POR JULIO CROCI, DIRECTOR GENERAL DE COLECTIVIDADES GCBA – Resultaría imposible comprender la historia de nuestro país y su presente sin tener en cuenta el aporte de los flujos migratorios. Desde antes del nacimiento de nuestra República, inmigrantes de diferentes continentes ya estaban presentes siendo actores protagónicos de los procesos históricos. Pensar en los bolivianos Juana Azurduy y Cornelio Saavedra quienes aportaron y mucho a nuestro proceso revolucionario al igual que Manuel Belgrano, hijo de inmigrantes italianos o el Almirante irlandés Guillermo Brown por citar algunos ejemplos de miles de nativos y descendientes de extranjeros que escribieron importantes páginas de nuestra historia nacional.
Desde la literatura, la ciencia y la educación pasando por la economía y la cultura, no hay un espacio donde los inmigrantes y sus descendientes no hayan aportado al crecimiento de nuestro país. Además de contribuir en lo personal, los inmigrantes se agruparon en instituciones por diferentes motivos. Recordar la tierra dejada, recibir y brindar servicios a sus paisanos y perpetuar en las nuevas generaciones su idioma y cultura, fueron solo algunos de los motores que impulsaron a crear un basta vida asociativa que hoy en día suman más de cuatro mil instituciones de colectividades en todo el país, principalmente distribuidas en la Ciudad de Buenos Aires y área metropolitana.
Clubes sociales y deportivos, talleres de idioma y danzas, escuelas que van desde el jardín de infantes hasta la secundaria además de hospitales, servicios sociales, mutuales y turísticos. Todas estas y muchas más son las actividades que día a día llevan adelante de manera voluntaria las colectividades y lo más importante, abiertas a toda la comunidad.
Los flujos migratorios tradiciones en su mayoría europeos, han mermado desde hace décadas la llegada al país. Actualmente, la inmigración activa en Argentina proviene de países limítrofes además de Perú como así también de China y de algunos países africanos como Nigeria y Senegal. Como sucedió con sus antecesores, el inmigrante no viaja solo sino trae consigo su historia, su cultura y su gastronomía. Es por ello que nuestro país cuenta con una cultura plural que se aprecia en el idioma, la arquitectura, en nuestra idiosincrasia y en particular en nuestra gastronomía.
La gran variedad de sabores, productos y elementos que se utilizan en nuestra cocina es gracias al aporte de todos los inmigrantes que deseosos de consumir sus platos típicos comenzaron a importar o introducir frutos, verduras, especies y recetas convirtiendo a la cocina argentina en una rica y diversa conjunción de sabores que se sigue nutriendo día a día a medida que se incorporan nuevos flujos migratorios.
Este aporte en nuestra riqueza gastronómica se ve claramente reflejado en el reciente trabajo documental de la Fundación Metropolitana denominado “Ferias y Mercados: Colectividades”. Allí se aprecia como las ferias y mercados se fueron nutriendo de productos desconocidos al paladar argentino pero que a través de la llegada de nuevos flujos migratorios y al ampliarse el interés de consumo de ellas, comenzaron a ser demandados por una amplia cantidad de público.
Desde hace 8 años, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires viene acompañando a las diferentes colectividades. En 2011, se creó la Dirección General de Colectividades dentro de la Subsecretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural a cargo del Licenciado Claudio Avruj, ya que entendemos que la identidad, el culto y difusión de la misma es un verdadero derecho humano. Programas como “Buenos Aires Celebra”, “Teatro por la Diversidad”, “Transparesencia”, talleres contra la discriminación en escuelas y la conformación del Foro Porteño de Colectividades son muestra de la importante relevancia que le da nuestra gestión de gobierno a la diversidad cultural.
Hoy en día conviven colectividades con presencia histórica en nuestro país, las cuales siguen vigentes a través de sus descendientes y nuevas culturas que se incorporan a nuestra identidad, una identidad dinámica que se sigue nutriendo del aporte de todas aquellas personas de bien que desean habitar suelo argentino tal como reza nuestra Constitución. Todas ellas forman un mosaico de identidades que hacen de nuestro país un ejemplo mundial de convivencia en la diversidad y de una riqueza cultural única en el mundo.