Bahía Blanca: planificación urbana como la clave ante los desastres - Informe Digital Metropolitano

Bahía Blanca: planificación urbana como la clave ante los desastres

El temporal que afectó a Bahía Blanca el pasado 7 de marzo expuso una problemática recurrente en muchas ciudades: las inundaciones no son solo consecuencia de eventos climáticos extremos, sino también de  falta de planificación territorial adecuada y una infraestructura insuficiente. Con al menos 16 víctimas fatales y más de 1.400 evacuados, la tragedia en Bahía Blanca evidencia la necesidad urgente de fortalecer la planificación urbana para la prevención de desastres.

Factores estructurales que contribuyeron a la catástrofe

Bahía Blanca es una ciudad con un crecimiento urbano acelerado que, en muchos casos, ha avanzado sin una planificación acorde a sus condiciones geográficas y climáticas. La combinación de factores estructurales y climáticos explica por qué las lluvias de marzo de 2025 tuvieron un impacto devastador.

Lluvias extraordinarias

En 24 horas, cayeron cerca de 290 milímetros de agua, una cantidad similar a la registrada en las catastróficas inundaciones de La Plata en 2013 o Santa Fe en 2003. El Servicio Meteorológico Nacional calificó el fenómeno como «sin precedentes» para la zona. Además, las lluvias de la semana previa ya habían saturado los cursos de agua, agravando el impacto del temporal.

Ubicación vulnerable 

En 2012, Paula Zapperi, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y doctora en Geografía, publicó una tesis doctoral que alertaba sobre los riesgos de inundación en Bahía Blanca. Teniendo en cuenta las condiciones naturales y sociales, catalogó la zona como “un muy lugar vulnerable”.

Su análisis señalaba que la ciudad, al estar en la parte baja del arroyo Napostá y el canal Maldonado, es propensa a crecidas rápidas. Esta vulnerabilidad se acentúa en zonas bajas, donde el agua se estanca, y en zonas altas, donde corre con fuerza, causando erosión y daños en la infraestructura urbana. 

Deficiencias en la planificación urbana

El crecimiento urbano desordenado ha alterado el drenaje natural, incrementando la impermeabilización del suelo y sobrecargando el sistema de desagües pluviales. Superficies asfaltadas, edificaciones sin control y rellenos de terrenos en zonas bajas han reducido la capacidad de absorción del agua de lluvia, generando anegamientos y dejando aislados a numerosos barrios periféricos, como fue el caso del barrio fabril.

Influencia del cambio climático

El cambio climático ha intensificado la frecuencia y magnitud de eventos meteorológicos extremos. Un caso reciente y paradigmático es el de Valencia, España, donde el 29 de octubre de 2024, un temporal provocado por la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) dejó más de 200 muertos y daños incalculables. En pocas horas, cayó el equivalente a un año de lluvia, con registros de hasta 500 litros por metro cuadrado en algunas zonas. Las DANAs son fenómenos recurrentes en la región mediterránea y su creciente intensidad está vinculada al cambio climático. 

Si bien muchos expertos advierten que es difícil asociar un evento puntual con el cambio climático, existe acuerdo sobre su creciente influencia en la intensidad y frecuencia de estos fenómenos meteorológicos como uno de los factores determinantes de la magnitud del desastre. Sin una adecuada planificación urbana, estos eventos pueden convertirse en desastres humanitarios y económicos. Para evitar la pérdida humana y material, se vuelve necesario adaptar las ciudades a los nuevos patrones climáticos.

Hacia una nueva agenda urbana para la mitigación del riesgo

Paula Zapperi, en su trabajo de investigación, destacó la importancia de la adaptación por sobre la prevención frente a la nueva realidad climática. Más allá de la mejora en la infraestructura de drenaje, es fundamental repensar los modelos de urbanización contemplando estrategias de ordenamiento territorial que prioricen la gestión del agua y la resiliencia urbana. Algunas estrategias clave incluyen:

  • Infraestructura verde: implementación de parques inundables, techos verdes y pavimentación permeables para aumentar la capacidad de absorción del suelo.
  • Ordenamiento territorial: restricciones a la urbanización en zonas de alto riesgo hídrico.
  • Modernización de desagües pluviales: ampliación y mantenimiento de la red para adaptarla a nuevos escenarios climáticos.
  • Sistemas de alerta temprana: implementación de tecnología para monitorear y responder rápidamente a eventos climáticos extremos.

Las inundaciones en Bahía Blanca han puesto en evidencia la relación entre urbanización desordenada, cambio climático y vulnerabilidad social. Para pensar la cuestión climática no podemos analizar los fenómenos naturales en sí mismos sin ponderar cómo las ciudades y sus habitantes están expuestos a ellos. La clave está en adaptar nuestras urbes a través de políticas de planificación sostenibles y medidas de adaptación efectivas que garanticen ciudades más resilientes.