La última década mostró claros avances en los indicadores de empleo, pobreza e indigencia en la Argentina. Después del colapso sufrido en 2001 y 2002, la recuperación de la actividad económica y la puesta en marcha de políticas sociales de alcance masivo permitieron dejar atrás la aguda crisis que vivió nuestro país en aquellos años. Sin embargo, aún queda una serie de asignaturas pendientes, que requieren de políticas públicas de gran escala y la participación mancomunada de los distintos niveles estatales, las organizaciones sociales y el sector privado.
Un análisis global y de mirada rápida, permite identificar cinco ejes centrales en la problemática social de la Argentina actual. En primer lugar, se encuentran los bolsones que aún quedan de extrema pobreza. Es decir, ese diez por ciento de la población que todavía no logra cubrir las necesidades mínimas nutricionales, de servicios básicos o de vivienda. En segundo lugar, se identifica alrededor del cuarenta por ciento de los trabajadores que se encuentran en el sector informal de la economía. Otro reto claro está representado por los altos niveles de desigualdad, que si bien han retrocedido en esta última década, aún están por debajo de los índices que tenía el país antes de la última dictadura militar. En cuarto lugar, exige doblar esfuerzos y afinar la mirada el alto número de jóvenes que no estudian ni trabajan. Y, en quinto lugar, la vida en los grandes centros urbanos, en los que está radicado el setenta por ciento de la población y en los que el hacinamiento, la precariedad laboral, la pobreza y la violencia conviven de manera cotidiana.
Lanzado en agosto de 2009, el Plan Argentina Trabaja tiene como objetivo prioritario promover el desarrollo económico y la inclusión social, a través de la generación de nuevos puestos de trabajo genuino, con igualdad de oportunidades, fundado en el trabajo organizado y comunitario. Está dirigido a trabajadores desocupados y sin acceso a otro plan social, a los cuales apunta a capacitar en distintos oficios para impulsar la creación de fuentes de trabajo que puedan sustentarse en el tiempo y generen sentido de pertenencia al lugar y al puesto de trabajo.
La característica distintiva de este programa radica en la conformación de cooperativas de trabajo vinculadas con actividades económicas planificadas por los Poderes Ejecutivos Nacional, provinciales o municipales. Estas cooperativas deberían crearse a través de “asociaciones autónomas de personas que se unen voluntariamente para formar una organización democrática, cuya administración y gestión se lleva a cabo de la forma que acuerden los socios”, con la intención de hacer frente a las necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes mediante una empresa.
En la primera etapa, el Plan Argentina Trabaja se implementó en 36 de los 135 municipios del conurbano bonaerense, donde habita aproximadamente un tercio de la población total de la Argentina. En la actualidad, se extendió a 11 de las 24 provincias argentinas. Con respecto a su distribución poblacional, la cobertura del programa corresponde a los distritos con mayor número de habitantes del país, a excepción de Córdoba y Santa Fe, que no disponen de montos significativos para la ejecución del programa.
El cruce entre los objetivos del Plan y sus niveles d