En el marco del debate por el nuevo código urbanístico de la CABA, el Director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, Salvador Rueda, expuso en la casa de gobierno de la CABA el pasado 30 de enero.
Rueda se refirió al modelo de las súper manzanas, un modelo en parte implementado en Barcelona que mejora la circulación y equilibrio de las grandes ciudades. Rueda se refirió en especial a los problemas que conlleva planear ciudades sustentables en medio del paso de la era industrial a la era de la información: “Se producirá una modificación sustantiva de como vivirá la gente en tiempos cercanos, en la misma generación. El 75% de la población mundial va a vivir en ciudades. Pero los impactos que ya estamos viviendo en las ciudades actuales nos obligan a concentrar nuestra energía en pensar su planeamiento”.
Las características de una ciudad sustentable y equilibrada
Uno de los problemas que señala Rueda como contexto para pensar a las grandes metrópolis es la desigualdad: “400 millones de esas personas hoy están viviendo en lugares totalmente marginales, inhabitables, en pésimas condiciones y en la pura supervivencia”. Y por otra parte, la contaminación, el 70% de los gases invernadero, señala, es emitido por ciudades y depende de cómo nos organicemos para poder reducirlo o no.
Según Rueda la ciudad es el ecosistema más complejo que ha desarrollado la especie humana. La pregunta es cómo abordamos esa realidad. Para ello el arquitecto propone un modelo de ciudad compacto en su morfología y complejo en su organización. Complejo en la diversidad de personas jurídicas que lo integran y compacto en el sentido de que estas personas puedan satisfacer sus necesidades (laborales, sociales, recreativas) sin tener que trasladarse en grandes distancias.
Rueda indica entonces la diferencia entre una ciudad y una urbanización: “Entiendo que la ciudad aparece cuando tenemos espacio público, porque podríamos tener en el caso del suburbio edificios y un espacio para que entre el auto y listo. Eso no es espacio público, eso es espacio urbanizado. El espacio público comienza a funcionar cuando tenemos conflictos de intereses en ese espacio porque tenemos una masa de gente y de actividad suficiente para que se interaccione en el mismo. Con las contradicciones que pueden representar que los intereses puedan chocar. Entonces, no basta con que compartamos las mismas calles o carriles, es necesaria la presencia de espacios públicos, de esparcimiento donde diversos actores sociales se encuentran”.
Otra característica fundamental de las ciudades sostenibles, afirma Rueda, es la eficiencia del consumo del suelo. Para hacerlo se necesita el aprovechamiento del espacio que permita tener una densidad suficiente y nos permita acoger una masa crítica de población y de actividades. Así le ira bien hasta a los que tienen negocios inmobiliarios.
Configurar el transporte de manera responsable es fundamental para este especialista. Un uso desproporcionado del transporte puede tener un impacto brutal “Si no le ponemos un límite a la movilidad privada, tenemos una contaminación que nos mata, tenemos accidentes, tenemos una suciedad horrible, un ruido ensordecedor, un disconfort brutal”. Este sistema de proporciones viene determinado en como morfológicamente ponemos las cosas, dónde las ponemos, con qué tipologías verificadoras, con qué densidades. Rueda remarca algo fundamental, las ciudades se han configurado alrededor de las características de la movilidad del coche privado y no del transporte público. Es necesario entonces un equilibrio entre los coches privados y otros medios de transporte (fundamentalmente bicicletas) que permita una mayor accesibilidad al ciudadano: “Los coches sí, pero en su justa medida, es decir un 10% de los viajes que se realizan por día como máximo. Incluyendo la carga y descarga.”
Las ciudades compactas, complejas y sostenibles tienen también los elementos necesarios para la accesibilidad: “Aquí se trata no de moverse, sino de poder acceder de manera equitativa para todo el mundo. Deben tener acceso a cualquier punto de transporte a menos de 300 mts.“.
Un último elemento fundamental de una ciudad compacta es la cohesión social. Una mezcla virtuosa, señala Rueda, de personas de distinto nivel socioeconómico conviviendo en un mismo lugar: “A ustedes les sonara raro, pues no, porque en la medida en que lo hagamos tenemos garantizada la cohesión social en paz. Si nosotros somos capaces de multiplicar la complejidad y por tanto la actividad económica, tenemos la posibilidad de que los grupos humanos, no importa su renta, puedan convivir en el mismo espacio”. Lo que propone el profesional europeo es poner los elementos organizativos para que eso funcione: mezcla de ingresos (“rentas”), mezcla de edades, mezcla de profesiones. Las ciudades del futuro deben ser menos desiguales, con una clase media mayoritaria. Un elemento necesario de una ciudad sostenible es un muy bajo porcentaje de pobreza y también poca concentración de riqueza. “pocos pobres y no tantos ricos. Porque compartimos la riqueza. Eso estabiliza las ciudades, genera procesos de estabilización y cohesión social urbana”, en esto estamos de acuerdo. Los beneficios y el crecimiento de las ciudades sostenibles son colectivos más que individuales y se espera que generen acceso a derechos públicos: “Necesitamos equipamientos que nos permiten a nosotros desarrollarnos en esos lugares. En la medida en que los tengamos, y los tengamos a menos de 5 minutos”.
Modelo Macia, Modelo Cerdá y las supermanzanas
Rueda define a la supermanzana (o “superilla”) como el ecosistema urbano mínimo que integra los principios del urbanismo ecosistémico. Tiene entre 16 y 20 hectáreas y busca alcanzar un ecosistema proporcionado. Esto no es nuevo, señala el arquitecto, ya lo hicieron Le Corbusier con su Modelo Macia y es el diseño que sigue el Plan Cerdá para la planificación urbana de Barcelona en el siglo XIX.
En medio de un contexto urbano insalubre para la ciudad de Barcelona debido a la emergencia sanitaria por diversas epidemias, el plan Cerdá propuso un nuevo modelo de planeamiento urbano que promueva manzanas en cuadriculas de 13,3 metros cuadrados y una urbanización distinta según cada modo de locomoción. En el plan Cerdá la ciudad se estructura alrededor del ferrocarril.
Por su parte el plan Macia de le Corbusier garantiza 40 metros cuadrados por ciudadano, (antes del plan Macia Barcelona tenía 13,3 metros cuadrados de espacio público por habitante y la presión era excesiva). Este modelo de ciudad también plantea que la anchura de las calles debe ser mayor que la altura de los edificios.
En la actualidad Barcelona tiene el 75% de la ciudad dedicada a la movilidad y condicionada por las características del coche privado afirma Rueda, que propone un nuevo modelo de planeamiento para Barcelona pero también para cualquier ciudad que pretenda ser sustentable.
Las supermanzanas o superillas pueden regenerar el espacio público ya existente. “La idea es muy sencilla: las periferias están articuladas para conectar un punto con otro de la ciudad a 50 km por hora y en el interior lo que hacemos es liberar porque no permitimos el espacio a través del coche, si el de la gente andando en bicicleta. Las bicicletas tienen que acomodarse a los usos de cada momento en el espacio público y lo que hacemos es reducir por dentro de la supermanzana la velocidad a 10 km por hora. Esa velocidad es la que hace compatible todos los usos y todos los derechos ciudadanos, aquí un niño puede jugar a la pelota y una persona que no ve puede andar por el medio de la calle y no tiene problema. Lo que tengo aquí es una liberación del 70% del espacio de la ciudad.”
Las supermanzanas permiten maximizar los objetivos de una ciudad sostenible, liberando la presión de los coches e incorporando una nueva red de corredores verdes que liberen espacio. Es una nueva organización para las grandes ciudades que le da mayor prioridad a los peatones y a los espacios públicos en detrimento de los automóviles y los intereses privados. Y que además, requiere pocas reformas y escaso financiamiento para ser puesta en práctica.
Nuevo código de planeamiento urbano.
El nuevo código de planeamiento urbano impulsado por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires ya se encuentra en sus últimas etapas de discusión, afirma Carlos Colombo en la presentación de la charla. Este código viene a modificar la forma en que se habita Buenos Aires y también la forma en que crece como metrópolis.
Según los datos oficiales, se espera que el nuevo Código establezca alturas máximas de construcción, respetando la identidad de cada barrio. Esto dará mayor previsibilidad, y el vecino podrá conocer. Otro objetivo es que promueva una ciudad policéntrica, que atraiga comercios y servicios a los barrios. De esta manera se evitará que determinadas áreas concentren únicamente actividades específicas, permitiendo que el vecino pueda satisfacer sus necesidades o intereses sin salir de su barrio.
Plantea un desarrollo urbano consciente a partir de la identificación y creación de unidades sustentables, que se desarrollarán entre avenidas o calles transitadas. Se redirigirá la circulación vehicular hacia las avenidas, se priorizará la movilidad peatonal y la creación de nuevos espacios verdes.
Finalmente, uno de los objetivos que señala el Gobierno de la Ciudad para este nuevo Código es revalorizar las zonas subdesarrolladas. Esto creará una mayor integración social dentro de determinadas zonas de la Ciudad, por ejemplo las áreas linderas al Riachuelo y a la Autopista General Paz. Que además coincide con uno de los puntos de mayor relevancia de la exposición de Rueda, con respecto a la cohesión social indispensable de las ciudades sostenibles.