El 26 de Junio en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires se presentó el informe “Subamos el Estándar para hacer a las Ciudades más productivas en América Latina y el Caribe” del Banco Mundial.
Participaron del evento, María Marta Ferreyra, Economista Senior del Banco Mundial y principal autora del informe, Diego Capuya, Subsecretario de Relaciones Políticas e Institucionales de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires; Fernando Straface, Secretario General y de Relaciones internacionales del GCBA y Jesko Hetnschel, Director para Argentina, Uruguay y Paraguay del Banco Mundial.
El evento comenzó con unas palabras de Capuya: “Nos satisface mucho que se presenten informes que apuntan a elevar estándares. Esta Legislatura trabaja día a día para eso, desde el punto de vista legislativo e institucional. Esto se traduce a través de distintos programas económicos, ecológicos, de producción y de infraestructura, entre otros, que apuntan hacia una mejora continua. Por otro lado, hay una cuestión muy importante de los organismos multilaterales de crédito, al implementar distintos programas nos permiten generar impactos concretos en la ciudadanía mejorando los estándares de las ciudades y la vida de aquellos que a veces son los que menos tienen”.
Luego Jesko Hentschel se dirigió al auditorio: “Nosotros intentamos elevar la calidad de vida de los países en que estamos trabajando. Las tasas de población están aumentando en todo el mundo, el objetivo del informe es ver cómo las ciudades se colocan como ejecutoras de la productividad de una manera inclusiva, que no cree más divisiones entre la población urbana. Buenos Aires es una de las ciudades con la más alta inflación de Latinoamérica y al mismo tiempo una de las áreas metropolitanas que más crece. Este informe nos ayuda a pensar políticas de manejo y planificación de las grandes ciudades”.
Fernando Straface, por su parte, giró su exposición alrededor de las conclusiones del informe: “A todas las ciudades de América Latina les pasa lo mismo en materia de productividad, están por encima del promedio mundial pero no llegan a ser de las principales del mundo. Hoy las ciudades están en el centro de la discusión como nunca. Por eso, proponemos una mayor productividad, lo cual supone no solamente tomar el desafío de las ciudades desde el punto de vista de la protección social, sino también pensar a las ciudades como motores de crecimiento. Para mejorar el crecimiento de la economía el informe propone dos posibles soluciones: una es mejorar la infraestructura. América Latina está muy rezagada en materia de inversión e infraestructura. En Buenos Aires estamos trabajando en proyectos como el paseo del Bajo o Ciudad sin Barreras. Por otra parte, el informe propone mejorar la educación como política que estimula el desarrollo. En esta ciudad, el capital humano es la principal ventaja comparativa, esperamos que Buenos Aires sea la Capital global del talento, por el que genera y el que atrae”.
“La desintegración social no ocurre solo en ciudades de bajo o medio ingreso relativo como las latinoamericanas, también ocurre en ciudades como Paris. Allí, los desafíos de integración social son en términos de disrupción de la gobernanza de la ciudad similares a los que podríamos tener nosotros por tener enclaves de pobreza y falta de derechos básicos como tenemos en nuestras villas. Sabemos que en las ciudades cada vez va a vivir más gente, cada vez más diversa y distinta a los pobladores originarios de la ciudad. El desafío de la integración social en estas ciudades diversas será lograr una convivencia pacífica y sustentable económica, ambiental y socialmente”, cerro Straface.
Luego, María Marta Ferreyra, delineó las principales conclusiones del Informe. El mismo señala que las ciudades son un motor formidable de crecimiento y productividad debido a su densidad y la cercanía que los factores productivos (trabajadores, empleadores, infraestructura, etc.) tienen en ellas. Sin embargo, esta densidad característica de las ciudades latinoamericanas, tiene efectos negativos y positivos, el desafío para aumentar la productividad implica saber manejar armónicamente estos efectos. “Cuan productiva puede llegar a ser una ciudad depende del efecto neto entre estos efectos positivos de aglomeración y los efectos negativos de congestión. Las ciudades tienen proximidad geográfica de empresas y trabajadores, esto facilita su interacción. Esa proximidad geográfica contribuye a una serie de cosas: el intercambio de ideas y conocimiento, la existencia de mercados grandes, una mejor correspondencia entre gente que busca trabajo y empresas que buscan trabajadores y también la posibilidad de hacer grandes inversiones de infraestructura y transporte porque es más fácil repartir su costo en un mayor número de usuarios. Al mismo tiempo, esa proximidad puede tener efectos negativos, por ejemplo, la congestión vehicular, el crimen, la inseguridad y la contaminación ambiental”.
“Ninguna ciudad existe aisladamente, todas son parte de un sistema de ciudades, tanto las personas como los recursos se desplazan entre ciudades. Entonces, si desde el punto de vista de la política pública, nuestro objetivo es maximizar el producto bruto de las ciudades nos tenemos que ocupar de dos cosas: crear un entorno propicio al interior de las ciudades que facilite todos estos efectos buenos de aglomeración y mitigue los de congestión. Por ejemplo, debe ser fácil desplazarse por la ciudad, la ciudad debe ser segura. Y esto debe tener implicaciones en términos de infraestructura, transporte, servicios públicos, gobernanza. Pero también es importante a nivel país, preocuparnos por tener un sistema eficiente de ciudades para que personas y recursos vayan a las ciudades donde puedan ser más productivas”.
Ferreyra continuó con el análisis de indicadores como el PBI per cápita y la productividad de las mayores áreas metropolitanas del país, extrayendo algunas conclusiones. “La buena noticia es que dados sus porcentajes de población urbana, los países de nuestra región están muy cerca del promedio mundial del PBI per cápita. La mala noticia es que hay países en el mundo en América del Norte y Europa Occidental que tienen porcentajes de urbanización semejantes a los nuestros pero con un PBI per cápita más alto”.
En cuanto a la luminosidad de las grandes áreas metropolitanas de nuestro país, Ferreyra da una buena noticia y una mala: “Analizamos la luminosidad del Área Metropolitana de Buenos Aires, Córdoba y Rosario. La buena noticia es que, dada su población, las ciudades de nuestra región se encuentran al promedio o incluso por encima de él en cuanto al nivel de actividad económica. La mala noticia es que hay ciudades con niveles de población semejantes que tienen mayores niveles de actividad económica. Y nuevamente son ciudades de Norteamérica y Europa Occidental que forman lo que podríamos llamar la frontera global de productividad urbana, a la que nosotros no llegamos. Este es un problema porque nada menos que el 74% de la población de nuestra región vive en ciudades, ésta población está perdiendo ingresos, posteridad, calidad de vida, bienestar e inclusión”.
La pregunta entonces, es ¿Por qué nuestras ciudades están por debajo del promedio de la frontera global de productividad? Para responder a estas preguntas, María Marta Ferreyra enumera 5 características distintivas de nuestras ciudades: densidad, prevalencia de conglomerados multiurbanos, disparidad de productividad entre ciudades de un mismo país, concentración geográfica de la población calificada y red ineficiente de transporte nacional.
“La gran densidad de nuestra región no se debe a que la población es muy grande sino a que nuestras ciudades están concentradas en espacio geográficos relativamente pequeños. Porque en este caso, la alta densidad, simplemente es congestión”.
“Debido a la prevalencia de conglomerados multiurbanos se generan problemas como la falta de coordinación entre los municipios que la componen. Nuestra región es particularmente vulnerable a estos problemas porque mientras que en el mundo el 33% de la población vive en aglomerados multiurbanos, en nuestra región vive el 40% de la población y en Argentina el 49%”.
“La tercera característica es que entre ciudades de un mismo país hay grandes diferencias de productividad. En un país que tiene un sistema eficiente de ciudades, éstas tienen niveles similares de productividad, porque si una ciudad del conglomerado fuera muy productiva, las personas y los recursos irían a ella y eso bajaría la distribución de la productividad. Como nuestros sistemas de ciudades no son eficientes, hay áreas muy concentradas y densas de productividad económica en un mismo país con ciudades de productividad muy baja”.
“El cuarto rasgo de nuestras ciudades es el alto nivel de concentración de la población más calificada. En Argentina en general, en las ciudades grandes hay mayores porcentajes de la población con educación superior”.
“La quinta característica es el subdesarrollo de nuestras redes nacionales de transporte. Ligazón muy estrecha entre sistemas de ciudades que no son eficientes y el subdesarrollo de nuestros sistemas nacionales de transporte”.
Estas características actúan de manera determinante en la productividad de las ciudades a través de lo que Ferreyra llama la forma, la habilidad y el acceso. La forma es la configuración de una ciudad: “Al mirar la forma de las ciudades, encontramos que la productividad sufre cuando hay un mal planeamiento urbano por ejemplo, cuando una ciudad crece de una manera desorganizada, poco compacta, cuando hay una red de calles poco densa. También encontramos que en las áreas metropolitanas la fragmentación institucional en muchos municipios perjudica a la productividad por falta de coordinación. Y que aun cuando existen gobiernos y agencias metropolitanas de coordinación del gobierno, no logran revertir esta falta de coordinación”.
En cuando a la habilidad de una ciudad, es un determinante de la productividad que depende del nivel de educación alcanzado por los habitantes de la misma: “La habilidad es de las mejores noticias del reporte aunque implica grandes inequidades entre la Ciudad de Buenos Aires y los partidos del Gran Buenos Aires. En promedio en la CABA, una persona adulta, ha completado 14 años de educación formal. En el GBA, el promedio de años de educación completados es de 10 años de educación formal. De la misma manera, en la CABA el 41% de la población adulta tiene educación superior completa. Buenos Aires es la ciudad más educada de la región, sin embargo, en los partidos del GBA solo el 14% de la población adulta completó sus estudios superiores. Encontramos grandes reformulaciones que hacer en educación. Por ejemplo, si consiguiéramos que este adulto promedio de los partidos del GBA fuera un año más a la escuela, los salarios de todos en el AMBA subirían en un 9%. De la misma manera, si consiguiéramos que en lugar de un 14% de población adulta con estudios superiores completos, el porcentaje fuera del 15%, los salarios subirían en un 2%”.
“El acceso se refiere a la conectividad de una ciudad con otras dentro del país a través de la red de transporte. Para mi ciudad, otras ciudades son posibles mercados. Entonces, es posible construir un índice de acceso basado en las otras ciudades con las que interactúa esa población y el tiempo que lleva ir de una a la otra”.
Luego de la presentación del informe, se abrió el espacio a los panelistas, Guillermo Alves, economista e investigador del Banco de Desarrollo de América Latina, Francisco Resnicoff Subsecretario de relaciones internacionales e institucionales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y Pedro Del Piero, Presidente de Fundación Metropolitana. El panel estuvo moderado por la periodista Silvia Naishtat.
Guillermo Alves analizó la productividad de las ciudades y la complementariedad entre este informe del Banco Mundial y uno reciente de la CAF y del Banco Mundial “La novedad que está presentando el informe que es las ciudades son importantes para el crecimiento económico y el mejoramiento de la productividad de un país. ¿Por qué son importantes las ciudades? Por la cercanía que ofrecen entre los factores productivos, entre empresas y trabajadores, esas interacciones generan productividad. Estamos trabajando con el concepto de accesibilidad urbana. La primera solución y quizás más obvia es la de garantizar la accesibilidad a través del transporte. Pero también a través de la mejor localización de las personas y las empresas, es decir, ocuparse de las políticas de uso del suelo y vivienda».
Francisco Resnicoff, por su parte, trató de remarcar la importancia de la planificación urbana y de los costos políticos que implica muchas veces aplicar cambios importantes en las ciudades: “Frente al hecho inevitable de la creciente urbanización necesitamos formas de encontrar equilibrios virtuosos entre los beneficios tangibles de la urbanización y al mismo tiempo reducir los costos que la misma urbanización trae. Es mucho más eficiente para un gobierno, salirse del plan si es necesario, por el contexto, un día puede ser una inundación, el transporte y otro día la falta de acceso a la vivienda. Sin planificación los efectos negativos de la urbanización y los costos monetarios pueden aumentar. En ese sentido, hay un gran déficit histórico en Argentina en general y en el AMBA en particular en relación a la coordinación entre la ciudad, la provincia y los municipios. Es la primera vez que en Ciudad de Buenos aires, Provincia de Buenos Aires y Nación son electas autoridades del mismo partido político. Es un hecho sin precedentes y que da la oportunidad de avanzar hacia la mayor y mejor coordinación, pero la oportunidad por sí misma no se concreta, hay que trabajar mucho para lograrlo. Hace falta mucho más que buena voluntad”.
“Hay instancias Ciudad – Provincia, espacios de coordinación que surgieron en estos 2 años y medio que esperemos den fuerza para la creación de una institucionalidad. Dentro de estas iniciativas de coordinación puedo mencionar al nuevo SAME metropolitano y el Metrobus. Me parece que Buenos Aires ha tomado medidas muy importantes para el enfoque integrado del transporte y se ha vuelto un ejemplo en iniciativas de transporte sustentable. La restricción de la circulación en microcentro por ejemplo y una tarifa diferencial para circular ha actuado como una forma de impuesto a la congestión. Es una medida saludable y que requiere mucho coraje para enfrentarla porque son medidas muy impopulares. Después, como ha pasado en Londres, en Singapur y otras ciudades, la gente ve que funciona, que mejora la calidad de vida. Lo mismo cuando se ha implementado aquí la red de ciclovías. Se requiere mucho coraje y decisión política a corto plazo, pero hay una compensación política a largo plazo. En ese sentido Buenos Aires es un ejemplo para la región”.
Pedro Del Piero acordó con Resnicoff en que la voluntad de coordinación es necesaria pero no condición suficiente para el desarrollo armónico de las áreas metropolitanas de nuestro país, y más específicamente la de Buenos aires. “No son suficientes las iniciativas de coordinación. Etamos perdiendo una extraordinaria oportunidad del monocolor político. Porque no es solo un tema de responsabilidades gubernamentales, es una cuestión de oportunidades. Puede existir voluntad, y damos fe que existió, sobre todo el primer semestre de 2015. Sin embargo, hay verdades objetivas como la disparidad de indicadores entre la Gran Buenos Aires y la Ciudad Autónoma”.
“La ciudad es una unidad de convivencia, hoy central por las ¾ partes de la población mundial viviendo en ciudades. La planificación de las ciudades viene de ser un tema fundamentalmente urbano, donde el punto de llegada es el desarrollo humano. Esto nos lleva a comprender la cuestión de la integración de un modo mucho más completo. Cuando pensamos en integración social pensamos en que existe la posibilidad de generar unidades donde la productividad básicamente contribuya y tribute a un proceso de generación de riqueza, crecimiento, distribución y equidad, eso es desarrollo. Cuando nos plantean cómo salir de este enredo de la coordinación gubernamental, pensamos que es algo esencial, pero es solo la mitad de la realidad. La otra mitad es el mercado, los actores económicos reales, la sociedad, los intereses difusos. Por eso decimos que claro que es difícil coordinar entre municipios. Pero si se trata de desarrollo las unidades estaduales, son las responsables del desarrollo en la argentina. La Ciudad Autónoma y la Provincia son las responsables del desarrollo. Hubo buenas iniciativas, sin embargo, después de 30 meses de monocolor político, deberíamos tener un mapa del AMBA descomunal”.
“Creo que es un interesante momento de Argentina porque estamos transitando la cuarta etapa de la democracia donde hemos ido valorando instituciones, mercado, política y esta cuarta etapa se trata de la gestión. Las ciudades pueden ser y deben ser sujetos y objetos de planificación. Todavía nos queda un tramo de monocolor político, por ahí se pueden conseguir más resultados”.