POR RAFAEL VELJANOVICH, DIRECTOR URBES – ¿Dónde radica la inteligencia de una ciudad? De un tiempo a esta parte la discusión sobre el desarrollo y la planificación urbana se ha impregnado de un concepto, el de las “Smart City”.
Un concepto al que se le debe conceder un primer reconocimiento: no hay prácticamente ciudad importante del mundo en la actualidad que no sienta la atracción de ser reconocida como tal. Desde Laos hasta Copenhague, de Medellín a Tel Aviv, gobernantes y urbanistas alimentan esta discusión. Tendencia ésta que se ve ratificada en la asignación de recursos, sólo algunos ejemplos en cifras: en India su gobierno acaba de destinar 10 billones de dólares para desarrollar 100 futuras smart cities y según estima Pike Reserach, hacia 2020 serán invertidos en esta materia más de 108 billones en todo el mundo.
El Smart City se ha convertido en un concepto-paradigma para pensar las ciudades de manera sostenible y con una perspectiva de innovación. Esta idea trae implícita la incorporación de nuevas tecnologías aplicadas a la modernización de las gestiones y se asienta sobre la mejora en la calidad de vida de los ciudadanos, la perspectiva de una ciudad medioambientalmente sustentable y la optimización de los presupuestos públicos.
Pero hay quienes sostienen que este concepto no es más que una moda impulsada especialmente por los imperativos comerciales del sector tecnológico. Adam Greenfield sostiene en su libro “Against the Smart City” que “la noción de ciudades inteligentes parece haberse originado dentro de las empresas mas que en un partido político, grupo o individuo reconocido por sus contribuciones a la teoría o la práctica de la planificación urbana”. El arquitecto Josep Bunyesc considera que la inteligencia la tienen que tener los ciudadanos. «Si la inteligencia nos tiene que venir de la tecnología hay que algo no funciona. En un semáforo inteligente, el menos listo de todos es el semáforo. Si un paso de cebra señalizado funcionara bien con la inteligencia de los ciudadanos sobraría el semáforo», dice. Al tiempo que apunta que hay propuestas urbanísticas, con mayor repercusión Smart que la tecnología.
Está claro que no hay consenso sobre los alcances de este concepto. Y que no lo mismo discutir sobre Smart City en Barcelona o Amsterdam que en Buenos Aires o Nueva Delhi. En cualquier caso la discusión es pertinente y plantea un reto interesante. La gestión de las ciudades se ha convertido en el elemento central en las políticas del futuro. Y en el futuro de la política.
Por ese motivo se han creado espacio de debate donde acoger y exponer estas discusiones. Sin duda uno de los Foros más importantes lo constituye el Smart City Congress (SCWC) que desde hace 5 años se organiza en Barcelona. Una cumbre mundial de ciudades donde se debaten estos temas y se presentan soluciones para el mejoramiento de las ciudades y en la cual sólo en la última edición asistieron unas 440 ciudades de 90 países, recibió 11.000 asistentes y tuvo la participación de 200 empresas.
Y es con ese objetivo también que se realiza en estos días en la ciudad de Buenos Aires el Congreso “Ciudades Inteligentes, + Innovadores, + Humanas”.
Este Congreso, organizado por la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, tiene como objetivo conocer experiencias internacionales en gestión urbana, trazar un diagnóstico de la situación de las Ciudades Inteligentes en la Argentina y construir un consenso sobre el modelo de ciudad teniendo en cuenta la identidad de la región; un modelo que incorpore valores socio-culturales y fomente la equidad.
Intendentes de todo el arco político junto a especialistas y líderes de opinión nacionales e internacionales se reúnen para debatir sobre la organización de las ciudades en una convocatoria dirigida a administraciones públicas, sector privado, profesionales y académicos relacionados con la implementación de herramientas de gestión urbana.
Una iniciativa que tiene como reto pensar el futuro de las ciudades y proyectar las ciudades del futuro.