José Mujica: «Si esperamos la igualdad por la economía de mercado, sentémonos a tomar mate y recemos» - Informe Digital Metropolitano

José Mujica: «Si esperamos la igualdad por la economía de mercado, sentémonos a tomar mate y recemos»

Mujica-UMET-2El pasado 17 de marzo, en el auditorio de la Sociedad Hebraica Argentina, José Pepe Mujica realizó la conferencia “América Latina: Ciudadanía, Derechos e Igualdad”. Esta conferencia se da el marco de la clase inaugural de un curso internacional organizado por la ELAP del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo  (UMET) y FLACSO Brasil.

La Fundación Metropolitana asistió a la Conferencia y en esta nota podrás encontrar la desgrabación completa y el video de la exposición realizada por el ex mandatario uruguayo.

José Pepe Mujica: “Queridos amigos y compañeros, mi reconocimiento a los fundadores de esta casa de estudios, que es una peripecia singular del pueblo judío que tuvo enorme participación en la construcción de la sociedad argentina”.

“Hay una epopeya en el campo de las ideas que merece ser conocida y discutida, nada peor que el pensamiento esquemático y elemental que pone a todo adentro de una bolsa y que se conforma con definiciones sencillas. El reconocimiento a los compañeros de CLACSO, a los compañeros de este sindicato raro al que se le ocurrió fundar una universidad. Por qué en general queremos luchar por la enseñanza pública, luchamos con honradez y con espíritu democrático por defenderla. Pero parece que es como si nos quisiéramos olvidar de la existencia de las clases sociales. Y como tal, los trabajadores tienen no sólo el derecho, tienen el deber de pelear por captar y desarrollar su propia inteligencia con sentido de clase; porque de lo contrario estarán condenados a tener que alquilar la intelectualidad de otras clases sociales. De vez en cuando hay que revisar las creencias. Si a tambor batiente estamos afirmando que, como palanca de desarrollo la batalla de la inteligencia es vital, como no va a serlo en la cabeza de los trabajadores”.

“Pienso que estamos en una época de tránsito, y este es un tema que les quiero tirar. Lo que para mi tiempo era el proletariado, va a ser sustituido rápidamente ahora, va a venir otro proletariado, y ahí hay una batalla que dar en el campo popular, porque el trabajo calificado cada vez va a necesitar trabajadores capaces tecnológicamente de entender, y que son quiénes van a dar mayor plusvalía”.

“No debemos quedarnos con una cabeza estática. El desafío que tiene el mundo, en un momento donde la robotización empieza a aparecer masivamente y que trae de la mano ciertos aspectos de la lucha por la igualdad; es que la jornada de trabajo ya no se puede discutir más sólo nacionalmente, es un problema internacional. Cómo te van a hablar de competitividad si en Uruguay no existen derechos sociales, se trabaja cualquier cantidad de horas y después te piden competitividad. Inevitablemente hay que luchar por acortar el horario de trabajo porque la sustitución de mano de obra en el campo de la tecnología es explosiva. Y esto hay que entenderlo, no se puede hablar de derechos sociales si no se entiende que el reparto salarial es el primer reparto importante en la historia la humanidad, que está por encima de todas las otras formas de reparto. Por supuesto que no es la única, pero se debe tener en cuenta”.

“Yo sé que estas cosas no son para mañana, pero son para pasado mañana. Es decir, si nos planteamos el problema de la igualdad en el marco del continente probablemente más rico, dueño del 24/25% de agua dulce que hay arriba del planeta, con una concentración de recursos fabulosos, pero a su vez el más injusto. Esto tiene explicaciones de carácter  histórico, y no podemos echarle la culpa al imperialismo sólo, por supuesto que el imperialismo tiene cierta parte. Pero somos herederos de una formación feudal  y la colonización de América no vino a empujar un modelo burgués, fue hecha por dos naciones todavía feudales, hijas de un largo periodo de resistencia. Cuando uno ve el reparto de tierras, las instituciones que se afirman en nuestra América, se da cuenta.  Y no  es que nosotros nos volvamos anglófilos, ni por asomo.  Pensamos en castellano, y el libro que más nos conmueve sigue siendo el Quijote; pero una cosa es la nostalgia, la poesía y la cultura, y otra es la realidad sociológica de cómo se formó América. ¿Es natural que un reparto feudal generara un capitalismo raquítico? Un capitalismo que fue mucho más extractivo y comercial, pero que además, pagamos otro precio. Salimos de la independencia en el momento en que se estaba dibujando el mercado mundial, y cada puerto importante de América termino construyendo un país. Quienes dominaban el puerto y el alto comercio, excluyeron económicamente a las clases económicas más gravitantes. Esto quiere decir que arrancamos con una burguesía más que nada comercial, extractiva e intermediaria. Y la gran renta en toda América latina, ha sido la intermediación comercial en la exportación y en la importación, aparte de la renta de la tierra”.

“Es lógico que hayamos sido desiguales porque naturalmente esta desigualdad latinoamericana es hija de un proceso de carácter histórico. No es un problema de maldad o de bondad, es el resultado inevitable de un proceso de carácter histórico. Digo esto porque estamos en una época en la que hemos luchado y soñado. Y hemos levantado, particularmente los progresistas, la bandera de la integración porque somos conscientes de las limitaciones que tenemos, y el papel que debe de cumplir la integración. En primer término, por tener inteligencia independiente, tener universidades y que estén investigando para nosotros, para nuestro continente. Debemos sumar fuerzas en el terreno en el que estamos más rezagados, nunca nos podremos integrar si no logramos integrar previamente la inteligencia. Pero la economía y gran parte de la política ligada a la economía real, no funciona con la fuerza integradora, por el contrario, porque esta incubada en los carriles de la historia que nos formó. Somos vendedores para el mundo, no vendedores para los vecinos. Nuestra preocupación es poder venderle al mundo, porque ya damos por descontado que no le vamos a poder vender todo lo que necesitamos a los vecinos y entonces inventamos términos que son bonitos: “regionalismo abierto” y cosas por el estilo. Tiene que ser abierto porque no tenemos más remedio, porque tenemos que salir con el bolso a vender donde se pueda. Pero como resultado del fracaso de una política lateral internalizada de pensar en América”.

“Nos hemos pasado doscientos años mirando a Europa, comerciando con Europa, mi país con Inglaterra, y no nos fue tan mal porque, en definitiva, el imperio inglés nos trató mucho mejor que lo que vino después,  pero no por bondad.  Cuando se presenta  China como gran demandante, nos encontramos con que somos vendedores, exportadores de materia prima con poco valor agregado; pero cuando nos metemos en la aventura del valor agregado quedamos con las piernas para arriba, porque el mundo rico no  nos compra valor agregado, y hablamos de libertad de comercio. Y no nos compra porque no hemos sido capaz de vertebrar nuestro sistema de alianzas, y esta es nuestra enorme debilidad política. No pudimos hacer políticamente y a conciencia el dibujo que espontáneamente la economía nos insinuó pero no se transformó en lineal. El poco valor agregado que vendemos lo vendemos entre nosotros pero eso no se transformó en un canto común de decisión política, fue apenas un resultado espontáneo del cual no sacamos ninguna conclusión”.

Es obvio que la preocupación fundamental es la igualdad, pero la igualdad si la esperamos por la economía de mercado, sentémonos a tomar mate y recemos. Yo no creo que la economía de mercado librada a su propia fuerza siembre igualdad, por el contrario. Con esto no estoy haciendo una apología que hay que abolir la economía de mercado, es otra historia, es no comerse la pastilla. No le pidamos a la economía de mercado que nos dé respuestas que no nos  puede dar, que no las ha dado en ninguna parte del mundo. Lo que está demostrando la decorosa economía de mercado es un movimiento formidable de concentración de riqueza en el mundo. Ha demostrado que los latinoamericanos seremos los más desiguales pero tenemos el orgullo de tener un compatriota latinoamericano como primera fortuna mundial. Tenemos muertos de hambre, pero tenemos el hombre más rico del mundo. ¿Cómo explicar estas paradojas? Economía de mercado. Y esto tiene que ver con la desigualdad porque la concentración de la riqueza es una concentración directa o indirectamente del poder político. Y esto es a la larga una enfermedad de la democracia, es una tácita evolución de la democracia hacia la plutocracia. ¿Por qué? Ustedes saben que yo fui gobierno. Y bueno, para darle trabajo a los muchachos hay  que conseguir inversión fuere como fuere, y es  la famosa inversión indirecta que viene desde afuera, ¿qué son pelados los que vienen de afuera? No, ya tienen mucha plata. Pero para que se instalen le tenemos que dar cierta ventaja. Entonces disputamos con los vecinos, disputamos entre nosotros los latinoamericanos, quien les da mayores ventajas para que se instalen pero ¿a quienes le damos más ventajas? al que ya tiene mucho. ¿Quiere decir que por darle trabajo a nuestra gente,  le damos privilegio a los que ya tienen mucho? Eso lo hemos vivido todos, lo que pasa es que yo tengo la honradez intelectual de decirlo, porque no es fácil evitar esto cuando uno tiene miles de personas que no tienen trabajo. Las cuestiones jurídicas se solventan por Wall Street, con lo cual perdimos soberanía. Los jueces nuestros poco tienen que ver con eso, cualquier pleito hay que ventilarlo allá donde seguramente la perdemos todos o donde los abogados que tenés que pagar, Dios te libre”.

“Es muy fácil decir hay que  rechazar la inversión extranjera, pero todo esto es posible por una trampa. Nosotros no tenemos la fuerza primitiva de nuestros bisabuelos que se juntaban con una mujer y decían “contigo pan y cebolla”, o de los viejos colonizadores que a los  cinco o diez años empezaban a construir una casa como podían. Ya no tenemos esa fortaleza. Pertenecemos a otro tiempo, a otra época. Somos hijos de la sociedad de consumo. Cualquier cosa que nos falta tenemos unos problemas horribles, porque el capitalismo ha generado una cultura. No es sólo un sistema de relaciones económicas, el capitalismo ha generado su propia cultura funcional. Cuando uso la palabra cultura, no me refiero a los cuadritos que se cuelgan en la pared, a los cantores, a los cultivadores del arte, o a los grandes escritores; sino que me estoy refiriendo a esas decisiones cotidianas que toma una familia alrededor de una mesa en un hogar común y corriente. Y allí, nos damos cuenta que tiene mucho más peso la propaganda insistente sobre nuestra inteligencia emotiva, ese peso machacón de la propaganda: compre esto, y las arrugas las voy a eliminar con esto, y la panza con esta crema, y compre este aparato, y llame ya!”.

“Ese peso dominador de esa cultura de hecho, que es como una gigantesca telaraña, es la que determina nuestras debilidades. Es muy fácil sacar definiciones radicales, que el Estado haga esto y haga lo otro.  Mi generación creyó que era posible el surgimiento y el desarrollo de un hombre nuevo, mejor, a partir de socializar los medios de producción, y los ejes fundamentales de la distribución en una sociedad. Nos equivocamos muy feo, nos equivocamos en no darle valor del  peso que tiene la cultura real y que en realidad, una sociedad, si no tiene cambio cultural, no cambia. Por eso lo que dije al principio, los trabajadores tienen que tener su universidades. Si la iglesia católica tiene su universidad, ¿por qué en las centrales de trabajadores no pueden tener libertad su docencia y luchar por sistema de becas y todo lo demás? Obvio que tenemos que luchar por lo público pero en lo público entran todas las clases sociales. Y los trabajadores son últimos, siendo los más importantes. Por lo menos estas cosas merecen pensarse porque patean en el nido de algunas cosas que hemos pensado”.

“Y junto con esto, tenemos que saber porque estamos en la época de la cristalinidad, de la pureza. Tenemos que pedir cristalinidad a las empresas. Los trabajadores tienen el derecho y el deber de saber la contabilidad de las empresas, pero la contabilidad real. Y hay que reconocer que el derecho a la ganancia real, pero no al abuso, porque el abuso debe ser una cuestión social. Esto es más revolucionario que nacionalizar la fábrica. Vamos a cristalinizar todo. Es la época del plástico incoloro, todo a la vista. Vamos a ver lo que se gana, y al saber lo que se gana, también adquirir sentido de responsabilidad, de bajar la mano en materia de derecho cuando objetivamente los datos me indican que sí. Hay momentos en que no hay que matar la gallina de los huevos de oro. Tenemos que evitar que existan empresarios que tienen que hacer trampa, vaciar una empresa, robar una empresa porque no se sostiene más, y conocer las cosas con claridad, eso es cultivar la paz en una sociedad .Y no asustarnos por lo que gane, tenemos que saber lo que se gana. Un país tiene derecho a reconocer lo que es  una tasa de ganancia sana y lo que es un abuso. Ya sé que no es fácil, pero ¿No tenemos que cambiar las  plataformas de lucha? ¿Es que las plataformas de lucha no tienen que estar en discusión también? No sólo tenemos que pelear por derecho, tenemos que pelear por responsabilidad. Tener la responsabilidad de que no se caiga la economía, y eso lo tenemos que saber a tiempo. Estamos hartos de empresas fundidas, con empresarios ricos y mocos que después tiene que pagar la sociedad. Lo hemos visto por todos lados, casi es el negocio capitalismo más brillante, bancos que se funden, y se funden como paso con Estados Unidos, y después entre todos levantamos el muerto. Como ellos tienen la maquinita de imprimir billetes, entre todos tuvimos que levantar el muerto de la joda de las hipotecas. Porque aunque no nos demos cuenta, a todos nos clavaron la aguja”.

“Entonces, tenemos que agarrar la bandera de la cristalinidad, me parece que tiene que ser la bandera de los trabajadores. Queremos conocer la contabilidad, cuánto generamos de plusvalía, y conocer la movilidad de la contabilidad por los avatares naturales que tiene la economía. Y estar en condiciones de pedir más cuando es posible, y cuando no hay que pedir apretarse pero racionalmente. No porque nos digan hay que apretarse el cinturón, siempre nos dicen que hay que apretarse el cinturón. En mi país cuando la cosa viene más o menos bien,  te tenés que cuidar de no gastar mucho, por las dudas, para cuando venga mal. Y cuando viene mal, tampoco podes gastar. Entonces tenés agujeros, pero si querés tapar un poco esos agujeros, la deuda social, es un pecado porque estas agrediendo el equilibrio de los más comunes y  en el fondo no sabemos qué pasa. En la contabilidad empresarial, lo más importante es el misterio. Y de todo lo que dicho lo más explosivo hoy es esto. No creo que haya dirigentes sindicales que se animen a plantear esto así como así”.

“¿Qué entendemos por igualdad? El derecho a manifestar a partir de una línea de largada más o menos similar las desigualdades naturales que podemos tener, que son hijas de la naturaleza y no del cuadro social en el cual nos tocó formarnos, crecer y desarrollarnos. La igualdad es un derecho de largada, no es una llegada. Y todos sabemos que hay una multitud de gente que tiene un derecho de largada casi condenado, que hay algunas excepciones, siempre va a ver excepciones para todo. Pero hay gente que está condenada, por el escalón de la sociedad en el que le toco nacer. ¿Cuál es la lucha por la igualdad? Que tenemos que transferir apoyo social, recursos y riqueza hacia ese pozo maltratado, tratando de incorporarlo al campo de los derechos elementales. Y no hay que asustarse de llamar a eso transferencia de riqueza para dar oportunidades. Sí, eso puede ser un arma de demagogia, puede ser un arma que se utiliza con sutileza política. Sí es cierto, puede ser todo eso, pero es indudable de que existen escalones en nuestra sociedad, que si se dejan librado al libre albedrio de lo que puede aportar el mercado, están condenados. Eso se da, no solo en América Latina, hoy lo está demostrando el mundo entero. Va a ser difícil encontrar una sociedad más desigual que la norteamericana, va a ser difícil encontrar una concentración de la riqueza como la que hay en Estados Unidos. Por eso, me parece que esta aventura de la lucha por la igualdad  es también una aventura de la lucha por la democracia”.

Políticamente hay que aprestarse a ponerle límites a la acumulación de la riqueza, porque es peligrosa, porque es malsana, porque es injusta. Pienso que la lucha por la democracia impone, a la corta o a la larga, estas cosas. Esto hay que discutirlo hasta filosóficamente, ¿Para qué quiere tener un tipo tanta guita? Hay que plantear que esa guita no es legítima, la concentración excesiva de la riqueza no puede ser una consecución poética de la propiedad privada. Ese derecho inmaculado a concentrar y a concentrar riqueza. ¿Por qué? Porque vemos el efecto en la otra punta de la sociedad, porque el mundo está precisando gigantescas inversiones a favor de la salud, del planeta y de la vida humana.  Hay tres países africanos que están soñando,  digo soñando porque le van a prestar la guita en el año del bolero, de hacer un mareducto,  es decir un agujero de cemento que atraviese el desierto del Sahara para llevar agua de mar para cambiar el clima. No es de loco lo que están pesando porque hay hombres de ciencia. Eso es posible y tal vez sea necesario pero hay que poner fortuna en esas cosas, ¿de donde va a salir esa fortuna?”

La humanidad nunca tuvo la fuerza que tiene hoy, nunca tuvo la capacidad que tiene hoy, nunca tuvo los medios que tiene hoy. No puede ser que se hayan hecho pirámides con bases de esclavos, y que no se puedan hacer obras gigantescas con obreros libres, que se ganen honradamente la vida y mejoren el planeta. La fuerza del hombre de hoy es inconmensurable y decir que no hay recursos es imperdonable.  Es no entender. Dicen que el presupuesto militar norteamericano hoy son un millón de millón de dólares, y hay que sumar todo lo demás. Entonces, el despilfarro que estamos haciendo explica que recursos existen”.

“Yo sé que transformar al mundo tiene algunas pequeñas dificultades, pero no es tan difícil cambiar nosotros mismos. No podrás ganar la batalla de cambiar la realidad del país, pero podes enfrentarte contigo mismo y empezar a luchar por ser mejor. No se le puede pedir solidaridad a otro, sin tener una práctica permanente de construcción de la solidaridad terreno adentro. No es posible que manejen buena parte de nuestras decisiones con campañas publicitarias, que nos marquen el paso porque no somos capaces de hacer introspección, de pensar y de valorar. Y no estoy haciendo la apología de que hay que ir a vivir a las cavernas o en un rancho de nylon. No podemos dejarnos manejar y saquear, ni dejar inermes a los que se están criando en derredor nuestro. Hay una lucha consciente, porque ahora está de moda hablar de la defensa del medioambiente. El medioambiente, si seguimos con esta cultura de derroche, está condenado. La agresión al medioambiente es hija de la cultura favorable a la acumulación capitalista. Se necesita hacer bienes que duren lo menos posible,  y que haya que cambiarlos todos los días, y que vivas toda tu vida pagando cuotas. Y que la heladera te dure quince días y te aparezca otra mejor, que andes siempre desesperado, y que el auto no te alcanza, tiene que ser más grande, porque el vecino tiene uno más grande. Y tenés que pagar, y sacas la cuenta de la cuota, y de cuanto pagas de seguro y patente, y esto y lo otro. Estamos rodeados, y no hay maestro que te salve. Te salvas si sos capaz de sentarte diez minutos en la cama todos los días y hacer un repaso de lo que estás haciendo, si está bien o está mal. Vos tenés un tipo con valores adentro tuyo. Ese te tiene que alumbrar lo que está bien y lo que está mal”.

Hermano no compras con plata, compras con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar para tener esa plata. Podes comprar todos los cacharros que puedas y no podes comprar tiempo de tu vida. Y que el único horizonte de la vida sea trabajar y consumir es bastardear la vida humana. Yo no sé si existe Dios o no, pero lo que tengo claro es que la naturaleza en su trampa probablemente haya creado este mono raro, como para recrearse, para tener una conciencia, una conciencia de la naturaleza de pensarse a sí misma, que nos creó a nosotros como monos complicados y complicadores. La naturaleza también nos puede barrer, y nos va a hacer mierda si seguimos así. Porque la igualdad, el cuidado del medioambiente, un mundo más justo, no es automático. No es una etapa irreversible e inevitable de la historia humana, es una posibilidad, entre otras, a ganar o a perder”.

“Fíjense los métodos de la informática. Hoy todo lo que hemos conocido de esclavismo, de pérdida de libertad, es un poroto a lo que puede significar la exclusión tecnológica. Por eso hay que hablar de democracia y de libertad. Ustedes se dan cuenta el grado de sumisión que puede tener la sociedad del futuro con la explosión tecnológica si se hipoteca la democracia, la igualdad y la libertad. Todo lo que hemos conocido en materia de dictadura es nada, porque es la intromisión en el campo del pensamiento. La barbarie que puede conocer el hombre del futuro no la podemos ni siquiera imaginar. Porque las herramientas técnicas y el desarrollo científico sirven para un barrido y sirven para un fregado. La ciencia por sí sola no es liberadora, es liberadora de acuerdo a la intención política que hay detrás de ella. La cuestión de la política empieza a ser más central que nunca, porque si no ésta humanidad es como un mono con una ametralladora. La explosión tecnológica va a permitir hacer tantas barbaridades que la única salvaguarda es la lucha por  la democracia y la lucha por la política. La política en el sentido trascendente”.

“Pienso que las repúblicas aparecieron en el mundo para suscribir que básicamente somos iguales, como un grito alto y desesperado contra la nobleza, contra el feudalismo, contra los abusos monárquicos, pero llevaba escondida la diferencia de clase. Y así se tomaron algunas reminiscencias de la sociedad feudal que están aleteando en todos nuestros gobiernos. Ser presidente es como ser un rey, pero menos monárquico, con la alfombra roja y con tipos que te tocan la corneta. Uno se pregunta “¿Qué sentido tiene todo esto?”, pero cuidado con luchar contra eso, están acostumbrados a eso. Es decir, hay cosas metidas muy adentro de nuestra cultura. Nos cuesta enormemente ser republicanos, sobre todo cuando tenemos poder”.

Hay que luchar por más igualdad, por más democracia, por más republicanismo. Acá viene el papel de las organizaciones de izquierda y de los partidos. Hay que dar la batalla en el campo de  los valores ¿cómo vives? ¿Para qué vives? ¿Con qué te comprometes? Yo no le puedo pedir a la sociedad que sean todos santos barones. Nada de purismos, nuestra rotosa humanidad es como es, y hay que hacer las cosas aceptándolo. Pero los partidos tienen que ser muy exigentes en materia de valores. Hay que vivir al paso de las mayorías, de la gigantesca mayoría, esa es la expresión republicana que tienen que tener los partidos progresistas. No puede ser que por el lugar de gobierno, por el salario que nos pagan, nos diferenciemos de las grandes mayorías que componen nuestro pueblo, no por eso vamos a ser mejores, pero tenemos que tener el mismo canto de nuestro pueblo. Esa es la diferencia de ser de izquierda, de ser progresista, no sólo en el campo de las ideas que se pregonan, sino para qué y cómo se vive. Me estoy refiriendo a los cuadros que componen la nomenclatura, no me estoy refiriendo a las masas que votan. Y en eso tenemos que ser exigentes, porque nos tienden la mesa y por urbanidad nos tenemos que sentar. Porque en nuestra sociedad existen todas las clases sociales y no tenemos que andar a los piñazos con quienes son distintos, necesitamos encontrar puntos de negociación y de acuerdo, pero tenemos que saber que esa mesa no es nuestra. Nosotros pertenecemos a otra mesa. Esto hay que tenerlo claro, porque si no, nos tienden el mantel y cuando nos queremos acordar nos creemos dueños de la mesa. Y has de vivir como piensas, o vas a terminar pensando como vives”.

“En resumen compañeros, la lucha por la democracia y la igualdad depende de lo que seamos capaces de hacer. Cuando miro individualmente, le quiero transmitir particularmente a la gente joven, mi papel es machacar. Se puede nacer como nace la lechuga o el gato, porque naciste, pero después de haber nacido, ser humano, mujer, hombre, a la vida se le puede dar un sentido. Los seres humanos luchamos por la felicidad, nos demos cuenta o no. Se es feliz, gastando buena parte de nuestra existencia al servicio de lo que pensamos, porque lo que pensamos, en el fondo, lo sentimos. Y en definitiva, esto es darle causa a mi existencia. Pude haber otra vida más tranquila con menos esperanza y compromiso como la del vegetal, esa es una libre elección que cada hombre o mujer tendrá que hacer en algún momento. Lo que les quiero transmitir es que, venirse viejo sirviendo una causa es sentirse joven al borde de la muerte”.