César Trejo, Director del Observatorio de Malvinas de la UNLa: “No hay posibilidad de soberanía nacional sin soberanía popular” - Informe Digital Metropolitano

César Trejo, Director del Observatorio de Malvinas de la UNLa: “No hay posibilidad de soberanía nacional sin soberanía popular”

En diálogo con Fundación Metropolitana, César Trejo, Director del Observatorio de Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús, explica que la guerra de Malvinas no fue solo con Gran Bretaña, sino contra la OTAN. Reclama escuchar el sentir del pueblo, que lleva a Malvinas como bandera propia. Describe las intenciones imperialistas sobre los recursos nacionales y revitaliza la importancia de la organización colectiva.

Nahuel Palomo: ¿Cómo nació el observatorio de Malvinas y desde cuando está en actividad? 

César Trejo: La causa Malvinas en la Universidad Nacional de Lanús tiene tantos años como la universidad en sí. Yo conozco su proceso de creación desde que era un proyecto. Conocí a Ana Jaramillo, su fundadora y rectora, cuando ella y otras compañeras y compañeros estaban exiliados en México. 

Cuando Argentina recupera Malvinas y luego se produce la escalada militar que llegó a la guerra, hubo un debate en el exilio, entre aquellos que consideraban que apoyar la recuperación de Malvinas era apoyar a la dictadura, y se oponían; y quienes,  diferenciándose de esta posición, entendieron que primero había que resolver la contradicción mayor que es con el colonialismo, con el imperialismo. Entre estos últimos estaba Jaramillo y dijeron «bueno, no vamos a renunciar a la reivindicación de la soberanía nacional, pero tampoco vamos a renunciar a la reivindicación de la soberanía popular». Para ellos, no era contradictorio una cosa con la otra. Así, se formó una especie de comité de solidaridad latinoamericano,  donde Ana Jaramillo y tantos otros convocaron a diversos pensadores, pensadoras y políticos latinoamericanos. 

Hay que recordar que, en esa época en la mayor parte de los países de la región había gobiernos dictatoriales militares con políticos proscritos de diversas procedencias ideológicas, alineados al socialismo, otro más a proyectos estrictamente nacionales, que se reunieron para apoyar a Argentina. 

Entonces, se hicieron varios encuentros en distintos países y confluyeron todos en Lima, la capital del Perú, el 18 de Mayo 1982, para producir lo que se llamó la Declaración de Lima. Es un documento muy interesante, poco conocido, donde se , presagia lo que iba a ocurrir después, al finalizar la guerra y con el retorno de la democracia a las respectivas repúblicas suramericanas y latinoamericanas. 

El documento dice que apoyan a la reivindicación Argentina en su reclamo, reconocen a Gran Bretaña como el agresor que está volviendo a reincidir en el colonialismo al enviar una task force, una fuerza de tareas punitiva, la fuerza de tareas más grande desde la Segunda Guerra Mundial movilizada por el Reino Unido. Y, en segundo lugar, destaca que el apoyo norteamericano a esa nueva invasión traiciona todos los acuerdos firmados y a las instituciones creadas por el panamericanismo del liberal norteamericano. 

Todo esto lo menciono porque en la impronta con la que luego Jaramillo inició el camino de crear una universidad nacional, le hace presente la experiencia de la causa de Malvinas. Obviamente que hicimos mucho trabajo previo a la creación del observatorio. Yo recuerdo uno los eventos más importantes que co organizamos en el 2005, un congreso que se llamó “Malvinas y la unión Sudamericana” en la cancillería argentina en el palacio San Martín, con presencia de representantes de todos los países latinoamericanos y con un contenido muy interesante del pensador Alberto Tucho Methol Ferré.

Yo, en ese momento estaba colaborando con los familiares de los Héroes Caídos en Malvinas como apoderado de la institución que los representaba, y le planteé a Ana Jaramillo la necesidad de crear una institución de carácter académico. Obviamente ya lo veníamos haciendo, por lo que ahí se determinó por convenio entre la Comisión Familiar de Héroes Caídos en Malvinas y la UNLa la creación del Observatorio de Malvinas.. A partir de ese momento, en 2009, se empezó a producir una cantidad de herramientas culturales, artísticas y pedagógicas que son un acervo riquísimo, quizás (lo digo con humildad) el único organismo que se dedica exclusivamente al estudio, la investigación, docencia y producción pedagógica sobre la causa Malvinas. 

NP: Tomando tus palabras, la causa Malvinas siempre ha sido una causa latinoamericana

CT: Sí. La causa Malvinas nunca fue eminentemente argentina, es una causa latinoamericana desde sus inicios. No hay que olvidar que, lo que hoy es la República Argentina, cuando nace no lo hace como tal, sino como Provincias Unidas del Sur de Sudamérica. En el lenguaje de los libertadores Bolívar, San Martín y Sucre, no existe la Argentina, existe la patria americana, antes que nos intentaran birlar el término americano por América del Norte.

Decía Methol Ferré, antes de su fallecimiento en 2010, que probablemente los militares habían querido provocar un evento, pero en realidad produjeron un acontecimiento. Decía Methol que quizás fue el acontecimiento, después de las guerras de la independencia, que más conmovió a los pueblos y a las comunidades de América Latina, que se anotaban decenas de miles latinoamericanos para venir a combatir contra la invasión norteamericana. Nosotros no le hicimos la guerra a Inglaterra, sino que se la hicimos a la OTAN y a la alianza anglo norteamericana. Es más, sin la intervención decidida de Estados Unidos, los propios británicos reconocen que, probablemente el resultado de la confrontación armada hubiera sido otro. Esta conmoción del espíritu de los pueblos latinoamericanos con la valiente y corajuda Argentina enfrentando a las potencias más importantes, de alguna manera revivió ese sentimiento que se había vivido un siglo y medio atrás con la guerra de la independencia. 

Hay que ver, por ejemplo, apenas dos años después de la guerra, los presidentes Sarney de Brasil y Alfonsín de Argentina suscriben la carta de Asunción y de Foz de Iguazú donde se desmontan casi dos siglos de enfrentamiento entre argentinos y brasileños. Esa es la partida de nacimiento de lo que luego sería el Mercosur y los demás procesos de integración. La primera declaración política se da en Potrero de la Funes con la presencia de los presidentes de América del Sur y los cancilleres. De allí, salen dos cláusulas  que se discuten y aprueban: una, es la causa de la democracia: todos los países que pretenden integrar o asociarse al Mercosur tendrán posibilidad de hacerlo si en su propio país está vigente el sistema democrático. Y la otra declaración política es sobre Malvinas. Y si uno mira todas las cumbres del Mercosur con otros organismos multilaterales y regionales, siempre está presente Malvinas. En todos los procesos de integración, Malvinas tiene importancia y relevancia. 

Malvinas produjo un efecto decisivo en el proceso de integración latinoamericana. La UNLa, que tiene en su ADN el proceso de integración y reconstrucción de la Patria Grande, y también tiene en su ADN a Malvinas como uno de los factores principales. De hecho, en el año 2010 hicimos el primer congreso latinoamericano “Malvinas, causa de la Patria Grande” con la confluencia de pensadores, embajadores, diplomáticos, sindicalistas, y políticos de toda la América latina.

NP: ¿Cuál es el balance que hace el observatorio desde el retorno de la democracia en Latinoamérica en relación a Malvinas? Partiendo desde que los gobiernos de la década de los 90 confluyeron en una determinada ideología, y los de la primera década del 2000, en otra.    

CT: Hay un proceso que podríamos llamar “retórico” y otro “de facto”. Hay una cierta retórica que está más relacionada con los sectores progresistas, y que a veces extravía los hechos de la política concreta. Por ejemplo, cuando se produjo el conflicto por las pasteras con Uruguay. Creo que ahí se cometió el error de una provocación producida por la inteligencia inglesa, latinoamericana y también imperialista de subirse al caballo de la pelea con Uruguay, que debería haberse resuelto por el mecanismo intra Mercosur. 

Por eso hablo de los procesos retóricos y los procesos fácticos: una cosa es la ideología y otra es la política. Las ideologías son herramientas de análisis que nutren a la política de ideas para posibilitar su organización y ejecución. Pero, yo coincido con que la verdadera política es un todo de ejecución. Son las ideas las que tienen que acomodarse a la realidad y no la realidad acomodarse a las ideas. 

La UNLA dice, nosotros no debatimos sobre teorías, sino que nos enfocamos en los problemas del pueblo.. Esto que manifiesta el pueblo, nosotros lo venimos estudiando desde el campo de la ciencia social. Hemos publicado “La gráfica del pueblo”, hace más de dos años, que muestra cómo el pueblo conmemora en distintas huellas del paisaje de la patria a Malvinas. De ahí viene una “malvinización” de abajo hacia arriba y una “desmalvinización” de arriba abajo. Esta causa de la Patria Grande es percibida con mucha lucidez por el pueblo. 

NP: En algún momento,  se intentó instalar un antagonismo entre los conceptos de soberanía popular y soberanía nacional ¿Qué opinión te merece esto? 

CT: No hay posibilidad de luchar por la soberanía nacional sin la participación plena del pueblo, es imposible ganar una guerra, en cualquier dimensión, si no es con el concurso de todo un pueblo, que es el único que garantiza la victoria. Y no hay posibilidad de tener soberanía nacional sin soberanía popular o democracia (son sinónimos). No es posible tener soberanía nacional si la vaciamos de soberanía popular porque entonces la soberanía popular se volvería una ficción. Este año se conmemoran los 40 años de la recuperación de la democracia, si esa vigencia de instituciones republicanas se vacía de contenidos de soberanía popular, de soberanía económica, política y cultural, nos quedan las instituciones formales atracadas, burguesas y liberales, pero sin contenido real.  

¿Qué es lo que produce el escepticismo de la población argentina a las instituciones? Para volver a tener una soberanía plena en nuestro país es necesario más democracia, para que sea más plena la tenemos que completar con la soberanía económica, política, con la soberanía cultural con un protagonismo que sea pleno de los sectores populares, y no simplemente con la vigencia de las representaciones formales de la democracia liberal. No solo que soberanía nacional y popular no son términos antagónicos, sino que son imprescindibles. Uno necesita al otro para que sea pleno. 

NP: ¿Por qué el imperialismo británico puso sus ojos sobre Malvinas?  

CT: Para mí, el concepto de “enemigo” es esencial. Methol Ferré explicaba que el enemigo es una palabra que viene en la Biblia asociada a la palabra Diábolo, que significa el que no dialoga. El que no dialoga es el enemigo porque cuando uno rompe un diálogo, no quiere conversar con el otro y lo pone en las antípodas, le niega la humanidad. Uno demoniza al otro. 

En términos más laicos, el que no tiene enemigos no tiene política. Lo primero que uno tiene que definir en la realidad política es qué y quién es el enemigo. Perón decía que en realidad, en política lo más importante es la política internacional, solamente uno puede construir política hacia dentro cuando se puso en la realidad geopolítica del mundo.. 

Entonces, hay un enemigo en aquel que me niega mí soberanía. La relación histórica que Gran Bretaña ha tenido con nosotros tiene que ver con la intención de sustituir al Reino de España por un sistema de dominación indirecta, que es lo que decidió Lord Casterid y John Caren en la primera década del siglo 19 cuando nosotros nos independizamos de España. De alguna manera, en la historia argentina se produce la subordinación al imperio británico no por vía colonial sino semi-colonial, es decir con la idea que nosotros podemos cantar el himno, tener nuestras propias autoridades y usar nuestra bandera, pero con todos los resortes de la vida económica, política y cultural forjados bajo la subordinación al imperio británico. 

El imperio británico concluye su hegemonía a partir de la Segunda Guerra Mundial, donde emerge el imperio norteamericano y Gran Bretaña se repliega y tiene que abandonar sus colonias en Asia. Pero, conserva algunos puntos estratégicos en el mundo que tenían que ver con su visión de imperio a través de los mares. Entre ellos, conserva las Malvinas por el valor geopolítico que tienen estas islas. 

El segundo elemento es la interna natural, el Atlántico norte y el polo Ártico. En el mar del Norte, tanto Noruega como GB, ya han consumido prácticamente todos los recursos offshore tanto de pesca como de hidrocarburos que necesitan vitalmente, por eso las empresas petroleras piden al Atlántico sur. Para ellos es vital conservar los recursos naturales infinitos que hay en materia pesquera hidrocarburífera, polimetálica y toda la biodiversidad que todavía está en estudio en el continente Antártico. 

Y la tercera razón, está asociada con los planes de la OTAN que explican por qué hubo guerra. Nosotros estamos acostumbrados a escuchar las teorías, es decir que estaban borrachos, que era un comandante de la dictadura y que atacó a Estados Unidos y GB. Esta es la explicación hegemónica que todavía circula en la mayoría de los medios académicos, intelectuales y mediáticos de la Argentina como única causa de la guerra. Esta es la visión funcional a los intereses británicos. 

En cambio, hay causas exógenas para mirar la geopolítica del momento y que explican que la guerra de Malvinas fue pensada, planeada, elaborada, y ejecutada por los Estados Unidos para establecer una base militar en el Atlántico Sur por dos cuestiones: asegurar una línea de control marítimo comercial del petróleo que estaba siendo amenazado por el avance de la unión soviética sobre el cuerno africano en países como Angola, Mozambique. Y el segundo elemento es lo que llamo “la iniciativa de defensas estratégicas” lanzada por Reagan, que suponía la incorporación por primera vez en la historia de la cibernética, o sea, la ciencia de la computación a los misiles nucleares. Ahora, Estados Unidos le ganaba a la Unión Soviética y necesitaba nuevas bases distribuidas en todo el mundo, y una de ellas habría sido seleccionada en Malvinas. Malvinas tiene, a diferencia de otras islas que tienen Estados Unidos y GB en el Atlántico sur, las condiciones para tener un inmenso aeropuerto, que es lo primero que construyó GB al término de la guerra de 1982. La base de Monte Agradable, que es una base gigantesca, es la más importante que tiene la OTAN en el hemisferio sur.

NP: En esa línea, ¿Qué opinión te merece la declaración de Agustín Rossi, que dijo que «Argentina finalizó la guerra en 1982 pero que Gran Bretaña la continua hasta el día de hoy»?

CT: El concepto de guerra es un concepto que ha ido modificándose a lo largo del tiempo. Clásicamente se entendía a la guerra como un choque entre dos o más potencias con armas, misiles, tanques, aviones, barcos, soldados…Yo diría que hoy, el concepto de guerra se ha extendido desde que dos teóricos chinos concibieron el concepto de guerra irrestricta. Luego, los norteamericanos lo aplicaron. La guerra no es solamente el choque de dos o más potencias a través de las armas, sino que la guerra se da en todos los planos: en el plano de la biopolítica, de la conciencia, es decir, en todos los planos de la existencia. De hecho, por esto todas las redes informáticas y las discusiones que se están dando en el mundo en estos momentos, las medidas que están adaptándose en Estados Unidos frente al Tiktok o al 5G son porque Estados Unidos teme perder el control. Sabemos que los algoritmos y las redes informáticas también son armas de información, no solo de información que se recolecta, sino también de control de los procesos de acceso a la información cultural y hasta psicológica.

Es decir que hay muchísimos planos, y yo diría que para nosotros tampoco terminó la guerra en el 1982 cuando tuvimos el cese del fuego. En realidad, hay una guerra que es la guerra por el sentido, la guerra cultural, lo que nosotros denominamos la “desmalvinización”, que fue una forma de guerra cultural y espiritual dirigida al conjunto del pueblo argentino para derrotarnos espiritualmente y producir lo que finalmente se produjo en estos años de posguerra, que tiene que ver con la ausencia de ejercicios soberanos, por ejemplo, de nuestros recursos económicos, de la defensa nacional en su conjunto, que no es solamente el instrumento militar, sino que es mucho más que eso. Hay que leer el discurso de Perón del 10 de junio de 1944 ante la Universidad Nacional de La Plata definiendo qué es la defensa nacional. No se trata solamente de militares, sino de una concepción integral de lo que es la defensa de la soberanía. La participación popular es protagónica, es fundamental, y por supuesto, del Estado argentino.

Una clase de dirigentes se distingue justamente por no estar, como la nuestra, envuelta todo el tiempo en el tacticismo y en la coyuntura, sino que se distingue por tener pensamientos estratégicos. Los británicos, y otras potencias, tienen pensamiento estratégico y nosotros el más largo plazo que tenemos son las próximas elecciones o el junio en donde se van a definir las candidaturas; cuando en realidad, chinos, norteamericanos, rusos, británicos y franceses tienen un pensamiento de corto plazo de 20 años, uno mediano de 50 y uno largo de 100.

NP: Compartiendo tu visión de la recuperación de Malvinas como consecuencia de un proceso estratégico, y no de acciones tácticas aisladas, ¿Cómo crees que debería ser ese proceso estratégico?

CT: Lo primero que hay que hacer es poner el oído atento a los sentimientos y al pensamiento de nuestro pueblo, que es contundente y que lo gritó hace unos meses atrás definiendo cual es el sentido profundo de nuestro pueblo. Sin idealizar, pero me parece que ahí tenemos que rescatar una contundencia de un mensaje absolutamente claro.

En segundo lugar, pensar la dimensión de la patria, la patria no es la Argentina, sino que es la mezcla hispano-indo-criolla-mestiza que va de México a Tierra del Fuego. Tenemos que recuperar la dimensión real de la patria porque sino vamos a ser devorados por los imperios como viene ocurriendo hace años atrás. Ahí cobra una singular importancia no solamente declamar nuestra vocación de unidad con los demás países, sino pensar caminos concretos para que esta patria se consolide en términos ingenieriles estructurales, económicos, culturales, políticos y académicos. 

En tercer lugar, tenemos que hacer una pedagogía anticolonial de nuestra auténtica libertad. Como decía el maestro Simón Bolívar, “o inventamos o erramos”. En la creación siempre hay una zozobra de la incertidumbre, el que crea siempre está generando una certeza en el medio de la incertidumbre, y estamos en un mundo lleno de incertidumbres.

De alguna manera, Malvinas termina siendo como una especie de metáfora de la tarea que debemos realizar, como un paradigma, una luz que ilumina el camino que debemos hacer. Por ejemplo, Malvinas es una parte visible de un sistema de dominación invisible. En Malvinas hay un ejército extranjero con otra lengua, otros planes, otros intereses usurpando territorio nuestro, pero ahí los vemos claramente. Lo que está menos claro es la estrategia de poder blando que ejercen los grandes imperios invisibilizando las otras formas de dominación. Malvinas es como un faro que ilumina nuestra condición de país semicolonial. Nosotros no somos un país libre, no somos un país soberano e independiente porque de alguna manera somos un proceso en construcción inacabado de país independiente. Tuvimos una primera etapa cuando nos independizamos del reino de España, pero seguimos siendo semi colonia de los poderosos. Solo eso explica que en un país en el cual deberían estar habitando 200 millones de habitantes con plena justicia y dignidad, tengamos 45 y la mitad de ellos estén bajo la línea de la pobreza. Solo eso lo explica todo lo demás no lo justifica. La verdadera restricción a la libertad es el ejercicio de los grandes poderes de la Tierra que saquean nuestros recursos y que someten a nuestra clase dirigente a sus dictados. 

Y, obviamente que tenemos una clase dirigente que todavía no está en condiciones de recuperar un proyecto de Patria Grande, pero esperamos poder decir que este combate es especialmente de todas y todos los argentinos y de los pueblos de la patria grande, pero son las nuevas generación las que van a tener que tomar estos desafíos. Ojalá que sea de manera incruenta, pero que puedan adoptar la lucha por la soberanía, la independencia, por justicia social, la independencia económica y la felicidad de nuestro pueblo.

Todo esto es posible en tanto y en cuanto seamos conscientes de que hay que luchar para que sea posible, porque nadie nos va a regalar nuestra libertad. Es una lucha de todos los días.