los proyectos sean viables, verdaderos y sustentables en el tiempo. Es mucho más fácil generar esos consensos sobre cuestiones concretas y no plantearlo desde la estructuración de elementos que nos permitan llegar a lo concreto en forma inmediata. Los éxitos inmediatos ayudan a construir la jurisdiccionalidad deseada. Y el consenso permite diseñar esa mirada estratégica sobre el futuro, construir ese proyecto totalizador, armónico y potente, ese es el desafío y nuestra obligación es hacerlo realidad.
Daniel Chain, Ministro de Desarrollo Urbano de la Ciudad de Buenos Aires