(Por Marina Wertheimer) Las urbanizaciones cerradas y “reciclajes” de zonas enteras de la ciudad se implantaron como un nuevo modo de urbanismo, liderado por el sector privado en la década de los ’90. Hoy, la vivienda para el segmento económico ABC1 se amplía con una oferta de nuevos productos urbanos.
Nordelta I y II en Tigre y Escobar, Costa del Plata en Quilmes y Avellaneda, el frustrado Colony Park en el Delta de Tigre y los nuevos edificios de lujo a la vera del Río de La Plata, en Vicente López, son los principales desarrollos urbanísticos a gran escala que –con distintas fases de concreción– se están imponiendo en la región metropolitana. Algunos son barrios cerrados o, como el caso de Nordelta, enteras ciudades-pueblo. Otros, combinan espacios de propiedad privada con espacios públicos, a semejanza de Puerto Madero. Y todos apuntan a un nivel de alto poder adquisitivo.
Una característica común a muchos de ellos “es la introducción de un nuevo formato, relacionado con la inclusión de una oferta de lagunas artificiales, marinas y muelles que facilitan el acceso de parcelas individuales a esos cuerpos de agua artificiales. Forma parte de una oferta de acercamiento a la naturaleza –que no tendría diferencia con otras urbanizaciones cerradas–, pero esa oferta se complementa con el desarrollo de actividades náuticas, de salida de conexión a otros cuerpos de agua naturales, que pasa a ser parte de la estrategia de comercialización de estos emprendimientos”, explica Patricia Pintos, geógrafa de la Universidad de La Plata y co-autora, junto a Patricio Narodowsky, del libro “La privatopía sacrílega”, de próxima publicación.
El libro se centra en las llamadas “Urbanizaciones Cerradas Polderizadas” (UCP), que se emplazan sobre predios de grandes extensiones, no aptos para construir por tratarse de terrenos inundables o humedales: “Las empresas, por medios mecánicos o de extracción de refulados [separación de los sólidos de los líquidos de la mezcla barrosa que compone humedales], ponen una draga, extraen sedimentos y minerales y generan lagunas artificiales. El material extraído sirve, a su vez, para elevar la cota natural del terreno, lo que permite el asiento de la urbanización”, explica Pintos.
La belleza que ofrecen, sin embargo, va en detrimento de la sustentabilidad ambiental, señalan los expertos. “Las zonas litorales son, por definición, espacios bastante frágiles, complicados. Son el intermedio entre ecosistemas distintos, y hay un mecanismo de regulación de inundaciones de recarga de acuíferos”, explica Luciano Pugliese, vocal de la Fundación Metropolitana.
Como señala Patricia Pintos: “Los humedales son un ecosistema que tiene un valor estratégico. Se trata de áreas que prestan servicios ecológicos, como la recarga de los acuíferos subterráneos, o la regulación microclimática”. Por eso, las prácticas de “buen urbanismo” desaconsejan el avance sobre los humedales, las morfologías propias de las zonas costeras
De Norte a Sur
Primero vino Nordelta. Inaugurado en el año 2000, este barrio cerrado de 1800 hectáreas se constituyó como “una combinación perfecta de todos los servicios urbanos con la seguridad y la paz que posee la vida de pueblo”, según rezaba una publicidad en sus comienzos. Un pueblo en contacto estrecho con el verde, la naturaleza y paradisíacos espejos de agua. Y sin necesidad salir del perímetro que la separa del resto de la ciudad. Ideado en principio por Julián Astolfoni y con el aporte posterior de Eduardo Constantini, Nordelta se erigió sobre terrenos inundables al borde de la frontera urbanizada del partido de Tigre.
Después vinieron proyectos similares, algunos de los cuales no llegarían a materializarse. Fue el caso del frustrado Colony Park, “el primer desarrollo de vivienda permanente en una verdadera isla del Delta Argentino”. Este mega-emprendimiento inmobiliario comenzó las obras en 2007, sobre un área de humedales en el delta. Pero en 2011 no logró sortear con éxito el estudio de impacto ambiental, cuando el Organismo Provincial para el Desarrollo Sustentable (OPDS) denegó el permiso para seguir construyendo, e intimó a la empresa a recomponer el daño ambiental causado. Previamente, las organizaciones locales y el municipio desarrollaron un intenso trabajo para definir de manera participativa qué destino darle a esa sección de las Islas. Y Colony Park no formó parte de las opciones.
Ya en Escobar, luego del éxito rotundo de Nordelta, Eduardo Constantini lanzó Nordelta II. Al costado de la ruta 25, en cercanías de la ciudad de Escobar, Puertos del Lago concentrará 20 barrios premium sobre una superficie de 1.440 hectáreas. Adquiridas en junio de 2007, cuentan con una franja costera sobre el río Luján, buscando replicar el concepto ya aplicado en Tigre: viviendas de lujo junto a espejos de agua. El nuevo proyecto que contará con colegios, centro comercial, club, marinas, cancha de golf, un lago y pequeñas islas, ya tiene fecha de apertura para el 2013. Como muchos otros mega-emprendimientos, Puertos del Lago es denunciado por modificar el ecosistema de humedales e impactar negativamente en el medio ambiente. Aquí también las organizaciones locales trabajan para que la ganancia de algunos no sea en detrimento de las pérdidas de otros.
Casi en el límite con la Ciudad de Buenos Aires, en Vicente López el cambio de zonificación –aprobado polémicamente en diciembre de 2004– abrió la puerta a varios emprendimientos que comenzaron a instalarse en la zona costera. El mayor de todos es Al Río, que la desarrolladora Ribera Desarrollos SA (cuyo titular es Carlos de Narváez Steuer), ya empezó a construir. Se trata de un gran complejo que contará con torres de lujo para oficinas, viviendas y un shopping, emplazado sobre 7 hectáreas de dominio público que el municipio concesionó por un lapso de 40 años. Los vecinos se organizaron y resisten, tanto las obras puntuales como el trazado del corredor Vial Costero.
Cruzando la Ciudad, entre los municipios de Quilmes y Avellaneda, Nueva Costa del Plata proyecta elevarse en la zona costera del Río de la Plata. Impulsado por el grupo Techint y diseñado por el estudio Oficina Urbana, de Roberto Converti y Fabio de Marco, incluye viviendas para 25 mil personas, un polo educativo, un hotel cinco estrellas, y un alto porcentaje de espacios comunes abiertos a todo público. El proyecto, así como las modificaciones a la zonificación urbana, ya fue aprobado por la municipalidad de Avellaneda, pero en Quilmes la iniciativa es resistida por grupos ambientalistas y, actualmente espera su tratamiento en el Concejo Deliberante. Una de las organizaciones más activas, Asociación Civil Ambiente Sur, no sólo cuestiona el impacto ambiental negativo, sino también el origen de las tierras, que fueron cedidas durante la última dictadura militar al CEAMSE y luego a Techint, en el marco de renegociaciones poco claras donde tampoco el mecanismo para determinar el precio del suelo fue demasiado cristalino.
En los últimos días, una iniciativa de características similares se hizo eco en los medios regionales. Pueblos del Plata –un proyecto privado millonario de 250 hectáreas en la localidad de Hudson– fue frenado por el intendente Patricio Mussi. A pesar de que había sido reconocido como de interés municipal, en los últimos días la comuna de Berazategui lanzó un comunicado oficial informando que el emprendimiento “no cuenta con la correspondiente autorización de la comuna ni de la Provincia para el loteo ni venta de terrenos”. En el mes de febrero, el intendente Mussi anunció en una entrevista al Informe Digital Metropolitano que el desafío del municipio para los próximos años es el ‘Nuevo Berazategui’, que implica el desarrollo costero, a partir de la recomposición ambiental que se producirá en la zona por la instalación de una nueva planta de tratamiento para desechos cloacales.
Viejos y nuevos conflictos
Asambleas de vecinos y organizaciones ambientalistas de Vicente López, Wilde, Bernal y Tigre desde hace tiempo demandan la protección de espacios verdes, selvas históricas, humedales y la defensa de los espacios públicos. Desde principios de este año, han decidido reunirse y emprender acciones en común para “detener los desmontes, los negociados inmobiliarios y declarar los humedales como espacio de alto nivel de conservación”, señalan.
Hace un mes, junto a organizaciones de otras localidades, realizaron una “Caravana en defensa de los humedales y la costa pública”. Desde el Norte y desde el Sur, se concentraron en el Obelisco con la consigna: «Defendamos la costa, a toda costa».
Con un alto contenido de arte e ingenio, hombres, mujeres y niños combinan asambleas semanales con marchas, intervenciones artísticas y caminatas, luchando por la preservación de los espacios naturales costeros, amenazados –según muestran– por los nuevos negocios inmobiliarios que se replican en toda la región metropolitana.