ODS 5: Igualdad de género en el mercado laboral para 2030 – Columna para Perfil - Informe Digital Metropolitano

ODS 5: Igualdad de g̩nero en el mercado laboral para 2030 РColumna para Perfil

POR SILVIA MUÑOZ, ESPECIALISTA EN RECURSOS HUMANOS – La igualdad de género no solo es un derecho humano, sino que es el basamento para lograr una sociedad más próspera, equitativa y justa.

A pesar de que se ha mejorado mucho, la igualdad de género en el terreno laboral continúa siendo un espacio injusto para las mujeres si consideramos, además, que representan un porcentaje mayor en méritos académicos.

La realidad presiona cada vez más, pero, necesitamos implementar cambios estructurales que nos permitan cumplir con el objetivo de la Igualdad de Género para transformar nuestro mundo: meta 2030.

Considero este objetivo como transversal a los otros, ya que cuando comenzamos a pensar en la igualdad en esta dimensión, el lugar que podría llegar a ocupar la mujer en los mandos inferiores y medios, pero con mayor incidencia en los puestos altos de una organización, modificaría las reglas de juego que existen hoy no sólo en el mercado laboral.

Existen preconceptos con respecto a las tareas reproductivas (la reproducción, tareas domésticas, cuidado de niños y de ancianos) y productivas entre hombres y mujeres, que suponen que las mujeres priorizan estas tareas por sobre su desarrollo profesional. Muchas veces estos estereotipos parten de la selección que se realiza en posiciones de decisión y/o liderazgo fundamentando aquellas tareas como prioritarias en todas las mujeres y no dando espacio para ofrecer horarios flexibles o licencias a los padres por igual. Esto produce un desequilibrio y no permite achicar la brecha en la cima de las organizaciones.

Para ilustrar esto, el informe de 2018 de El Ministerio de Trabajo, da cuenta que las mujeres participan menos del mercado de trabajo y dedican más tiempo que los varones a las tareas domésticas. Las mujeres participan un 54% más que los hombres en los quehaceres domésticos, el apoyo escolar a los niños y el cuidado de personas. Los varones dedican 3,4 horas diarias al trabajo doméstico no remunerado y las mujeres lo hacen 6,4 horas diarias, casi un 90% más. Sumado a esto, entre las mujeres ocupadas hay alta informalidad y menores salarios.

En general, las mujeres tienen menos participación en la economía y quienes lo hacen, tienen trabajos más precarios que los varones, y con una diferencia salarial del 26%.  Por otra parte, según este informe, la tasa de desocupación abierta de las mujeres es del 10,6% superando esta cifra la de los varones (8,7%) y la general (9,6%). En el Gran Buenos Aires, la desocupación de las mujeres alcanza el 12,5% frente al 10,5% en los varones y al 11,4% en general.

Frente a este panorama, nos encontramos cada vez más con mujeres que logran ser CEOs, empresarias, directoras, ocupando lugares de decisión a pesar de seguir siendo un lugar mayoritariamente masculino. En este caso, nos encontramos con historias de mujeres que se han sentido muy solas y que hablan de cómo han remado contra la corriente para llegar donde están. Estas situaciones adversas por las que han pasado sirven de inspiración a otras para continuar y que estos puestos sean la regla y no la excepción.

Por este motivo, es importante impulsar nuevos marcos legales para la igualdad de oportunidades y educación para todas la mujeres en el 2030. Y aquí no solo nos referimos a la inserción laboral, sino a la libertad de ejercer un derecho humano: de ser respetada y no discriminada desde la niñez.

En los últimos años la  participación de la mujer en el mercado laboral ha ido creciendo, pero no es suficiente. Hoy, es mucho lo que se habla de la libertad de trabajo e igualdad de oportunidades y remuneración, muchas son las organizaciones civiles y del estado que se preocupan y ocupan, pero no es suficiente. Es mucho lo que se ha concientizado, pero no se ve en la misma proporción en la práctica. Hoy, muchas empresas asumen un compromiso por la inserción de las mujeres en la gestión empresarial, pero no es suficiente.

Necesitamos que Estado, Organizaciones Civiles y Empresas avancen en aplicar políticas públicas para lograr una cultura empresarial más inclusiva, con un balance empresa/familia donde el desafío es la construcción de una sociedad donde las diferencias son reivindicadas y vistas como una gran oportunidad. Oportunidad que está altamente comprobada en estudios que reflejan el nexo entre la inclusión de mujeres en posiciones de dirección y el rendimiento económico mayor de la organización.