Por Nahuel Palomo
Las conclusiones publicadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) sobre la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del segundo semestre del 2022 señalaron que el Gran Buenos Aires (GBA) finalizó el año con 6.228.922 (39,5%) habitantes por debajo de la línea de la pobreza, es decir cuyos ingresos totales no superaron el valor de la canasta básica total (CBT). Cabe señalar que, dentro de la población pobre, conviven 1.375.348 indigentes, lo que quiere decir que el 8,7% de la población del GBA registró ingresos totales que no superaron el valor de la canasta básica de alimentos (CBA).
El Gran Buenos Aires terminó el año 2022 con un nivel de pobreza más alto que el de la Patagonia (34,7%), integrada por los siguientes aglomerados urbanos: Comodoro Rivadavia-Rada Tilly, Neuquén-Plottier; Río Gallegos, Ushuaia-Río Grande, Rawson-Trelew; y Viedma-Carmen de Patagones; y que el de la región Pampeana (36,3%), integrada por Bahía Blanca-Cerri; Concordia; Gran Córdoba; Gran La Plata; Gran Rosario; Gran Paraná; Gran Santa Fe; Mar del Plata; Río Cuarto; Santa Rosa-Toay; y San Nicolás-Villa Constitución. En términos comparativos con el primer semestre del año pasado, la cantidad de pobres del Gran Buenos Aires creció un 2,5%, mientras que la de indigentes pasó de un 10,4% a un 8,7%. Es decir que, la indigencia se redujo en un 1,7%.
Si se analiza el desagregado, el 16,1% de la población de la Ciudad Autónoma de Buenos (CABA) es pobre, del cual el 4,1% de todos los porteños es indigente. Comparativamente con la primera mitad del 2022, la pobreza en CABA pasó del 16,2% al 16,1%, mientras que la indigencia lo hizo del 3,9% al 4,1%. La pobreza disminuyó un 0,1%, pero la indigencia creció un 0,2%. Entre la población de los partidos del GBA, el 45% es pobre, mientras que el 9,8% es indigente. En relación a junio de 2022, la pobreza creció un 3%, y la indigencia se redujo un 2,1%.
Los datos mencionados anteriormente dejan en claro que la pobreza e indigencia no son solo consecuencia de la tasa de actividad económica, ni de la de desempleo. No se puede obviar que el Gran Buenos Aires finalizó el año 2022 con una tasa de actividad del 48,3%, un 45% de la tasa de empleo, y un 7% de la tasa de desocupados. En comparación con el cuarto trimestre del 2021, la tasa de actividad creció un 0,7%, la de empleo un 0,9%, y la desocupación disminuyó un 0,4%. Pese a estos números de crecimiento de la actividad y del empleo, acompañados de la disminución de la desocupación, en diciembre del 2022 se registró un aumento de la pobreza del 2,2% en comparación con diciembre del 2021, mientras que para el mismo intervalo la indigencia se redujo un 0,2%.
La generación de empleo es fundamental para la erradicación de la pobreza, pero los números evidencian que si ella no es acompañada por políticas públicas que intervengan en la redistribución de la riqueza generada, en conjunto con políticas fiscales y monetarias que contengan al proceso inflacionario, la pobreza y la indigencia no serán mitigadas. Claro está que para intervenir en este escenario atípico para la historia argentina, donde se registran trabajadores debajo de la línea de la pobreza, se requiere de una clase política que estudie y atienda los contextos cambiantes que nos acechan. El Gran Buenos Aires no es la excepción a la realidad nacional, más bien es su muestra más significativa.