POR PEDRO DEL PIERO, FUNDACIÓN METROPOLITANA. – Con gran beneplácito supimos recientemente del relanzamiento de la ATM, Agencia de Transporte Metropolitano, que tiene la misión de planificar y coordinar todo el transporte de la Buenos Aires Metropolitana, contando a su favor el mono color político que gobernará hasta 2019 las jurisdicciones asociadas Nación, Provincia y Ciudad, una enorme oportunidad.
La ATM, creada en octubre de 2012 como consecuencia de la terrible tragedia de Once, no luce funciones y competencias de envergadura como la ACUMAR nacida por la exigencia judicial de sanear el Riachuelo. Sólo debe planificar y coordinar y parece poco.
Sin embargo creemos que darle planeamiento de calidad al sistema de transporte del AMBA y coordinar su ejecución por parte de Nación, PBA, CABA, municipios y operadores, conforme roles de cada uno, significa establecer una interjurisdiccionalidad sólida, racional y de resultados inmediatos.
Es un paso muy valioso para luego escalar funcionalidades más complejas como los controles o la eficacia en implementar servicios. Además podrán suscribirse cuantos convenios sean necesarios, en un camino de menos a más, hacia un sistema de transporte virtuoso, planificado y coordinado.
Proponiéndose buenos viajes para los usuarios, la ATM deberá planear mejoras en la calidad de los servicios; en recorridos y trasbordos inteligentes; en tarifas oportunas donde la subvención -inevitable en todos los sistemas de transporte del mundo- sea a la demanda, al pasajero, así los operadores recuperan habilidad empresarial; en el boleto único, favoreciendo la intermodalidad y aliviando el bolsillo del viaje largo; y finalmente incentivando el transporte público en detrimento del privado.
Mirado desde quien viaja, es habitual tratar de conseguir trabajo y/o estudio cerca de donde se vive o viceversa. De esto debería tomar nota el planeamiento urbano, poniendo acento en disminuir la demanda de movilidad con un doble propósito, que el vecino viaje menos y mayor economía en las infraestructuras del transporte. Los que brindan servicios de movilidad deben mirar qué viajes realizan los usuarios y programar su oferta en consecuencia, en modos y complementariedades.
La movilidad es el sistema nervioso central de ciudades y metrópolis, con fuerte peso en la expansión urbana, el destino del suelo, el desarrollo socio económico, la competitividad territorial y la calidad de vida de los habitantes. Durante el siglo XX el Gran Buenos Aires creció por las estaciones de tren, agregando luego, por efecto de las autopistas, urbanizaciones cerradas con una superficie equivalente a dos veces la CABA.
Por tal razón, el diseño de la movilidad debe ser una política pública, que sin perjuicio de su implementación por servicios públicos o privados, debe planificarse sistémicamente, desde los grandes flujos hasta la última milla. Regularla corresponde a las jurisdicciones y a las competencias del sistema federal que deben hacerlo con adecuada y racional coordinación. Principalmente porque se trata de un sistema que cubre una mancha urbana de 3000 km2, con quince millones de habitantes, gobernada territorialmente por la CABA y cuarenta municipios, más competencias de PBA y Nación.
A efectos prácticos, al analizar las tareas a desarrollar por la ATM distinguimos dos grandes grupos: las técnicas y las de articulación, profundamente entrelazadas en la gestión.
Las tareas técnicas demandan herramientas para el tablero de planificación con información certera, ágil, disponible en tiempo real, y capacidad de procesamiento. Se deben correr modelizaciones y construir escenarios. En este sentido hay franca escalabilidad desde tecnologías existentes. Valga el ejemplo de la SUBE desde la cual sería posible obtener información de origen y destino de los viajes –fundamental para planificar servicios- completando información por contacto de salida.
Con referencia a las tareas de articulación, la Agencia enfrenta un desafío enorme porque debe fortalecer vínculo entre los socios Nación, PBA y CABA
–tanto entre sus tableros como en la toma de decisiones- y además, lograr fuerte capilaridad con grupos de actores esenciales a la hora de darle contextura al SISTEMA de movilidad. Ellos son los municipios, decenas de operadores y gremios, y millones de usuarios.
Para ello, las nuevas tecnologías proveen soluciones y herramientas que permiten información, vínculo, comunicación y proceso en tiempo real, de calidad, alto impacto y productividad. Por eso imaginamos que debería dotarse a la ATM de una plataforma operacional, cuyo diseño plasme e integre a todos los componentes de proceso para las dos dimensiones señaladas, lo técnico y la articulación, con fuerte base tecnológica.
Los lineamientos centrales de estos procesos se encuentran definidos en el propio Convenio de creación
de la Agencia, en su Estatuto dictado en los primeros meses de 2013 y en el Plan Director de Transporte del AMBA –quinquenal- aprobado con posterioridad. No sería complejo, en consecuencia, formular los componentes tecnológicos que operativicen la plataforma.
Es un diseño que debe prever la personalización de múltiples aplicaciones propias del transporte y del planeamiento participativo y, en consecuencia, dar forma al flujo de tareas y productos con sus necesarias interfaces y aplicaciones ad hoc para lograr buenos resultados. Será una tarea a realizar por especialistas de la movilidad, del planeamiento participativo y de la informática, todos conducidos por el Directorio de la ATM y su Comité Ejecutivo.
Es necesario planificar y coordinar el sistema de transporte para el AMBA, incluyendo a los 40 municipios, la CABA, la PBA y la Nación, y con la participación de todos los actores involucrados: decisores, empresarios, sindicatos, tercer sector, académicos y usuarios. La Agencia de Transporte Metropolitano es una herramienta fundamental para seguir trabajando por una metrópolis más justa, equitativa e integrada.