(Por Juan Pablo Csipka). Los parques industriales modificaron el mapa de la economía en la región metropolitana a partir de los años 60, hasta llegar a una decena en la actualidad, que abarcan unas 1500 hectáreas en total. En ellos, se agrupan industrias de distinta índole, en el marco de políticas regionales de ordenamiento y desarrollo.
En ese sentido, el Estado resulta ser el principal impulsor y árbitro en el ordenamiento. Los “Lineamientos Estratégicos para la Región Metropolitana”, elaborados por la Subsecretaría de Urbanismo y Vivienda y la Dirección Provincial de Ordenamiento Urbano y Territorial, durante la gestión de Felipe Solá, reconocían cuatro actores. El Estado cede la indicativa a los privados; los Desarrolladores identifican el suelo industrial como producto y mercado para una inversión rentable; el Capital Industrial se ocupa de las cuestiones inherentes a la renta inmobiliaria; y los Municipios, que actúan como “competidores” por inversión exógena en sus territorios.
De cara al 2020, la idea del gobierno nacional es saltar de los 300 actuales, a unos 550. En total, emplearían a medio millón de personas. Uno de los parques pioneros fue el de Pilar, de capital íntegramente privado. Otro caso remarcable es el de Almirante Brown, que es gestionado por una comisión mixta. Diego Fernández Garrido es el Secretario de Producción y Desarrollo del municipio. Cuenta que la comisión mixta, “funciona con representantes del parque y con funcionarios del municipio. Esa oficina se reúne cada 15 días para trabajar sobre políticas activas en el terreno de la producción, hay más de 220 empresas, con más de 7 mil trabajadores, la mayoría del distrito”.
Desde la gobernación valoran el impacto de estas organizaciones en los municipios del área metropolitana. Fabricio De Arriba Arévalo es el Director Provincial de Desarrollo y Promoción industrial del Ministerio de la Producción bonaerense. “En el área metropolitana la cercanía con la Ciudad es un valor que las empresas buscan. Procuran estar conectados desde lo terrestre, considerando la cercanía con los puertos, las cuestiones logísticas”, opina. “No hay mediciones exactas sobre su incidencia en números específicos. La mayoría de los municipios buscan crear parques, y eso habla de un modelo nacional que lleva a las industrias a invertir y apostar por nuevos productos”, agrega.
Aspectos perfectibles
Empero, no todo parecería ser color de rosas. Hernán Neyra, economista y profesor de Microeconomía en la Universidad de Buenos Aires, desliza algunos matices. “Los parques son hijos del proceso de desindustrialización que sufrió el país en los 70. Ninguna empresa nace en un parque, la decisión de instalarse allí es de una empresa en marcha. Y las empresas buscan razones para instalarse allí porque nadie paga expensas para producir lo mismo que afuera. Los parques sin servicios no tienen mucha lógica para los empresarios, aunque sí para los gobernantes. Esa decisión de mudarse es quizás una de las más importantes en la vida de una empresa. La localización industrial es un tema complejo en el que se cruzan el abastecimiento de servicios, los insumos y el mercado. Cuando se decide mudar la empresa, no siempre se hace en la zona original porque pueden haber pasado años desde el inicio y las condiciones cambian. Por esa razón es que por lo general el Estado da incentivos para la radicación, como créditos y exenciones, porque hay que convencerlos de que vayan. Y aun con estos beneficios una PYME no iría a un parque, porque no puede cubrir los costos”.
Fernández Garrido remarca la cuestión del empleo. “La mano de obra local es central para nosotros. Les pedimos a las empresas que se quieren instalar que tomen mano de obra de Almirante Brown. Así como traen beneficios, traen complicaciones de tránsito, humo, por la movilidad de los empleados. Por eso lo mejor es que tome gente de acá, no sólo para beneficiar a los habitantes del distrito, sino también para evitar en gran medida los desplazamientos de gente”. En la misma dirección opina De Arriba Arévalo. “Apuntamos a que haya empleo en el agrupamiento de las empresas, dando algo de equilibrio a una situación desequilibrada: tenemos al 70 por ciento de la población viviendo en el 2 por ciento del territorio. Es un trabajo a largo plazo, tratando de que la persona que vive en su pueblo pueda realizarse allí, estudiando, y trabajando. Incluso queremos que haya una faceta educativa y de capacitación para formar a la mano de obra especializada, queremos que la gente viva y se desarrolle allí, en el territorio, sin tener que aglomerar grandes urbes”.
El rol del Estado
Para Neyra, “el Estado tiene más interés que los privados en que haya parques industriales. En especial porque con esa concentración se facilitan los controles, además del ordenamiento territorial. Es mucho más sencillo hacer el seguimiento de la facturación y del medio ambiente teniendo las empresas agrupadas que estando dispersas”.
Fernández Garrido remarca la cuestión ambiental. “Hemos prohibido curtiembres y químicos como cromado. Tampoco permitimos fundiciones. Nosotros estamos en la cuenca Matanza-Riachuelo y tenemos que cumplir con las disposiciones al respecto. El medio ambiente es algo que no podemos descuidar. En ese sentido, lo que no está prohibido, está permitido”.
“La mayoría de los municipios buscan crear parques, y eso habla de un modelo nacional que lleva a las industrias a invertir y apostar por nuevos productos. Se refuerza la industria, la provincia es el motor productivo de la nación, y el florecer de los parques es una muestra de esta tendencia, porque genera incentivos y ordena territorialmente, hay ventajas impositivas, ambientales, de herramientas financieras, de los costos”, explica De Arriba Arévalo. “A nivel de impuestos, si se pide la promoción industrial, al radicarse allí en el marco del programa productivo, gozan del plus del 50 por ciento del plazo de promoción”, agrega.
En el mismo sentido se explaya Fernández Garrido. “Innovamos en cuanto a la recaudación, no está más la tasa de seguridad e higiene, que se cobra por empleado, la cambiamos por el Fondo de Responsabilidad Social Empresaria. En vez de pagar por la cantidad de empleados, la empresa que se radica en el parque paga un porcentaje de su facturación del 2,3 por mil. Con esto no se castiga al que más empleados incorpora, sino al que más factura. Nos parece un principio de igualdad, un cambio de paradigma productivo”.
Neyra es más cauteloso. “Los parques han corrido con cierta desventaja respecto de las zonas francas (áreas que no pagan aranceles para exportar e importar). Tienen más impuestos que esas zonas, sin ir más lejos. Pensemos que en el área metropolitana luchan contra la zona franca de La Plata, que goza de los mismos privilegios llegó a tener en su momento Tierra del Fuego. Eso no quita que hay parques que son realmente exitosos”.