Por Sixto Cristiani, Lic. en Administración de Empresas
Referente de Economía del área de Política y Activismo para la Sostenibilidad
Eco-House Global
Sequías que destruyen las cosechas y frenan la entrada de dólares por exportación, derrames de petróleo que resultan en multas económicas, deforestaciones que inundan campos y ciudades, incendios que provocan pérdidas multimillonarias. ¿Qué vínculos tiene la economía tradicional con la ambiental? ¿Qué diferencias propone?
Economía viene del griego οίκος – «casa»y νέμω – «administración», es decir, la administración de la casa. La palabra ecología comparte la misma raíz, su significado viene de ökologie compuesta también de οίκος y logos que significa ‘estudio’ o ‘tratado’. En este sentido, ecología significa ‘el estudio del hogar’ y la economía la “administración” del mismo. Entonces, si comparten la raíz, ¿tiene sentido oponerlas?
¿Qué estudia la economía? Si bien tiene diferentes objetos de estudio, entre ellos se destaca “la asignación de los recursos escasos”. En el centro de la economía existe una idea: “nada es gratis». Aunque te inviten a comer, siempre alguien paga. Esto se debe a que todos los recursos son propiedad privada o colectiva de alguien.
En ese sentido, la economía ambiental plantea que, en una instancia inicial, el costo del desarrollo humano es a expensas de los ecosistemas. A medida que aumentan las temperaturas y la frecuencia de eventos climáticos extremos, quienes más pagan por los efectos del cambio climático son las personas en situación de pobreza.
Por otro lado, la economía ambiental plantea que todo crecimiento económico en el largo plazo tiene un límite. ¿Puede una economía crecer al 3% anual por tiempo indeterminado si su base ambiental es finita? Es imposible. Esto ocurre porque las actividades económicas requieren de energía y de materiales que son limitados. Pero, además, la economía ambiental entiende al sistema económico como un subsistema del ambiente porque, además de extraer los recursos, los reinserta como residuos que tienen fuertes efectos adversos sobre los ecosistemas y las personas.
Entonces, ¿cómo hacer para tender lazos entre economía y ambiente?
La economía ambiental trabaja para valuar económicamente el capital natural y sus activos. Busca responder preguntas como: ¿Cuál es el valor económico total de un parque nacional o de un glaciar?, ¿cuál es el costo de un derrame de petróleo en determinado territorio o de los incendios de Corrientes? La economía tradicional, por su parte, falla en valuar los servicios ecosistémicos y también los costos ambientales de los desastres naturales, ya que, si los pudiéramos valuar correctamente, tomaríamos la decisión económica racional de prevenirlos o de incorporar las herramientas necesarias para responder ágilmente ante estas crisis. Sin embargo, esto no ha ocurrido y, por eso, es necesario un cambio de paradigma para gestionar mejor los recursos ambientales.
Por otro lado, la economía tradicional tiene su foco en el crecimiento económico, mientras que la economía ambiental se propone el desarrollo económico, dado que enfocarse solo en el crecimiento tiene efectos negativos. Mientras el crecimiento es crear cada vez más productos, el desarrollo busca crear mayor calidad de vida para las personas con la menor cantidad posible de energía y materiales.
Estos dos procesos son tan diferentes en sus efectos sobre el medio ambiente que debemos dejar de confundirlos.
Entonces, para que la economía pueda crecer “sin chocarse” ni arrastrando a las sociedades con ella, se tienen que cumplir dos postulados.
1) La energía para las actividades económicas tienen que ser 100% renovables.
2) Los sistemas de producción y los materiales usados para los bienes y servicios deben ser completamente circulares. En otras palabras, toda la materia prima que se extrae, se convierte en un producto, y luego en un residuo que vuelve al inicio del ciclo como materia prima.
El sistema económico debe considerar los límites ecológicos en la extracción de la materia prima y el vertedero de los subproductos del sistema productivo en el ambiente. La ignorancia de este punto lleva a la crisis climática del calentamiento global, pero también a la acumulación de toneladas de plástico en los océanos. Es también la causa de los pingüinos empetrolados, de sequías y hambrunas en países en vía de desarrollo, y la razón por la cual miles de familias viven en condiciones precarias cerca de basurales a cielo abierto.
Por otro lado, la ciencia económica trata con necesidades y deseos, ya que son los que motivan las decisiones para asignar estos recursos escasos. Las necesidades son fisiológicas, nadie puede vivir sin agua y comida. Sin embargo, deseamos diferentes tipos de alimentos y bebidas. El análisis económico, principalmente el PBI, no hace distinción entre el tipo de crecimiento, si es por el aumento de venta de armas, por un crecimiento en la producción de energías renovables o por un aumento en la educación de la población.
Es decir, la economía mide los intercambios de manera «objetiva». Nuestra perspectiva es la que debe definir si esto va en favor de nuestros objetivos como sociedad.
Otra realidad es que, una gran hambruna en un país que termina con la vida de personas en extrema pobreza, puede incrementar el PBI per cápita, un resultado que a priori parecería “positivo”, pero lo es por todas las razones equivocadas.
Cuando hablamos de un inminente colapso ambiental, no estamos hablando de algo pura y exclusivamente enfocado en la naturaleza: no nos preocupan los incendios, las inundaciones, la pérdida de la biodiversidad, las olas de calor, los microplásticos en los alimentos solo por el ambiente, sino porque este último es la base para todo el sistema socio-económico actual, es decir, para nuestro propio bienestar. Es sobre lo que se sostiene nuestra vida en el planeta. Para decirlo en términos académicos, el ambiente es la base de todo el sistema socioeconómico actual. Cuando este sistema falle, nos encontraremos por la fuerza con pérdida del PBI, aumento de la desigualdad y de la pobreza.
El objetivo de fondo es claro: una matriz energética renovable y un sistema productivo circular. Entender la interrelación del ambiente con el sistema económico es clave para alcanzar la sostenibilidad. El cambio climático ya está causando muertes y crisis económicas y, aunque parezca una tarea imposible, cambiar el paradigma económico, es, sin dudas, imprescindible.