Nuevos Foros Temáticos en BAM 2.1 - Informe Digital Metropolitano

Nuevos Foros Temáticos en BAM 2.1

LNC_8661Este mes hubo actividad en cuatro Foros de la Plataforma BAM 2.1. El Foro Enfoque metropolitano para el manejo de los Residuos Especiales de Generación Universalllegó a su fin con un encuentro presencial realizado el 3 de octubre. Por otro lado el Foro “ODS y Gestión Local” se está cerrando el 11 de octubre en el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales. Además están transcurriendo otros dos Foros en simultáneo, una de Resiliencia y otro de Evaluación Ambiental Estratégica.

Enfoque metropolitano para el manejo de los Residuos Especiales de Generación Universal

El pasado 3 de octubre, la Fundación Metropolitana organizó un evento con el acompañamiento de la Secretaría de Desarrollo y Ambiente de la Nación, el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), y la Agencia de Protección Ambiental de la CABA (APRA), con el objetivo de unificar criterios en torno al manejo de los residuos especiales.

El evento se organizó como cierre de la discusión que se venía llevando adelante en el Foro virtual Enfoque metropolitano para el manejo de los Residuos Especiales de Generación Universal de la Plataforma BAM 2.1. El mismo se desarrolló en la ciudad de La Plata, en el auditorio de la Cámara Argentina de la Construcción.

BAM REGUComo resultado de este proceso de discusión, se elaborará un documento de recomendaciones  que será presentado a decisores públicos y privados, con el objetivo de incidir en políticas públicas.

Disertaron en el evento: Oscar Solís, Director provincial para el Desarrollo Sostenible y Cambio Climático (OPDS), Rodrigo Vidal Maula, Director General de Evaluación Ambiental (APRA), y Miguel Lozupone, asesor del legislador porteño Guillermo Suárez y Gabriel Gatika, asesor del diputado Marcelo Daletto.

Asistieron también, actores del ámbito decisional técnico, legislativo, sector privado, académico y ONG´s. Gastón Urquiza, Director ejecutivo de la Fundación Metropolitana, destacó la posibilidad de reunir sectores diversos para participar en la discusión de problemáticas complejas como la de los residuos: “Tomamos el compromiso de impulsar instancias de participación con el objetivo de incidir en políticas públicas. Contar con la presencia de personas de la administración de la provincia, la capital y la nación, tanto del ámbito ejecutivo como legislativo, da cuenta de que estamos en el camino correcto”.

Pablo Mesa, director del Centro de Economía Circular y tutor del Foro, dio inicio al evento con la presentación de las recomendaciones de los participantes que surgieron en la instancia virtual del Foro. Mesa explicó la existencia de una asincronía en el manejo y la gestión de los REGU entre la CABA y la PBA: “Es importante tener conceptos y definiciones concretas sobre el qué, cómo, cuándo y dónde en torno al manejo de residuos especiales”. Además, como ejes de pensamiento planteó: “La necesidad de articulación entre distritos (acuerdos interjurisdiccionales), la necesidad de promover una ley de presupuestos mínimos, y la necesidad de pensar una política que vincule a todos los actores”.

LNC_8563A su turno, Solís argumentó: “Este debate debe nutrir a los organismos públicos para tomar las decisiones acertadas. Es clave trabajar interjurisdiccionalmente entre organismos públicos y, a la vez, articular con el sector privado”. Por su parte, Vidal explicó: “Celebramos este foro porque la problemática de los residuos es de carácter interjurisdiccional. Desde el APRA nos parece importante la sinergia con el OPDS, para poder trabajar este tema juntos”.

Además, Lozupone expuso: “Estos temas están en la agenda de gestión, la legislativa y la de la ciudadanía. Es por este motivo que a veces me pregunto por qué no terminan avanzando”. Y terminó ponderando: “Es importante que haya leyes en estos temas ya que las empresas necesitan seguridad jurídica para operar. También debemos generar leyes en espejo entre la provincia y la ciudad para trabajar estos temas”.

Foro Temático “Hacia un AMBA más resiliente”

Este Foro, llevado adelante con CIPPEC, está en su etapa de debate virtual hasta el 19 de Octubre. Los tutores son Ana Carolina Herrero y José David de CIPPEC.

BAM ResilLos ejes del debate son tres:

¿Cuáles son los desafíos que enfrentan los diferentes actores (Gobierno nacional, provincial, municipal, sector privado, academia y sociedad civil), para desarrollar una agenda de adaptación frente al cambio climático?

¿Cuáles son los aportes que cada sector puede hacer en la promoción de una estrategia local de resiliencia frente al cambio climático?

¿Qué ideas, planes, proyectos y/u obras se deberían desarrollar para hacer del Aglomerado Gran Buenos Aires (AGBA)[1] una región más resiliente?

Fundamento del Foro

Contexto sobre ciudades y cambio climático

Las ciudades se están convirtiendo cada vez más en el territorio clave donde abordar el cambio climático, ya que es allí donde se ven sus riesgos e impactos y, al mismo tiempo, donde se producen la mayoría de sus causas. Si bien es un fenómeno global, el abordaje del cambio climático a nivel local cobra un sentido transformador desde la perspectiva social y económica.

Vincular la planificación y el desarrollo urbano a la respuesta que pueden dar las ciudades al cambio climático es fundamental, dado que la población urbana seguirá creciendo de manera exponencial. A nivel mundial, dicha población se ha incrementado rápidamente desde 1950, pasando de 746 millones a 3.900 millones en 2014. Se espera que aumente a 6.300 millones en 2050, del 54% hasta el 70% de la población mundial (ONU-Hábitat, 2014). Las megaciudades y regiones metropolitanas continúan expandiéndose: se estima que para el año 2030, habrá 41 megaciudades con al menos 10 millones de residentes cada una, localizadas principalmente en el hemisferio sur (Mayr, et al., 2017).

La urbanización acelerada, a su vez, ha venido acompañada por el aumento de las emisiones globales de carbono producto de la quema de combustibles fósiles. Dichas emisiones aumentaron en el período comprendido entre los años 1950 y 2005 alrededor de 6 veces (Mayr, et al., 2017). Adicionalmente, las ciudades son responsables del 60% al 80% del consumo de energía, generando el 70% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEIs) (ONU-Hábitat, 2016).

Teniendo en cuenta que en los próximos 15 años se construirán tantas áreas urbanizadas como en toda la historia de la humanidad hasta ahora (Lanfranchi & Contin, 2017), se hace evidente que existe una necesidad urgente de desarrollar la resiliencia climática para enfrentar los riesgos e impactos negativos que el cambio climático tiene para las ciudades y sus habitantes.

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), los aglomerados urbanos estarán expuestos a un aumento de la temperatura superior a 1,5°C sobre los niveles preindustriales a mediados del corriente siglo (Revi, et al., 2014). La frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos también aumentará y elevará el nivel de riesgo de morbilidad y mortalidad (Rosenzweig & S, 2015).

Los peligros para la salud más importantes relacionados con el clima en las áreas urbanas son las tormentas, las inundaciones, las olas de calor extremo y los deslizamientos de tierra (Revi, et al., 2014). Se ha observado que, a nivel mundial, el número de desastres naturales viene aumentando tanto en frecuencia como en intensidad: 4.000 eventos entre 2003 y 2012 en comparación con 82 en el período 1901-1910 (ONU-Hábitat, 2016). Este tipo de eventos limitan la funcionalidad y la resiliencia general de una ciudad, lo que afecta su capacidad de recuperación (Mayr, et al., 2017). Además, las estimaciones muestran, por ejemplo, que el costo material global de los desastres para el período comprendido entre 1996 y 2005 ascendió a 667 mil millones de dólares (ONU-Hábitat, 2016).

Considerando que la planificación urbana desempeña un papel clave en la respuesta global al cambio climático, desarrollar la resiliencia climática es primordial en el contexto de la rápida urbanización, motivo por el cual debería expandirse más allá de las divisiones sectoriales y las fronteras jurisdiccionales. Por lo tanto, es necesario revisar los esquemas gubernamentales y fomentar un enfoque institucional integral que pueda abordar la metrópoli de manera transversal, en lugar de zonas territoriales o sectores temáticos (Gómez Álvarez & Lanfranchi, 2017). También es menester que se elabore un marco que proporcione más orientación sobre lo que la resiliencia climática significa en la práctica y señale cómo los planificadores urbanos pueden fortalecerla (Tyler y Moench, 2012).

En particular, las ciudades deben encarar acciones no sólo ligadas a obras y mejoras de infraestructura, sino también de concientización, capacitación, educación, adecuación normativa, utilización de sistemas de información y de alerta temprana, entre otras. Para avanzar hacia ciudades más resilientes es necesario capacitar tanto al personal del gobierno local, como a la población acerca de la importancia de la temática y de los peligros a los que pueda estar expuesta dicha población, los sistemas de salud, los bienes materiales, la economía, la infraestructura, entre otras variables.

Asimismo, es necesario incorporar la reducción de riesgo de desastres y resiliencia en los programas escolares y desarrollar formación profesional formal para darle jerarquía, capacitación y preparación técnica a los actuales ‘respondedores’ locales que trabajan en la respuesta ante la emergencia y las situaciones de contingencia. Por otro lado, es fundamental establecer un marco institucional y administrativo dentro del gobierno local que permita la organización y la coordinación entre los diferentes niveles del Estado, para comprender y reducir el riesgo al que está expuesta la comunidad de manera transversal.

Finalmente, uno de los prerrequisitos primordiales para la toma de decisiones basadas en evidencia de alta calidad, es mantener información actualizada sobre los peligros y vulnerabilidades. Para ello es clave desarrollar evaluaciones del riesgo con el fin de utilizarlas como base para los planes y decisiones relativas al desarrollo local. En el mismo sentido, la sistematización continua de la información en plataformas de Sistemas de Información Geográfica puede ayudar a determinar la naturaleza y el grado del riesgo de desastres.

El liderazgo y participación de los gobiernos locales juega un papel vital para cualquier compromiso en la reducción del riesgo frente al cambio climático, por medio de su implementación exitosa en el proceso de desarrollo urbano. Hacer de las ciudades argentinas territorios más resilientes es una responsabilidad de naturaleza colectiva donde todos deben estar involucrados: los gobiernos nacionales, provinciales y locales; las organizaciones internacionales, regionales y de la sociedad civil; el sector privado en general; las instituciones académicas y asociaciones de profesionales; y, los ciudadanos.

Resiliencia urbana

El concepto de resiliencia se origina en el campo de la física y hace referencia a la capacidad que tienen los cuerpos para volver a su forma original, luego de haber sufrido deformaciones producto de la fuerza.

Por su parte, el IPCC definió en 2014 a la resiliencia como “la capacidad de los sistemas sociales, económicos y ambientales de afrontar un suceso, tendencia o perturbación peligrosa respondiendo o reorganizándose de modo que mantengan su función esencial, su identidad y su estructura, y conservando al mismo tiempo la capacidad de adaptación, aprendizaje y transformación”.

La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR), estableció en 2013 los siguientes aspectos para lograr la resiliencia en una ciudad:

– La población reside en viviendas y barrios que cuentan con servicios e infraestructura adecuados y cumplen con códigos de construcción razonables.

– El gobierno local es incluyente, competente y responsable que vela por una urbanización sostenible y destina los recursos necesarios para desarrollar capacidades con el objeto de asegurar la gestión y la organización de la ciudad antes, durante y después de que un peligro se materialice.

– Las autoridades locales y la población comprenden sus peligros y crean una base de información local compartida sobre las pérdidas asociadas a la ocurrencia de eventos, los peligros, riesgos, y sobre quiénes están expuestos y vulnerables.

– Las personas están empoderadas para participar, decidir y planificar su ciudad conjuntamente con las autoridades locales, valorando el conocimiento, las capacidades y los recursos locales autóctonos.

– Se toman medidas para anticiparse a los desastres y mitigar su impacto, mediante el uso de tecnologías de monitoreo y alerta temprana para proteger la infraestructura, los activos y los integrantes de la comunidad.

– Respuesta e implementación de estrategias inmediatas de recuperación y restauración rápida de los servicios básicos necesarios para reanudar la actividad social, institucional y económica tras un desastre.

– Comprende que la mayoría de los puntos anteriores también son primordiales para desarrollar una mayor resiliencia del desarrollo ante otros eventos, incluyendo el cambio climático. 

Con el foco puesto en el Aglomerado Gran Buenos Aires

Considerando que el AMBA está siendo azotado con mayor frecuencia por eventos climáticos que producen serios impactos sociales, ambientales y económicos, resulta estratégico sentar las bases del conocimiento del riesgo climático al que está expuesta la población.

Los efectos del cambio climático en la región comienzan a ser cada vez más evidentes. Si se toma en cuenta la última gran inundación del 2013 y la ola de calor de diciembre 2013-enero 2014, se produjeron más de 600 defunciones; también los vientos fuertes impactaron de manera contundente en los municipios de la periferia.

Frente a este escenario, surgen una serie de preguntas que pueden orientar a los municipios en la consideración del cambio climático como una política transversal en sus ámbitos de gestión: ¿cuánta población vulnerable frente al cambio climático se localiza en el partido?, ¿cuáles son las variables que la hacen vulnerable (aspectos sociales y económicos?, ¿a qué amenazas climáticas está expuesto el territorio?, ¿cuál es el riesgo al que está expuesta la población?

Se presenta un gran desafío para los municipios del AMBA, pensar y desarrollar una agenda de adaptación a las nuevas condiciones climáticas que aborde las consecuencias del cambio climático, reduciendo la vulnerabilidad de la población y por consiguiente el riesgo. Las medidas de adaptación irán desde obras y mantenimiento de infraestructuras que controlen las crecidas de los ríos, pasando por un sistema robusto de captación y análisis de variables climáticas, hasta acciones de evacuación, capacitación y concientización con los vecinos, diseñadas para cada barrio en función de sus características, necesidades y costumbres particulares.

El municipio que se adapte al cambio climático se convertirá en “resiliente”, esto significa que frente a un evento extremo del clima, tendrá la capacidad de absorberlo, adaptarse y recuperarse, siempre preservando sus funciones y estructuras.

Foro Temático “Instrumento de evaluación de impactos. Evaluación Ambiental Estratégica”

BAM EAEEste Foro, llevado adelante con el Consejo de Planeamiento Estratégico de la CABA, está en su etapa de debate virtual hasta el 18 de Octubre. El turo es Máximo Lanzetta.

Los ejes del debate son dos:

¿Qué políticas, planes, programas y proyectos ameritan la aplicación de la Evaluación Ambiental Estratégica  en CABA, debido a que exceden el alcance de  la Ley N°123/98 de Evaluación de Impacto Ambiental? 

¿Cuáles son las instancias de participación que debe tener la Ley?

Fundamento del Foro

Si bien la Evaluación de Impacto Ambiental[2] (EIA), Ley 123 y sus reglamentaciones, ha demostrado ser un instrumento válido de aplicación a sus fines específicos, presenta limitaciones justificadas en su origen y propósito al evaluar los efectos ambientales proyecto a proyecto. La ley no alcanza a medir los impactos ambientales acumulados que son susceptibles de potenciarse en el tiempo o interrelacionarse entre sí, provocando una acción negativa sumatoria y sinérgica. Por lo tanto, resulta insuficiente de cara a consideraciones estratégicas de desarrollo urbano.

En este contexto, surge la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) como un nuevo instrumento de planificación y apoyo, que complementa el esquema de evaluación de impacto ambiental tradicional. La EAE funciona con las normativas genéricas de la Unión Europea. En Latinoamérica diversos países como Chile, Perú, Bolivia, Brasil y Uruguay la han ido incluyendo en su marco normativo y su implementación se ha aplicado, generalmente, a la preservación de los recursos naturales.

El pasaje de la EIA a las EAE tiene que ver con pasar a un nivel de análisis más estratégico y comprensivo que aquél de los proyectos puntuales. No sustituye la EIA sino que ambas colaboran a perfeccionar el proceso de toma de decisiones. La EAE es necesaria y útil en la etapa programática, previa al proyecto, en tanto que la EIA analiza los impactos de proyectos puntuales.

Considerar el fenómeno de múltiples proyectos/actividades interactuando entre sí (y aquellos impactos acumulados de efectos producidos por cada proyecto puntual) permitirá interpretar qué intervenciones generarán una sinergia ambiental negativa o positiva.

Asimismo, la EAE se ocupa de analizar los efectos generados por Políticas, Planes y Programas (el ciclo PPP de la gestión) sobre un territorio determinado, verificando en escenarios futuros la obtención de ventajas, ya sea mitigando problemas de un área o aprovechando sus potencialidades con una mirada hacia la sustentabilidad en relación a tres dimensiones: la social, la económica y la ambiental.

Formula una amplia gama de escenarios posibles, que lleva a cotejar la situación cero con la proposición de alternativas, analizar pros y contras de las grandes tendencias de transformación de un área.

Otra característica de esta herramienta es la incorporación, en diversas instancias del procedimiento, de la participación de todos los actores gubernamentales involucrados, como así también de la opinión de la sociedad civil.

La aplicación de la EAE es relevante cuando es significativa la población involucrada o posible de ser afectada, cuando es extenso el territorio de influencia y/o el horizonte temporal es de largo plazo.

En el caso de Argentina, aún no ha sido normada esta herramienta; no obstante ello, algunos fallos judiciales promueven su aplicación.

La EAE surge asimismo como un instrumento territorial integrador, dinámico, abarcativo, de aplicación más temprana (a nivel de políticas, planes y programas) para la evaluación de zonas de criticidad y/u oportunidad, así como ante la inserción en la trama urbana de proyectos urbanísticos y edilicios de carácter público o privado. Este método de evaluación permitiría incluir las consideraciones ambientales en la toma de decisiones, de modo de prevenir el deterioro ambiental y/o mejorar la calidad del medio urbano.

En síntesis, lo que se busca con la identificación y evaluación de los potenciales impactos al medio natural y urbano es lograr el desarrollo sustentable en los términos establecidos por el Informe Brundtland, preservando, y en lo posible mejorando, las condiciones ambientales urbanas para las generaciones futuras.

 

[1] A los fines de este Foro, los términos AGBA (Aglomerado Gran Buenos Aires) y AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) son utilizados como sinónimo y de manera indistinta, representando el área comprendida por la zona urbana común que conforman la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los 40 municipios contiguos de la Provincia de Buenos Aires.

[2] PUA, Art. 20_Evaluaciones de Impacto