POR CAMILA LESCANO (Politóloga, UNLaM) –
El Día Internacional de la Mujer Trabajadora (8 de marzo) nos convoca a reconocer el trabajo de las mujeres que cuidan. Poner este tema en el centro de la agenda implica reconocer que el cuidado debe dejar de ser un problema resuelto únicamente en el ámbito privado/doméstico. Este es el principal factor de reproducción de desigualdad en términos de género y un eje clave para la recuperación económica de las mujeres en la pospandemia.
Si “naturalmente”, la organización de los cuidados constituye un vector de reproducción de desigualdad para las mujeres, la pandemia profundizó esta situación. Ante el cierre de escuelas y espacios de cuidado, estas tareas estuvieron más presentes que nunca dentro de los hogares, lo cual reforzó desigualdades preexistentes (D’Alessandro et al., 2020). Sin embargo, consideramos que este contexto funcionó como una suerte de “ventana de oportunidad” (Kingdon, 1984) porque visibilizó justamente la dificultad para resolver el cuidado al interior de los hogares.
La politicidad del cuidado en Argentina
Ahora bien, si esta problemática se puso en evidencia como nunca antes, nos preguntamos por qué desde la agenda política nunca fue considerada como un asunto prioritario, sobre todo si su solución, probablemente, sea una pieza clave como estrategia de desarrollo.
La politicidad del cuidado en Argentina se viene impulsando desde los movimientos feministas hace décadas, intentando sacarla del ámbito de lo privado para finalmente hacerla pública. Sin embargo, a nivel gubernamental, existió siempre la idea de que los cuidados corresponden a una agenda internacional, “de lujo”, para atender luego de resolver otras cuestiones consideradas prioritarias.
A pesar de ello, nos interesa resaltar que justamente muchos de los problemas por los que el Estado trabaja (y que ocupan los primeros lugares en la agenda), tales como la pobreza, el desempleo o la informalidad laboral, están no sólo comprendidos sino también explicados por la desigualdad en los cuidados.
Tradicionalmente, este problema fue abordado desde una perspectiva sectorialista. Sucedía que las visiones sobre el cuidado estaban segmentadas porque así también lo estaban las demandas y necesidades. Para algunos sectores la agenda de los cuidados significaba superponer distintos intereses: la defensa de personas con discapacidad, adultos mayores, la niñez o los derechos de las mujeres. En esta tensión de interpretaciones, parecían enfrentarse y contraponerse los derechos de las personas dependientes de recibir cuidados y el derecho de las mujeres a recibir reconocimiento por sus tareas. De este modo, la agenda de igualdad de género se diluía al centrarse exclusivamente en las necesidades de las y los dependientes, borrando las tensiones entre la provisión y la recepción de cuidados (Razavi, 2010). Como señala Esquivel (2011), las políticas sectoriales han permitido que se entienda al cuidado alejado de la perspectiva de género, principalmente porque invisibiliza la desigualdad en la actual organización social y política del cuidado, haciendo énfasis únicamente en las poblaciones dependientes.
Con la creación de la Mesa Interministerial de Políticas de Cuidado hubo una redefinición del cuidado, dado que se comenzó a abordar el problema desde una mirada transversal, siendo entendido como un factor explicativo de múltiples inequidades. Sin embargo, sabemos que las soluciones para atender las desigualdades en torno a los cuidados no comienzan y terminan con la Mesa.
Reconocer un sector estratégico: el cuidado es un trabajo
Como mencionamos anteriormente, el cuidado debe ser abordado desde una perspectiva intersectorial porque atraviesa políticas de salud, educación, economía y, entre otras, políticas de inclusión laboral y empleo. El trabajo del cuidado forma parte del nudo de la desigualdad en nuestro país y por ello, es allí donde el Estado debe apuntar, especialmente en contextos de crisis.
El cuidado, como cualquier otro trabajo, involucra gran cantidad de tiempo, dinero y capacidad para llevarlo a cabo. Sin embargo, a diferencia de otro tipo de actividades, las personas que lo realizan (principalmente mujeres) lo llevan a cabo de forma gratuita. Las tareas domésticas y de cuidado, consideradas como un todo, son la actividad que más aporta a la economía ya que representan un 16% del PBI, a lo que le sigue la industria (13,2%) y el comercio (13%). Asimismo, las mujeres argentinas dedican más de 96 millones de horas diarias a estas tareas sin ningún tipo de remuneración pero con un gran costo en términos de tiempo (D’Alessandro et al., 2020).
En el caso de ser remunerado, sabemos que se trata de un sector que presenta una escasa jerarquización y procesos diversos de profesionalización, sumado a altos índices de informalidad laboral. Es por esto que impulsar la regulación de esta actividad es sumamente necesario para que el cuidado sea un derecho y un trabajo digno en todo el territorio nacional. El reconocimiento del cuidado debería contribuir a modificar su subvaluación y con ello, los bajos salarios y las precarias condiciones de trabajo de las trabajadoras del cuidado.
En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es necesario recordar la importancia de cambiar en principio la valoración social que se hace del trabajo de cuidados. Como explica Esquivel (2015), reconocer el trabajo de cuidados es también generar agendas discursivas para desafiar las relaciones de poder existentes. Cuando en el aislamiento gran parte de la economía se detuvo, los cuidados se potenciaron. Allí está la recuperación. Sin poner en valor los cuidados, no hay bienestar posible.
Referencias
D’Alessandro, M., O’Donnell, V., Prieto, S., Tundis, F., y Zanino, C. (2020). Los cuidados, un sector económico estratégico. Medición del aporte del Trabajo doméstico y de cuidados no remunerados al Producto Interno Bruto. Buenos Aires: Ministerio de Economía de la Nación.
Esquivel, V. (2011). La economía del cuidado en América Latina. Poniendo a los cuidados en el centro de la agenda. Panamá: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
Esquivel, V. (2015). El cuidado: De concepto analítico a agenda política | Nueva Sociedad. Nueva Sociedad | Democracia y política en América Latina. https://nuso.org/articulo/el-cuidado-de-concepto-analitico-a-agenda-politica/
Kingdon, J.W. (1984). Agendas, Alternatives and Public Policies. Boston: Little Brown
Razavi, S. (2010). Unequal worlds of gender and care: The journey of feminist ideas into the policy realm. Ponencia en el Seminario Internacional “Políticas de cuidado, género y bienestar”, IDES/ UNFPA/UNICEF, Buenos Aires.