POR RICARDO GERARDI, FUNDACION METROPOLITANA – En esta breve reflexión tomaremos el caso en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) o también denominada Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA).
Podemos afirmar que un área o región está inserta en un contexto espacial más amplio (en este caso la cuenca del Plata y Argentina) e histórico con distintas etapas. De estas última podríamos hacer una sintética desagregación en tres etapas: la “ciudad puerto” hasta 1880, la ciudad que se conurbaniza con mayor cantidad de migrantes e industrias (de 1880 hasta mediados del siglo XX) y desde mediados de los 70 la ciudad metrópolis se afirma con su conurbanización pero -a diferencia de los servicios y de la agricultura periurbana- declina la industria y va aumentando la pobreza de menos del 5% al orden de un tercio de la población. Por lo tanto el trabajo irá tomando distintas formas en función de su rol en el contexto nacional e internacional.
De aquí al futuro dependerá del rumbo que tomen las políticas públicas de la Nación, así como de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires con los Municipios de su conurbano y de otras variables. De estas últimas podemos mencionar la situación de los países vecinos (en especial la economía de Brasil y si habrá nuevas migraciones de otros países latinoamericanos), la situación de las economías regionales de Argentina (si serán expulsoras de población o si -de manera deseable- se pudieran generar polos o proyectos de desarrollo que puedan absorber población del AMBA), el cambio científico-tecnológico (en particular el avance de la automatización y de la “uberización” de la economía), etc.
Organizaciones no gubernamentales como la Fundación Metropolitana vienen abogando por una “institucionalidad metropolitana” entre los poderes (Nación, CABA y PBA) a fin de coordinar de manera más eficaz las políticas públicas de la región y su gobernanza. Se necesita una mejor articulación tanto en temáticas sectoriales (movilidad, residuos, etc.) como en arreglos institucionales que deberían servir para potenciar servicios vinculados con el circuito cultural-turístico, los clusters de diseño e industria del software, la economía circular y el cuidado del medio ambiente (en particular la cuenca Matanza-Riachuelo) junto con la capacitación en oficios vinculados al mantenimiento de bienes y servicios, y una información más fluida que vehiculice la oferta y demanda de trabajo, así como que posibilite una ayuda solidaria más eficaz a las personas en situación de pobreza.
Entre los temas a evaluar vinculados a la población más frágil y vulnerable (además de la capacitación en artes y oficios) está la posibilidad de actividades que generen autosubsistencia -además del intercambio en forma de trueque e iniciativas de economía popular y economía solidaria- están la agricultura urbana (hay varias experiencias que también se muestran en videos y la forestación en calles de frutales aptos ecológicamente y para consumo humano). Un tema no menor es todo lo vinculado al “ocio creativo” que puede comenzar como juego y diversión personal y grupal, para pasar a ser trabajo bajo la modalidad de arte urbano tanto en lo que se refiere a embellecer paredes (por ejemplo para embellecer villas y barrios populares, así como escuelas y lugares de trabajo) como en trovadores urbanos (con modalidad “a la gorra” como hoy hay en el subterráneo, trenes metropolitanos o calles concurridas de la Ciudad de Buenos Aires) que pueden generar un ingreso.
Volviendo a las cuestiones institucionales que den el marco adecuado para la generación de trabajo en el AMBA también se requeriría de que los acuerdos sectoriales que está haciendo la Nación vinculados a la competitividad, puedan articularse con CABA y PBA para los sectores industriales más comprometidos en su sostenibilidad futura y dar señales claras acerca del rumbo futuro.
Este tipo de iniciativas seguramente ayudarán a converger a un mundo mejor para esta área o región.