La semana metropolitana cambió de página. Se distanciaron quienes en los últimos meses vimos pelear codo a codo contra el COVID19. Los que transitamos la Buenos Aires Metropolitana, el AMBA, desde hace décadas conocemos muy bien los ciclos de la cooperación interjurisdiccional entre municipios, CABA, PBA y el Gobierno Nacional. Podemos dar decenas de ejemplos de juntadas y fracasos, en variados acuerdos, para solucionar juntas determinados problemas que las distintas jurisdicciones no podían solucionar solas. Sin embargo, damos fe que los pasos compartidos -cortos o largos- siempre dejan saldo positivo.
El enorme paso dado en conjunto por Nación, PBA y CABA que vimos impecablemente graficado en la famosa foto de Fernández, Larreta y Kicillof con medidas en común y ejecución en lo propio por cada Gobierno durante la pandemia, vino para quedarse por dos motivos: porque ocurre en paralelo con la entrada de la realidad AMBA en la conciencia de los metrobonaerenses y de los argentinos, y porque la cooperación operativa de equipos y gestores públicos es una experiencia profunda e irreversible aunque luego haya retrocesos. Con la conciencia se puede construir reclamo colectivo promoviendo gobernabilidad del AMBA no sólo en caso de emergencias sino para planificar futuro. Y con la experiencia se puede responder eficazmente al reclamo.
Apostamos que lo sucedido es una crisis de crecimiento en la gobernabilidad de la Buenos Aires Metropolitana porque el AMBA está y de sus problemas hay que hacerse cargo, por las buenas o por las malas. Esperamos que las artimañas de la vieja política cedan paso a la racionalidad que implica la cooperación interjurisdiccional, caso contario se van a tener que ir todos. Si los políticos perciben el enorme rédito de los escenarios ganador ganador, ganamos todos.
La pelea de CABA con Nación y PBA no fue un capricho, es el emergente y la evidencia del drama estructural de un AMBA inviable, dentro de una Argentina que por incapacidad de crear riqueza solo distribuye pobreza. Las tomas de tierras y la sublevación policial se pueden multiplicar por decenas, son cuestiones graves y duras que interpelan la necesidad urgente de un desarrollo nacional integrado, de base federal por regiones donde el AMBA sea una región más funcional al conjunto del país con identidad e integración equitativa.
Más allá de chicanas políticas y medidas inconsultas no hay dudas que es alarmante el desequilibrio fiscal entre CABA y PBA, del que deben ocuparse sus gobiernos para ver cómo se ordena, en serio y para siempre, y no sea necesario que la Nación venga a paliar la coyuntura crítica. Si la coparticipación federal es terapia para un déficit de salarios policiales significa que el paciente está en terapia intensiva. Como muestra gratis del mentado desequilibrio señalamos que el presupuesto per cápita, es decir el dinero público para dar servicios a la comunidad es en CABA de 47.000 y en La Matanza de 3.000, pesos por año.
Finalmente, debe enfatizarse el enorme desequilibrio demográfico existente. En el 0.4% del territorio nacional vivimos el 38% de la población. Esto significa que no solamente somos un país vacío y macro cefálico sino que tenemos una realidad socio económica imposible de sostener donde la producción primaria, básicamente, sostiene la baja productividad de la megalópolis y sus muy graves extremos de exclusión. Es posible promover en las regiones argentinas sectores de actividad de alto empleo que sean atractivos para jóvenes metrobonaerenses con ganas de trabajar, hambre de futuro y arraigo sano, para ellos y sus hijos. Hay que desconcentrar el AMBA y hacer crecer social y económicamente el interior para que Dios deje de atender sólo en Buenos Aires.