El Área Metropolitana Buenos Aires es la economía regional más grande del país. Las infraestructuras conforman el nervio motor para su desarrollo. En el marco del XII Foro Metropolitano “Construyendo Recursos para La Gran Buenos Aires” se debatió sobre las obras pendientes, cómo conseguir las inversiones necesarias para concretarlas y qué institución debería gestionar esos fondos y aplicarlos.
En el panel participaron Pablo Abal Medina (ex Director Nacional de la Secretaría de Obras Públicas del Ministerio de Planificación Federal), Arnaldo Bocco (Economista), Alejandra Caballero (Abogada), Fernando Lago (Director Área de Pensamiento Estratégico CAC) y Zafer Mustafaoglu (Economista Principal Banco Mundial). La moderación estuvo a cargo de Fernando Fazzolari, (Consejo de Administración de la Fundación Metropolitana).
Durante la presentación Fazzolari sostuvo que “Nadie se realiza, en un país que no se realiza. Y ningún país se realiza si sus regiones no se integran. No hay desarrollo sin planificación. Y no hay planificación sin consenso. En esta democracia hemos tenido, desde 1983, avances y algunos retrocesos. En materia de infraestructura hubo avances muy singulares, y carencias importantes. El espanto no debe ser el motor de las obras, cuando así sucede, las obras no son objeto del deseo social, terminan siendo indemnizatorias y lamentablemente no tienen el mismo sabor en el momento de su inauguración. Por eso, en esta democracia, debemos profundizar el planeamiento, optimizar la inversión y tener un activo banco de proyectos para que ese capital técnico esté disponible permanentemente para dar bienestar y calidad de vida a todos nuestros habitantes”.
A continuación, tuvo lugar la intervención de Alejandra Caballero, que expuso sobre las condiciones necesarias para conseguir financiamiento. La ex directora del Banco Ciudad y actual legisladora, sostuvo que “La infraestructura es el soporte físico que sustenta el desarrollo humano, tanto el económico como el social. El AMBA particularmente arrastra un déficit y un retraso en todos los sectores de la infraestructura. Tal vez esto en parte sea porque no hay un sistema de inversión pública propio de la provincia de Buenos Aires”. En relación al fomento de las inversiones, Caballero definió “Para aumentar inversiones en infraestructura hacen falta nuevos instrumentos de ingeniería legal y financiera. Las llaves de acceso son los instrumentos de ingeniería legal y financiera probados hace muchas décadas en diversos países del mundo. No se propone ni es necesario inventar algo nuevo sino estudiar, conocer, adaptar a nuestra realidad y posibilidades los instrumentos que ya existen”.
Además, sostuvo que “Para acceder al crédito debe existir fortaleza institucional, estabilidad macroeconómica, transparencia y seguridad jurídica. Pero estas condiciones son necesarias y no suficientes. Tiene que haber una política de inversiones que en alguna medida llegue a ser o intente ser independiente del ciclo económico, debe haber metas de inversión acordes con las pautas de crecimiento económico, sistemas de contratación atractivos en sectores de alta rentabilidad social, porque naturalmente el sector privado privilegia los de alta rentabilidad económica. Necesitamos una correcta definición de la matriz de riesgo, y ese es tal vez esta uno de los puntos principales donde los argentinos debemos trabajar. Por otro lado tiene que haber reducción y mitigación de los riesgos y seguros que tengan una cobertura específica. Hay que ofrecer al mercado horizontes de corto, mediano y largo plazo”.
Y finalizando su exposición argumentó “Algún día en algún momento estaremos listos para poder subir al famoso tren del progreso, del que escucho hablar desde la época de mis abuelos, pero primero tenemos que tener el boleto para poder subir al tren y en la boletería sólo los entregan a personas mayores de edad, que entienden y aceptan las reglas de comportamiento en el tren durante el viaje. Que lo urgente no mate lo importante. Porque lo importante siempre debe estar ahí. Es hora que pongamos manos a la obra todos juntos para poder hacer la infraestructura que necesitan los ciudadanos del AMBA”.
Tuvo lugar luego la exposición de Zafer Mustafaoglu (Banco Mundial), quien comentó su visión sobre los modelos de financiamiento desarrollados en América Latina: “El financiamiento es un desafío para todos. Por externalidades, porque es un bien público, o porque normalmente se financia a través de recursos públicos, pero especialmente por las restricciones en el sector público, es imposible financiar todo. Sin embargo, en los últimos años hay un movimiento, un interés del lado del sector privado o de inversionistas en construcciones en la infraestructura. La mayor parte del financiamiento se da a través de créditos bancarios. Pero también existe otro tipo, existen instrumentos como fondos de infraestructura o bonos de proyectos. Son montos importantes, pero aquí se consigue más involucramiento e inversión del sector privado, pero también existen algunas condiciones básicas que cambian según el contexto. Hay que pensar como los inversionistas pueden calcular sus riesgos, sus retornos, y darle visibilidad para poder poner su dinero en esta inversión. Por eso muchos países están tratando de desarrollar nuevos instrumentos, como en Colombia, en India y en otros países, fondos de infraestructura”.
En relación a las condiciones para atraer más inversiones, el economista subrayó que “Para poder atraer más inversión hay que pensar en este sentido, en cómo preparar condiciones básicas, planificación, proyectos de alta calidad, estudios de factibilidades para ver si los inversores pueden invertir. Una vez que estamos en este terreno existen algunos instrumentos financieros para combinar. Entonces, se puede hablar de bolsa de proyectos, fondos de infraestructura, u otro tipo de capital de inversión directa. Hay que planear con anticipación hacia al futuro”.
Seguido a esto Fernando Lago aporto la visión del sector privado: “La Cámara Argentina de la Construcción hizo estudios en el 2008 sobre los países que habían crecido de manera importante en el mundo en los treinta años anteriores, y encontró dos elementos comunes: todos habían invertido en infraestructura entre 5 y 7 % del PBI cada año y habían dado un fuerte impulso a la innovación, en las empresas o en la investigación y desarrollo. Esos dos elementos son esenciales para conseguir un crecimiento continuo”.
En relación a las infraestructuras pendientes, principal foco del panel, Lago advirtió que “Creemos que hay capacidad instalada en el país para construir las infraestructuras, hay recursos humanos, técnicos, físicos, materiales y elementos suficientes. El problema, el insumo crítico, es el financiamiento. Hay que decidir si esta generación debe a través de sus impuestos pagar una obra que va a durar 50 años o si es en realidad un subsidio y entonces es razonable financiar las infraestructuras a largo plazo. La necesidad de inversiones es tan grande que seguramente tengamos que recurrir a todas las formas de financiamiento. En los últimos años la inversión pública ha sido muy alta, debe mantenerse o incluso incrementarse. Debe tratar de crecer exponencialmente la inversión privada en infraestructura pública, con algunos de los mecanismos que anunciaba la Dra. Caballero y debe recurrirse a los bancos multilaterales para que el flujo de fondos hacia nuestro país sea positivo y alto y que se aplique a la construcción de infraestructura. Debe haber una asociación entre lo público y lo privado que permita la concreción de proyectos que, si se miraran desde un punto de vista absolutamente economicista serían no financiables, pero que desde el punto de vista del beneficio social corresponden financiar lo más rápido posible”.
Sobre el final de su exposición, Lago puntualizó el rol de las ciudades en relación al desarrollo metropolitano “Sin duda el desarrollo está en las áreas metropolitanas, está en las ciudades. En todo el mundo la urbanización es irreversible y nosotros creemos que es además deseable, porque dotar de infraestructura y calidad de vida razonable a una población dispersa, con muy baja densidad es carísimo. Esto requiere de una coordinación entre las jurisdicciones. En nuestros estudios sobre el tema tropezamos con que desde la planificación hasta la ejecución, la operación y el control, en muchos casos el obstáculo más severo es la coordinación entre las jurisdicciones. Por otro lado en cuanto a temas metropolitanos, sostenemos que es necesario densificar las ciudades. Es posible generar zonas suficientemente densas como para distribuir el costo de la infraestructura necesaria para una vida digna, y evitar que la mancha urbana se siga extendiendo de manera no planificada”.
A continuación Pablo Abal Medina se refirió a su experiencia como Director Nacional de la Secretaría de Obras Públicas del Ministerio de Planificación Federal, y destacó las obras realizadas en el Arroyo Maldonado. En ese caso, la inversión se empezó a gestionar en el año 1999 y las obras se adjudicaron en el 2006, tras varios cambios de gobierno a nivel local y nacional incluso de diferente partido político. “El Maldonado da cuenta que estas cosas pueden ser manejadas como políticas de estado y trabajadas en serio independientemente de los gobiernos que estén al frente”.
Como cierre de las exposiciones, Arnaldo Bocco analizó los posibles dispositivos para gestionar financiamiento: “Cuando empiezo a mirar cómo evolucionan ciertos actores a la hora de la búsqueda de fondos públicos, pasan cosas muy interesantes: en Ecuador hay una cantidad de inversiones realizadas con aportes del nuevo financiamiento internacional impresionante. Y hay una segunda cosa que me llama la atención, que no hemos hecho en Argentina, que es canalizar la casi totalidad de los recursos a través de los municipios. Esta el Estado Nacional en un país unitario en el que no existe funcionamiento de organismos federales, como existe en la Argentina, en Brasil, en Colombia o en Alemania, utilizando un mecanismo de distribución unitaria de fondos hacia los alcaldes, hacia lo que nosotros llamamos intendentes, viabilizó todo una asignación de recursos con gran impacto sobre el empleo, el desarrollo local y sobre la modernización real de la sociedad”.
A la hora de listar pendientes, el economista detalló “Argentina no tiene sistema bancario y esta es la clave de buena parte de nuestros problemas. Al no tener sistema bancario y haberlo reestructurado, le sacamos las dos piernas y queremos que corra una carrera de 42 km. Es imposible. Argentina tiene un sistema bancario pequeño, con la tasa más baja de crédito al sector privado de toda América Latina, incluyendo Haití, que no llega al 17% del Producto Bruto. O sea que nuestro nivel de apalancamiento es ridículo. Tenemos diez entidades que concentran el 80% del crédito, en cambio países como Ecuador tienen 1000 entidades; o Brasil que tiene unas 5000 entre bancarias y financieras. Tenemos una tasa de bancarización del 17%, la de Brasil es del 55%, Chile tiene el 70%, Bolivia tiene el 80%. Y el problema es que si quiero llevar buenos proyectos, no voy a tener quien los financie”.
A modo de síntesis y cierre, definió “Primer problema: no tenemos un sistema bancario acorde a las demandas del sector privado. Segundo, tenemos un sector privado que no tiene demandas acordes con las que el sistema bancario pueda producir. Entonces el grueso de los bancos son polirubros: venden sistema de tarjeta de crédito, venden créditos hipotecarios, cobran servicios carísimos, venden seguros. Cuando empieza a llegar fin de año, tengo que emprolijar el balance, rendir cuentas a mis accionistas, pero no tenemos banca especializada porque la destruimos. Entonces, si me siento a conversar con un organismo multilateral o bilateral, es porque no tenemos un banco de desarrollo equiparable al que me estaba apalancando y la discusión es desigual. El sector privado debería preocuparse por tener un banco de desarrollo y en lo posible más de uno, como Brasil que tiene ocho, o Colombia que tiene siete o México que tiene 14, porque es la única manera que los recursos lleguen”.
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