POR RUBEN GUILLEN, FUNDACION METROPOLITANA – La conversión del AMBA en una región competitiva con buenos estándares sociales exige un Plan Estratégico de Desarrollo multidimensional (económico, social y territorial –urbanÃstico, ambiental, etc.) en condiciones de eficacia, eficiencia, transparencia y legitimidad polÃtica. Si bien debe conducirlo el Estado, que en este caso aúna al gobierno de la Provincia con el de la CABA y los municipios involucrados, incluye a todos los actores sociales. Es de la comunidad.
MetodologÃa situada
Es recomendable adoptar una tecnologÃa de gestión planificada flexible, sistémica, situacional y sistemática. AsÃ, los lÃderes podrán identificar y comprender situaciones problemáticas que afectan o condicionan los objetivos comunitarios, elucidar qué implican, organizar acciones destinadas a transformarlas, y obtener resultados concretos. Lo harán por sà mismos con distintas asistencias, adaptando el instrumental al caso y la situación.
Esta tecnologÃa estructura los procesos clave de interrelación de la comunidad con el medio en cinco instancias operativas: detección de situaciones problemáticas; caracterización comprensiva de las mismas; diseño de los cursos de acción respectivos; ejecución de las acciones; seguimiento y control. Se interviene en la comunidad y con ella, sobre las problemáticas.
Se gobierna y se gestiona con planificación. Sin una gestión acorde, no hay planificación posible.
Aquà se propone un modelo que relaciona las temáticas de la planificación y la gestión con las de la comunidad y el territorio, para una comunidad concreta con fines concretos. Este modelo es abierto: susceptible de revisión y corrección en todo momento ante los imponderables del contexto y del desarrollo tecnológico (capaz de dejar obsoleto al mejor proyecto).
Operatoria
Incluye un proceso de mejora permanente, articulando varias herramientas. En torno a la planificación estratégica, diagnostica a través del FODA; un tablero de control monitorea y alerta en tiempo real; con calidad total, mejora estándares, y con reingenierÃa, la propia organización; y realiza evaluaciones económicas y multicriterio.
Pero es mucho más. Permite operar de forma permanente sobre realidades complejas y cambiantes, adaptando el instrumental. AsÃ, posibilita plantear objetivos y metas acordes con la situación y avanzar aun en condiciones de incertidumbre. Es un método para comprender y evaluar situaciones complejas, y una guÃa para la acción en condiciones inciertas, problemáticas y difusas.
Además, es una práctica democrática. Si bien con distintos niveles de compromiso y conducción, todos están directamente involucrados en el análisis de la situación y en la búsqueda de soluciones.
Su operatoria permite relevar sistemáticamente, en el todo y las partes, el contexto y la situación de la propia comunidad, detectar desafÃos reales y potenciales, y actuar en consecuencia para llegar a un futuro deseado.
Prisma singular de observación y aprehensión de la realidad, transforma la acción partiendo de la comprensión y la comprensión a partir de la acción. Se basa sobre: el autoconocimiento de la situación propia en el escenario, de sus riesgos y potencialidades; la identificación de las implicancias de cada problemática; la claridad de objetivos y un manejo del tiempo acorde con ellos; la definición de acuerdos y alianzas; el diseño de polÃticas hacia otras comunidades y hacia aquello que amenaza; y el control de los flujos de información, tecnologÃa y recursos.
Tiene dos niveles organizacionales: 1) el observatorio; y 2) el comité de reflexión estratégica (CRE), con comités de área de reflexión estratégica (CARE).
El observatorio releva constantemente los escenarios que ocupa o desea ocupar la comunidad, la estructura y la situación interna de la misma. Su fin es detectar las problemáticas presentes y las probables, e identificar las debilidades y fortalezas propias. Para ello monitorea la escena y colecta información relevante. También opera un tablero de control que advierte en tiempo real situaciones de alarma o tendencias preocupantes.
El CRE y los CARE son las instancias institucionales de decisión, con participación y consenso. Conducido por los lÃderes, el CRE analiza la situación y sus eventuales consecuencias, genera y discute soluciones y alternativas. El proceso puede incluir tantos CARE como áreas territoriales o temáticas (los actores directos suelen ser los mejores intérpretes de la información). Sus reflexiones se articulan luego en el CRE, mediante sus representantes. Pueden responder a un criterio funcional, territorial o mixto, según las problemáticas, el territorio, las urgencias, la comunidad y, sobre todo, qué se pretenda lograr.
El quid del sistema está en la interpretación de la información. Su ventaja es su capacidad de detectar y contrarrestar los efectos adversos de una realidad cambiante.Â
Eficaz, eficiente y legÃtimo
Se basa en tres principios: aplicar criterios racionales de asignación de recursos; no superponer acciones e instrumentos; y promover reformas normativas y estructurales para combatir debilidades y potenciar fortalezas.
El plan es una orientación estratégica que se ejecuta mediante dos instrumentos construidos en espejo. Uno de sistematización fÃsico-económica, el programa de acción (PA), y otro de sistematización financiera, el programa financiero (PF).
El PA estructura las acciones concretas, en tiempo y forma. El PF es crÃtico, porque debe garantizarles su viabilidad financiera y analizar su impacto en las cuentas, no sólo en las públicas.
El plan es un proceso socioeconómico y polÃtico. Un contrato comunitario que conviene explicitar. La contraparte del derecho a participar en él es la asunción responsable de los compromisos que a cada uno le correspondan. Para ello es conveniente suscribir un contrato polÃtico que los detalle. Se trata de que las responsabilidades no se diluyan y de exponer los incumplimientos. Para mejorar individualmente y como conjunto, la participación debe ser abierta y responsable.